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Conexiones perdidas

En vista de las alarmantes y crecientes tasas de depresión y ansiedad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha instado a los líderes globales a enfocarse más en la salud mental y el bienestar de las personas. Entre las causas citadas se encuentran la soledad, el aislamiento post pandemia, la pérdida de seres queridos, inseguridades financieras, inestabilidad social y económica, recesiones intermitentes, inseguridad laboral, nuevas tecnologías, inestabilidad política, conflictos armados, entre otras. En 2011 la OMS declaró:

La salud mental es un producto social: la presencia o ausencia de salud mental es, por encima de todo, un indicador social, de modo que requiere de soluciones tanto sociales como individuales.

Hace más de un siglo, León Tolstói, considerado uno de los más grandes novelistas de la literatura mundial, pensador social y político, percibió el impacto negativo que una sociedad en desequilibrio puede tener en la salud mental de los individuos. Sus ideas, que influenciaron a figuras como Gandhi y Martin Luther King, resuenan hoy más que nunca. Tolstói nació en la nobleza rusa, su madre murió cuando tenía dos años y su padre cuando tenía nueve. Estudió derecho y lenguas orientales en la Universidad de Kazán, pero abandonó los estudios. Era conocido por su comportamiento hedonista. Disfrutaba de los placeres de la vida aristocrática, incluyendo fiestas, alcohol y relaciones con mujeres. También tenía una adicción por el juego que lo llevó a acumular deudas significativas y problemas financieros. En su libro ‘Confesión’, escribió:

La ambición, el ansia de poder, la codicia, la lascivia, el orgullo, la ira, la venganza; todo eso era respetado. Sucumbiendo a esas pasiones, parecía más adulto, y sentía que todos estaban contentos conmigo. Mi buena tía, con la que yo vivía y que era el ser más puro del mundo, siempre me decía que no había nada que deseara tanto para mí como que mantuviera una relación con una mujer casada. […] Me deseaba también otra felicidad: que me convirtiera en ayudante de campo, preferiblemente del emperador. Por último, el colmo de la dicha, a sus ojos, era que me casara con una joven muy rica y que ese matrimonio me aportara el mayor número posible de esclavos.

Sin embargo, en 1857, Tolstói asiste por casualidad en París a una ejecución pública. Aquel hecho, trivial para la época, supuso para el escritor una revelación. Ese mismo día le escribió a un amigo, y le relató el terrible espectáculo y concluyó:

La verdad es que el Estado es una conspiración diseñada no sólo para explotar, sino sobre todo para corromper a sus ciudadanos. De ahora en adelante, nunca serviré a ningún gobierno en ninguna parte.

Posterior a esta experiencia, Tolstói entró en una profunda crisis espiritual y moral, cuestionando su existencia aristocrática y los valores de la alta sociedad. Se hallaba en una constante búsqueda de significado, preguntándose sobre el propósito de la vida, el dinero y la fama que tenía. Esta crisis lo llevó al borde del suicidio, pero encontró consuelo en diversas filosofías y textos religiosos, incluyendo a Schopenhauer, textos budistas y la Biblia. Su exploración lo llevó a adoptar un estilo de vida espiritualmente enriquecido y austero. Abandonó hábitos perjudiciales como el beber y fumar, y adoptó una dieta vegetariana. En ‘Confesión’, escribió:

Mi pregunta, la que a los cincuenta años me condujo al borde del suicidio, era la más sencilla: reside en el alma de todo ser humano, desde el niño estúpido hasta el anciano más sabio, una pregunta sin la cual la vida es imposible, como yo mismo he experimentado. La pregunta es: “¿Qué resultará de lo que hoy haga? ¿De lo que haga mañana? ¿Qué resultará de toda mi vida?”. Expresada de otra forma, la pregunta sería la siguiente: “¿Para qué vivir, para qué desear, para qué hacer algo?”. O formulada todavía de otro modo: “¿Hay algún sentido en mi vida que no será destruido por la inevitable muerte que me espera?”.

