adaptación

WALL-E

WALL-E, estrenada en 2008 y dirigida por Andrew Stanton bajo la producción de Disney-Pixar, no es solo una película de animación, sino una profunda crítica social y reflexión sobre el presente y futuro. Ambientada en el año 2805, presenta una Tierra convertida en un gigantesco vertedero inhabitable debido al consumismo desenfrenado, la codicia empresarial y la negligencia ambiental. Liderada por la megacorporación Buy-n-Large (BnL), la humanidad, había abandonado la Tierra en una nave espacial, el Axioma, donde las personas por generaciones viven una vida completamente automatizada y dependiente de la tecnología. Reciben toda su nutrición de las bebidas que les traen asistentes robóticos, cambian el color de su ropa inmediatamente cuando se les informa que hay una nueva que está de moda y existen casi por completo en un mundo digital. Pueden ser humanos biológicos, pero sus cuerpos están atrofiados y no usan su mente para ningún propósito significativo. Son consumidores.

El protagonista, es WALL-E (Waste Allocation Load Lifter – Earth-class), un pequeño robot compactador de basura y el último en funcionamiento, que realiza sus tareas programadas en la solitaria y abandonada Tierra. Su trabajo diario consiste en recoger, comprimir y apilar toneladas de basura. Pero WALL-E es excepcional; ha desarrollado su propia personalidad y pasatiempos, colecciona cosas, como cubos de Rubik, ampolletas y patitos de goma, que guarda en su casa que es un gran robot WALL-E descompuesto. A WALL-E le encanta el musical ¡Hello, Dolly! Incluso tiene una mascota, una simpática cucaracha llamada Hal, que simboliza la persistencia de la vida en condiciones adversas. Andrew Stanton describió la película como una historia de “amor irracional que vence la programación de la vida”. En una entrevista, Stanton reflexionó:

“Me di cuenta de que esta era una metáfora perfecta de la vida. Todos tendemos a caer en hábitos y rutinas, ya sea de forma consciente o inconsciente, para evadir los problemas. Evitamos enfrentar los desafíos, eludimos establecer relaciones profundas, y rehuimos la interacción directa con quienes están a nuestro alrededor. Esta tendencia se refleja en cómo nos sumergimos en nuestros teléfonos móviles, ignorando a las personas que tenemos frente a nosotros. Pensé: ‘Esto encapsula de manera precisa la esencia de toda la película’. Quise abordar la ciencia de un modo que proyectara esta idea de manera lógica y coherente”.

WALL-E aparentemente es la historia de un robot que se enamora, encuentra una planta y emprende una misión para devolver a los humanos a repoblar la Tierra. Sin embargo, es una profunda crítica social que aborda el consumismo, la dependencia tecnológica, el medio ambiente y la condición humana:

  • Consumismo e impacto ambiental: La Tierra devastada en WALL-E es un potente símbolo del daño ambiental causado por el consumo extremo.
  • Dependencia tecnológica y deshumanización: La vida de las personas en el Axioma muestra cómo la dependencia total de la tecnología puede llevar a la pérdida de capacidades físicas y sociales, despojando a la humanidad de su esencia.
  • Desconexión del mundo natural: El aislamiento de los humanos en su burbuja tecnológica refleja nuestra desconexión creciente del mundo natural.
  • Soledad y búsqueda de conexión: Frente a la alienación de los humanos fruto de la tecnología, el robot Wall-E, desarrolla emociones y busca conexión. Aborda la soledad y la necesidad de establecer relaciones significativas en una era digital, rutinaria y en aislamiento.

Stanton, en el reciente artículo de Bloomberg How WALL-E Predicted the Future, lamentó que la película anticipara eventos y tendencias de nuestra realidad actual. SpaceX, de Elon Musk, el año pasado transportó a tres turistas a la Estación Espacial Internacional para un viaje de 12 días, y la misión la denominó “Axiom Mission 1”, seguro que el nombre no fue casualidad. Jeff Bezos, fundador de la megaempresa de consumo Amazon, también es propietario de Blue Origin, una empresa que ofrece viajes espaciales para turistas. Hace 15 años, WALL-E expuso como película de animación lo que Donella Meadows, venía advirtiendo desde hace décadas. En Limits to Growth, Meadows había demostrado que si las tendencias en el crecimiento de la población, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de recursos continuaban sin cambios, se alcanzarían los límites de capacidad del planeta, llevando a un declive rápido y, en muchos casos irreversible. Henry Dicks, profesor de filosofía ambiental en la Universidad Jean Moulin-Lyon III, en su reciente libro The Biomimicry Revolution: Foundations of a New Philosophy escribe:

