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Prácticas complejas

En el video DTDTGMGN, las integrantes del grupo surcoreano Eternity, cantan y bailan al ritmo de la cuidada estética típica del K-pop. Eternity, es una de las nuevas bandas de música surcoreana completamente creada por inteligencia artificial. Los últimos avances tecnológicos en video, audio y lenguaje generativo lo han permitido. La empresa Pulse9, afirma que los artistas virtuales tienen ventajas sobre los humanos, ya que no se enferman, no envejecen, no se involucran en disputas contractuales o escándalos. Park Jieun, creador de Eternity, comparó la aparición de la IA con la invención de la fotografía en el siglo XIX:

Muchos pintores temían a la nueva tecnología, pero hoy seguimos teniendo pintores. Creo que BTS nunca temerá a los ídolos virtuales: sólo son nuevos contenidos.

Corea del sur es un gigante innovador de la industria tecnológica. Desde este país, grandes marcas idean, diseñan, patentan y crean cada año un número récord de productos con tecnología de punta que se distribuyen globalmente. Pero no solo los productos tecnológicos surcoreanos destacan a nivel mundial. La película “Parásitos” ganó cuatro premios Óscar, la serie de Netflix “El juego del calamar” se ha vuelto viral, el grupo femenino Blackpink fue elegido artista del año por la revista Time, y BTS, la banda masculina de K-pop, ha roto todos los récords en la industria musical en la última década. El desarrollo económico de Corea del Sur ha sido asombroso y ha capturado la atención mundial. Ramón Pacheco Pardo, en su libro Shrimp to Whale,hace referencia a un dicho de los surcoreanos, cuando les preguntan por la evolución de su país:

Cuando las ballenas luchan, el camarón tiene el lomo roto.

Este proverbio, hace referencia a los padecimientos que ha sufrido Corea del Sur a lo largo de su historia debido a las guerras que libraron rusos, chinos y japoneses en su territorio, y la tensión permanente con un vecino incontrolable, como es Corea del Norte, y dos superpotencias, como son China y Estados Unidos, que se disputan su talento. El biogeógrafo Jared Diamond, en su libro Armas, gérmenes y acero, cuenta que, en la década de 1960, tanto Corea del Sur como Ghana en África Occidental y Filipinas en el sur de Asia en el Pacífico Occidental eran países similares en pobreza. Según Diamond, los diplomáticos estadounidenses solían apostar cuál de los tres países se enriquecería y cuál seguiría hundido en la pobreza. La mayoría pensaba que las economías de Ghana y Filipinas eran las de mayor potencial. Ambos eran países tropicales cálidos en los que era fácil cultivar alimentos y poseían muchos recursos naturales. En contraste, Corea del Sur era un país frío y pobre. Sesenta años más tarde, Corea del Sur ha alcanzado la prosperidad propia del primer mundo, mientras que Ghana y Filipinas siguen siendo pobres. La explicación reside en que Corea del Sur se encuentra ubicada en uno de los puntos del mundo que primero desarrolló la agricultura, la escritura, las herramientas de metal y un gobierno unificado. En palabras de Diamond:

Corea absorbió rápidamente todas estas innovaciones procedentes de China y se unificó dentro de un único gobierno estatal ya en el año 700 d.C. Por lo tanto, el país posee una larga experiencia en prácticas complejas.

Esa ventaja cultural permitió también a Corea del Norte desarrollar armas nucleares y misiles avanzados con los que ha amenazado sistemáticamente a rivales mucho más poderosos. Corea del Sur, a pesar de ser pobre cuando emergió en la década de 1950, ya tenía los prerrequisitos culturales para generar riqueza. En contraste, Filipinas y Ghana, no adquirieron la agricultura, desarrollaron una escritura autóctona, ni un gobierno estatal fuerte, hasta que fueron colonizados por los europeos hace pocos siglos. Ambas naciones continúan sufriendo los inconvenientes que comparten con otros países tropicales. En palabras de Diamond:

Sean cuales sean sus ventajas naturales, Filipinas y Ghana carecían de una larga experiencia en prácticas complejas, capital humano y otros prerrequisitos culturales que permitieron que Corea del Sur se enriqueciera de forma rápida.