En 1878, publicó ‘Ana Karenina’, considerada una de las obras literarias más grandes jamás escritas. Es una novela realista compleja que consta de ocho partes con más de 800 páginas. La narrativa sigue la aventura extramatrimonial entre Ana, una mujer de la alta sociedad que se enamora del conde Vronsky, lo que desencadena un escándalo social. A medida que su relación con Vronsky se intensifica, Ana se va desconectando cada vez más de la sociedad y de su hijo Sergei. Finalmente, la presión social y los celos la llevan a un estado de desesperación, culminando en su trágico suicidio. Paralelamente, la novela también sigue la vida de Konstantin Levin, un terrateniente que busca un sentido a su vida mientras explora temas de la religión, la política y el amor. Levin representa las propias reflexiones y experiencias de Tolstói. Levin se enamora de Kitty Scherbatsky, y después de algunos desencuentros iniciales, se casan y encuentran la felicidad, explorando la vida en el campo y discutiendo temas filosóficos y socialesTolstói en esta novela explora cómo las decisiones personales y el contexto social pueden llevar a la felicidad o a la tragedia. La novela comienza con la siguiente línea:

Todas las familias felices se parecen entre sí, cada familia infeliz lo es a su manera.

De manera similar a las reflexiones de Tolstói, el periodista británico Johann Hari, en su libro ‘Conexiones Perdidas’, también explora cómo las circunstancias sociales pueden contribuir a la depresión y la ansiedad. Con solo 18 años, comenzó a consumir antidepresivos recetados por un médico que le explicó que su depresión se debía a descompensaciones en su química cerebral. Trece años después, Hari, que ya estaba tomando la dosis más alta permitida, seguía con depresión, malestar, miedo, tristeza y vergüenza. Así que comenzó a investigar en profundidad todo lo que la ciencia había descubierto sobre su condición y descubrió que casi todo lo que se dice sobre la depresión y la ansiedad está mal. En su libro, Hari cuestiona la concepción común de que los trastornos anímicos de la depresión y la ansiedad son meramente el resultado de un desequilibrio químico cerebral. Hari sostiene que la depresión y la ansiedad, además, están fuertemente vinculadas con la desconexión social. En sus palabras:

En cierta manera, la depresión y la ansiedad quizá sean las reacciones más cuerdas a tu situación. Es una señal que te indica que no tienes por qué vivir de esta manera, y que, si no recibes ayuda para encontrar un camino mejor, te perderás buena parte de lo más gratificante que encierra la condición humana.”

Hari argumenta que muchos casos de depresión y ansiedad están enraizados en problemas sociales más que en la química cerebral. En su libro, critica los “valores basura” del neoliberalismo y cómo estos contribuyen a las altas tasas de estos trastornos mentales. La forma en que vivimos, incluyendo la soledad y el aislamiento social, contribuyen significativamente a la depresión y la ansiedad. En su investigación Hari identifica siete conexiones perdidas que contribuyen a la epidemia de salud mental en la sociedad moderna:

  • Conexión con un trabajo significativo: La falta de un trabajo satisfactorio puede llevar a sentimientos de inutilidad y depresión. Un trabajo que no proporciona un sentido de valor o propósito puede resultar en descontento y desesperación.
  • Conexión con otras personas: La soledad y el aislamiento son fuertes factores contribuyentes a la depresión y la ansiedad. Las relaciones humanas genuinas y la conexión con una comunidad solidaria son fundamentales para el bienestar mental.
  • Conexión con valores intrínsicamente satisfactorios: Vivir en una sociedad que valora el materialismo y la apariencia puede desencadenar una crisis existencial, llevando a las personas a sentirse perdidas o insatisfechas con sus vidas.
  • Conexión con la infancia: Los traumas y las adversidades experimentadas durante la infancia pueden tener un impacto duradero en la salud mental. La falta de una conexión segura y amorosa durante los años formativos puede resultar en serios problemas de salud en la edad adulta.
  • Conexión con el respeto y el estatus social: La discriminación, la desigualdad, el abuso y el reconocimiento social pueden contribuir a la depresión y la ansiedad. Una sociedad más equitativa y respetuosa puede ayudar a mitigar estos problemas.
  • Conexión con la naturaleza: La desconexión con el entorno natural puede tener un impacto negativo en la salud mental. Reconectarse con la naturaleza es una forma de encontrar paz y bienestar.
  • Conexión con un futuro esperanzador: La incertidumbre y la falta de un futuro esperanzador pueden causar ansiedad y desesperación. Tener una visión positiva del futuro y trabajar hacia metas significativas puede proporcionar una sensación de esperanza y propósito.