“El cambio climático ultrarrápido, la pérdida masiva de biodiversidad, el agotamiento de los recursos y la contaminación del aire, el agua y los suelos pueden atribuirse a las tecnologías industriales que desarrollamos al darle la espalda a la naturaleza”.

Dicks aboga por un cambio radical en la forma en que entendemos y abordamos los problemas del mundo, proponiendo un enfoque que considera la naturaleza no simplemente como un objeto de estudio a menudo con el único objetivo de explotar y controlar, sino una fuente de conocimiento, algo de lo que aprender. En sus palabras:

“Las implicaciones de esta nueva forma de relacionarse con la naturaleza son profundas. Ya no se ve la naturaleza como un conjunto de objetos materiales sin sentido, donde la mente y el conocimiento son atributos exclusivos de los humanos (y tal vez de unas pocas especies “superiores” selectas); Se llega a reconocer que el conocimiento impregna el mundo viviente”.

Este es el profundo mensaje simbolizado por la planta que WALL-E encontró en medio de la basura. Representa la esperanza, la persistencia de la vida y la posibilidad de regeneración y curación, tanto a nivel ambiental como personal. Janine Benyus, en su libro Biomimicry: Innovation Inspired by Nature, afirma que el principio básico de la vida en la Tierra se puede resumir de la siguiente manera:

“La vida crea condiciones propicias, para crear más vida”.

A lo largo de miles de millones de años, los seres vivos han creado no sólo un sistema global de soporte vital, sino que dentro de ese sistema han creado innumerables nichos para todo tipo de organismos diversos. En lugar de perseguir objetivos que nosotros mismos hemos creado como: crecimiento económico, dominio militar, conquista del espacio, etc., surge la posibilidad de alinear la ética humana con el principio básico de la vida: crear más vida. Cada crisis en nuestro planeta creó el estrés suficiente para que surgieran sistemas vivos con un nivel superior de complejidad. En su artículo Reimagining knowledge, Dicks sostiene:

“Ante cualquier decisión, la pregunta ética básica que debemos plantearnos es engañosamente simple: “¿crea condiciones propicias para la vida?”.

Luego de 700 años, los humanos y los robots del Axioma, regresaron a la Tierra, para dar sus primeros pasos y sembrar la planta que encontró WALL-E. Durante los créditos de la película, se muestra a humanos y robots aprendiendo a cultivar y pescar. Se dedican a reconstruir el planeta y van perdiendo peso y recuperando sus capacidades humanas. Dicks escribe:

“En cuanto a los humanos, ya no nos consideraríamos principalmente generadores de conocimiento, que luego utilizamos para dar forma y función a materias primas extraídas de la naturaleza. Más bien, asumiríamos el papel de receptores, intérpretes y traductores abiertos del conocimiento y la sabiduría acumulados en la naturaleza a lo largo de miles de millones de años de evolución”.

WALL-E es una llamada a la acción. Nos invita a imaginar un futuro donde, en lugar de rendirnos a una vida de consumo y tecnología desenfrenados, buscamos un equilibrio que favorezca la sostenibilidad, la conexión y el respeto por todas las formas de vida. Nos recuerda que, incluso en la era de la inteligencia artificial y la exploración espacial, el principio más fundamental de la existencia es simple: cuidar nuestro hogar, nuestro planeta y unos a otros. En su libro Pensar en sistemas Meadows escribió:

“No solemos prever (o preferimos ignorar) el impacto que ejercerán nuestras acciones sobre el conjunto del sistema. Así que, en lugar de buscar un ideal a largo plazo, encontramos dentro de nuestro limitado ámbito de actuación una opción que nos permita salir del paso momentáneamente y nos aferramos a ella, y solo cambiamos nuestro comportamiento cuando no nos queda otro remedio”.

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