Recientemente los siete miembros de la banda BTS anunciaron un paréntesis para desarrollar proyectos personales y hacer el servicio militar obligatorio que en Corea del Sur es de un año y medio. Patricia Gosálvez de El País, entrevistó al líder de la banda Kim Nam-joon, mientras promocionaba en España su primer álbum en solitario. Le preguntó:

Ese culto a la juventud, a la perfección, al sobresfuerzo del K-pop… ¿son rasgos culturales coreanos?

La respuesta fue:

En Occidente, la gente no logra entenderlo. Corea es una nación que ha sido invadida, devastada y dividida en dos. Hace apenas 70 años no teníamos nada. Recibíamos apoyo del FMI y la ONU. Sin embargo, ahora todos miran a Corea. ¿Cómo es posible? ¿Qué sucedió? Es porque la gente se ha roto el lomo para avanzar. Observas a países como Francia o Reino Unido, que han colonizado a otros durante siglos, y luego comentan “¡Vaya, se someten a tanta presión, la vida en Corea debe ser muy estresante!”. Y es verdad. Es así como se alcanzan los logros. Y es uno de los factores que hace al K-pop tan llamativo. Por supuesto, hay aspectos negativos; todo lo que ocurre de manera tan rápida e intensa trae consecuencias.

El “milagro del rio Han”, como llaman los economistas al exitoso desarrollo surcoreano, no solo pasa por las grandes inversiones de grupos económicos, la gestión gubernamental o la ayuda de Estados Unidos. Tampoco es solo destreza técnica, sino también la capacidad de aprovechar el poder de comprensión de mentalidades y culturas diversas. La inteligencia cultural, ya sea individual u organizacional, juega un papel fundamental en la creación de un entorno propicio para todas las facetas de la innovación. En el mundo interconectado que vivimos, la adopción e innovación tecnológica es un catalizador que impulsa avances sociales y prosperidad económica. Sin embargo, los economistas Daron Acemoglu y Simon Johnson en su reciente libro Power and Progress, realizan un amplio análisis histórico de cuán desigualmente se han distribuido los beneficios y los costos del cambio tecnológico. Afirman que la tecnología no es en sí misma una fuerza, sino más bien una herramienta desarrollada para apoyar las agendas de las personas e instituciones que detentan el poder en la sociedad. En una entrevista Acemoglu dijo:

Este es un momento crítico para pensar en el futuro de la tecnología. Muchas decisiones de gran importancia se ven obstaculizadas por el hecho de que existe “tecnooptimismo” en el mundo académico, el mundo tecnológico y el mundo político. El tecnooptimismo es la noción de que un cambio tecnológico impresionante conducirá automáticamente a mejores resultados para la sociedad, especialmente para los trabajadores a través del mercado laboral, incluso si existen algunos costos de transición.

Acemoglu y Johnson sostienen que un pequeño número de corporaciones gigantes están vendiendo una narrativa que dice que lo que es bueno para ellos también es bueno para el mundo. El mensaje implícito es que como sociedad debemos permitirles seguir con sus experimentos sin obstaculizarlos con regulaciones, ya que con eso impediremos el “progreso”. Su estudio, muestra que los desarrollos tecnológicos de los últimos 1.000 años tendieron a enriquecer y empoderar a las pequeñas élites mientras generaban pocos beneficios para los trabajadores agrícolas. En sus palabras:

Los campesinos carecían de poder político y social, y el camino de la tecnología siguió la visión de una élite reducida.

La narrativa de que la tecnología es igual a progreso debe ser cuestionada. Es necesario fomentar el flujo de ideas sobre cómo la tecnología digital puede utilizarse para el florecimiento humano en lugar de exclusivamente para el beneficio de una elite. Acemolglu comenta:

Preferimos enfatizar la utilidad de la máquina en lugar de la inteligencia de la máquina. Deberíamos utilizar máquinas para mejorar a los humanos. La IA generativa es tan prometedora porque tiene esa capacidad. Podría ayudar con la recuperación y filtrado de información para que los tomadores de decisiones humanos lo hagan mejor. Pero eso es muy diferente a automatizar unos cuantos quioscos McDonald’s más.