La investigación de Hari desmantela la creencia de que la depresión es únicamente un problema biológico o un fenómeno puramente psicológico. Vivimos en una sociedad enferma que nos enferma. En sus palabras:

La depresión y la ansiedad tienen tres tipos de causas posibles: biológicas, psicológicas y sociales. Todas son reales y ninguna responde a una idea tan rudimentaria como un desequilibrio químico. Las causas sociales y psicológicas llevan muchos años siendo ignoradas.

Hari afirma que existe una creciente base científica, que apunta hacia causas más profundas de la depresión. Necesitamos dejar de poner el foco en los “desequilibrios químicos” y ponerlo en los “desequilibrios de poder”. Los seres humanos somos animales sociales. Nos necesitamos unos a otros y estamos destinados a estar cerca de otras personas. Las relaciones cercanas nos ayudan. Nuestros cerebros están programados para que nos importe lo que la gente piensa de nosotros; por eso sentirse juzgado o rechazado es tan angustiante. Necesitamos rodearnos de una comunidad. Necesitamos desprendernos de cualquier sentimiento de vergüenza por un maltrato del que fuéramos víctima. Todos los seres humanos compartimos estas mismas necesidades y, en nuestra cultura y sociedad muchos de estos factores se subestiman. En palabras de Hari:

Hemos acabado mostrándonos muy incompetentes a la hora de tener cubiertas nuestras necesidades psicológicas. Esta es una de las razones cruciales que explican por qué tú y tantos de los que te rodean sufren de depresión o ansiedad. No padeces de un desequilibrio químico en tu cerebro. Padeces de un desequilibrio social y espiritual en tu modo de vida.

Hemos permanecido desconectados los unos de los otros y de aquello que de verdad importa. Hemos perdido la fe en la idea de algo más grande o significativo que el individuo, o que la acumulación de pertenencias. Para Hari, la depresión es, en un grado considerable, un problema colectivo y fruto de una deriva negativa en nuestra cultura. Por lo tanto, debemos cambiar nuestra cultura como grupo, juntos, sacar a la luz las causas de la depresión y la ansiedad que están generando una infelicidad tan profunda y a tantas personas. En palabras de Hari:

Fíjate en las personas que tienes sentadas delante en el metro. Muchas de ellas padecen de depresión y ansiedad. Aún son más las que se sienten innecesariamente infelices y perdidas en el mundo que hemos construido. Si te quedas angustiado y aislado, lo más probable es que sigas deprimido y ansioso. Pero si formas parte de una comunidad, puedes cambiar el ambiente que te rodea.

Hari afirma que, a lo largo y ancho del mundo, todas las personas con depresión y ansiedad nos están lanzando un mensaje. Nos están diciendo que algo falla en el modo en que vivimos. Debemos dejar de silenciar o patologizar ese dolor. Debemos prestarle atención y atenderlo. Únicamente escuchando nuestro dolor seremos capaces de rastrear su origen, y solo una vez ahí, frente a sus causas verdaderas, podremos empezar a superarlo. En sus palabras:

Necesitas tus náuseas. Necesitas tu dolor. Es un mensaje que debemos escuchar.

No hay otro animal que sea tan implacablemente social como nosotros, y dado este hecho, cualquier iniciativa que no otorgue a esta característica un lugar central es, en el mejor de los casos, incompleta y, en el peor, profundamente infructuosa. La cultura es decisiva. Una gran parte de la naturaleza humana es nuestra capacidad de utilizar la cultura para diseñar nuestra propia naturaleza humana, para bien o para mal. Somos en gran medida los arquitectos de nuestra propia naturaleza. Tanto las observaciones de Tolstói como las de Hari, aunque separadas por más de un siglo, resaltan la necesidad de abordar los factores sociales que contribuyen a la salud mental. Las reflexiones finales de Tolstói en ‘Ana Karenina’, resuenan con el llamado de Hari a entender y abordar las causas sociales de la depresión y la ansiedad.

Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella.

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