La película Parásitos dirigida por Bong Joon-ho se convirtió en la primera película de habla no inglesa en ganar el premio Óscar a mejor película. Cuenta la historia de una familia de cuatro miembros que se infiltra, a base de mentiras, como empleados domésticos de una familia rica. Hay un concepto que surca la película: el olor de la familia pobre. No depende de su perfume, de su ropa, o de su limpieza, procede de su vida. Es el olor de la gente del metro, es el “olor a pobre”. Y eso, simplemente eso, es algo insoportable para la estética ideal, feliz y educada de la familia rica. El director Bong Joon-ho en una entrevista señaló:

A primera vista, ‘Parásitos’ podría leerse como una sátira social en la que una familia pobre se aprovecha de un clan adinerado, pero esa lectura es peligrosa. En realidad, los pobres de mi película son personas con talento y dignidad. Es la falta de empleo la que les empuja a aprovecharse de los ricos. Además, la familia burguesa también puede verse como un grupo de parásitos: son incapaces de realizar las tareas más elementales y requieren de sus sirvientes para hacer cualquier cosa.

A pesar de sus logros económicos, la mayoría de los surcoreanos piensan que son infelices. Ya sean ricos o pobres, sienten insatisfacción e infelicidad en sus posiciones. Puede haber varias causas, como un ambiente social demasiado competitivo, la comparación con otros que se ha vuelto más fácil debido a las redes sociales y la impotencia económica. Hoy en día, la discordia social derivada de la polarización, la hostilidad hacia otros grupos y el odio extremo son factores que socavan gravemente la alegría vital. Kwon Jun-soo, profesor de psiquiatría en la Universidad Nacional de Seúl, destaca en Why aren’t Koreans happy? que Corea posee la tasa de suicidio más alta entre los países de la OCDE. Las estadísticas reflejan desafíos sociales alarmantes: bajas tasas de natalidad, una población que envejece rápidamente y un crecimiento en la sensación de soledad entre los ancianos. Según una encuesta de 2021, más de la mitad de los habitantes de Seúl dijeron que se sienten solos. Existen casi 10 millones de hogares unipersonales. Últimamente, las muertes solitarias han aumentado dramáticamente. Sin embargo, el mayor problema que suscita el resentimiento público es el abuso crónico de poder por parte de las élites políticas y otras personas ricas y poderosas, que causa miseria a los vulnerables. Escribe Kwon Jun-soo:

Una nación tiene el deber de hacer feliz a su gente, y una parte considerable debe lograrse a través de la política. El Estado debe desempeñar fielmente su papel de hacer una sociedad de principios y justicia. Sólo entonces Corea podrá alcanzar un nivel de felicidad que esté a la altura de su poder económico.

A pesar de su auge económico y cultural, la felicidad sigue siendo elusiva para muchos surcoreanos. En medio de la prosperidad, desafíos como la soledad y la desigualdad social persisten. Es esencial que no se mida el éxito de una nación sólo por su riqueza, tecnología o cultura, sino por el bienestar de su gente. En los sistemas complejos, tenemos tendencia a buscar explicaciones fáciles para el éxito, idealmente basadas en un único factor. Sin embargo, en la mayoría de las cosas importantes, el éxito requiere abordar muchos aspectos en forma simultánea. Un matrimonio para ser feliz debe tener éxito en muchos aspectos distintos: atracción sexual, acuerdo acerca del dinero, la disciplina de los hijos, la religión, la familia política y otras cuestiones vitales. El fracaso en cualquiera de estos aspectos esenciales puede desestabilizar a un matrimonio aun cuando tenga todos los demás ingredientes. Jared Diamond hace referencia a esta idea como el Principio de Ana Karenina, inspirado en las primeras líneas de la novela de León Tolstói, que expresan:

Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera.

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