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Oscuros demonios

Walter Isaacson, periodista, escritor y profesor de historia en la Universidad de Tulane acaba de publicar una nueva biografía de Elon Musk. La obsesión de Isaacson, es comprender las vidas de grandes innovadores, sean figuras históricas o personajes de nuestra época. Ya ha escrito biografías de Steve Jobs, Jennifer Doudna, Leonardo da Vinci, Albert Einstein y Benjamin Franklin. Sin embargo, como relata en una entrevista con Gillian Tett del Financial Times, este proyecto de explorar la mente de Musk no se parecía a nada que hubiera hecho antes. Isaacson, cuenta que, en 2021, estaba explorando ideas para su nuevo libro y varios de sus amigos le recomendaron hacer Elon Musk. En sus palabras:

Alguien programó una llamada telefónica con él y hablamos durante una hora y media, y le dije que si hago esto necesito acceso total, y que no tienes absolutamente ningún control sobre el libro. Ninguno. […] si voy a hacer esto tengo que estar a tu lado durante dos años y quiero hablar contigo casi todos los días.

Musk aceptó, y minutos después ya había enviado un tweet anunciando que Isaacson sería su biógrafo. En palabras de Isaacson:

Fue el primer ejemplo que vi de que era totalmente impetuoso.

Según Forbes, Musk posee la mayor fortuna del mundo. Está a cargo de seis empresas: la plataforma de redes sociales X (ex Twitter), el fabricante de automóviles eléctricos Tesla, el productor de cohetes SpaceX, la empresa de tecnologías de interfaz cerebro-máquina Neuralink, la startup de túneles The Boring Company, y su nueva empresa de Inteligencia Artificial xAI donde aparentemente espera usar los vastos almacenes de datos de Twitter y Tesla para superar a otras compañías como OpenAI con su ChatGPT. Esta megalomanía, intensidad y adicción al riesgo también se refleja en su vida privada. A sus 52 años, ya ha tenido 11 hijos de tres madres. Isaacson comenta:

Musk sufre cambios de humor propios de un maníaco, depresiones profundas y episodios de euforia que le predisponen a asumir grandes riesgos. Él mismo me ha confesado que piensa que es bipolar pero que nunca ha sido diagnosticado.

Según Isaacson, Musk es adicto al drama. Se siente incómodo cuando todo va bien. Tuvo una infancia muy dura. Creció en medio de la violencia en la era del apartheid en Sudáfrica y tuvo que aprender a lidiar con el dolor. De niño sufrió acoso escolar y su padre se puso del lado de los acosadores. A los 17 años cuando Elon decidió viajar a Canadá su padre le dijo:

Volverás dentro de unos pocos meses. Nunca triunfarás.

El dolor de la infancia de Musk lo hace sentirse perseguido por la necesidad de probarse permanentemente a sí mismo. Barack Obama escribió en The Audacity of Hope:

Alguien dijo una vez que todo hombre intenta cumplir las expectativas de su padre o compensar los errores de este, y supongo que eso puede explicar mi dolor particular.

A veces las grandes personas tienen oscuros demonios en su cabeza y encuentran formas de canalizarlos para convertirlos en sus motores. Para Isaacson esto no es tan inusual ya que muchos de los brillantes innovadores que ha estudiado también estaban obsesionados por sentirse marginados, ya fuera el Einstein judío en la Alemania de principios del siglo 20 o Jennifer Doudna que operaba en un mundo científico masculino, o el hijo ilegítimo Leonardo Da Vinci. En palabras de Isaacson:

Frente a mí observé múltiples personalidades de Elon Musk. Hay veces que se pone muy oscuro y entra en lo que Grimes [la cantante canadiense que es su novia intermitente] llama “el modo demoniaco”. Pero luego, cuando sale, apenas recuerda lo que hizo, oscila entre el Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

¿Tienes que estar medio loco para ser verdaderamente innovador o un genio? ¿Y cómo evitas que una mente brillante oscile fuera de control? En 1904, Mark Twain publicó un ensayo titulado Saint Joan of Arc en el que desarrolla su idea de cómo esta heroína y otras mentes notables lograron la grandeza. Escribe Twain:

Cuando nos disponemos a explicar a un Napoleón o a un Shakespeare, o a un Rafael o a un Wagner, o a un Edison o a otra persona extraordinaria, entendemos que el talento que poseen no explicará todo el resultado, ni siquiera la mayor parte del mismo; no, lo que lo explica es la atmósfera en la que se nutrió el talento; es el entrenamiento que recibió al crecer, las lecturas y el estudio que lo nutrieron, los ejemplos que recibió, la motivación que reunió por el reconocimiento que se dio a sí mismo y el que recibió del exterior en cada etapa de su desarrollo: cuando conocemos todos estos detalles, entonces sabemos por qué el hombre estaba listo cuando llegó su oportunidad.

Craig Wright, profesor emérito de música en la Universidad de Yale, se especializó en Mozart y a partir de él se dedicó a estudiar y profundizar en la genialidad humana. Descubrió que el genio es algo más que una combinación de genes y esfuerzo. Para Wrigth un genio es fruto de una tormenta perfecta. Escribe:

La genialidad no es un absoluto, sino una construcción humana que depende del tiempo, el lugar y la cultura.

El genio es relativo, algunas personas cambian el mundo más que otras, los pensamientos excepcionales de Einstein o la música de Mozart, la fama eterna de Leonardo y la intensidad extrema de Elon Musk. Así es como funciona el mundo. Los actos de genialidad suelen ir acompañados de actos de destrucción; a eso generalmente le llaman progreso. Wright, dictó por años en Yale, el curso Explorando la naturaleza del genio. Explicaba que casi todas las definiciones de diccionario de lo que es un genio incluyen las palabras inteligencia y talento. Sin embargo, el talento y la genialidad son diferentes. Arthur Schopenhauer lo explicó ya en 1819:

Una persona talentosa alcanza un objetivo que nadie más puede lograr; una persona genial logra un objetivo que nadie más puede ver.

Las personas talentosas tienen la capacidad de destacar en un mundo conocido. No obstante, un genio ve lo que está oculto para el resto de las personas. Steve Jobs comentaba:

Muchas veces las personas no saben lo que quieren hasta que se los muestras.

Wright, explica que la palabra genio no está bien definida. En su investigación, desarrolló una hipótesis de trabajo usando la fórmula G = S x N x T. Es decir, Genio es igual a Significado multiplicado por el Número de personas impactadas multiplicado por el Tiempo. Como ejemplo utiliza el descubrimiento de la penicilina por parte de Alexander Fleming. Este hallazgo salvó vidas (por lo que es significativo), impactó a un gran número de personas (aproximadamente 200 millones de personas) durante un largo período de tiempo (más de 80 años). Por lo tanto, según la definición de Wright, el aporte de Fleming califica como un acto de genialidad. Con esta definición, por muy creativas o talentosas que sean las personas, si su trabajo no tiene un impacto significativo amplio o no resiste la prueba del tiempo no califican como genios. Su definición operativa es:

Un genio es una persona con capacidades extraordinarias cuyas obras o ideas originales cambian la sociedad de alguna manera significativa para bien o para mal en todas las culturas y épocas.

Podemos estar de acuerdo o discrepar de esta definición, pero es un punto de partida para iniciar una buena discusión sobre la genialidad de Musk. Wright, publicó el libro The Hidden Habits of Genius, en el que consolida sus hallazgos en cuanto a lo que podemos aprender de las vidas y prácticas de quienes calzan con su definición. Identifica y describe rasgos como curiosidad, pasión, imaginación, inconformismo, obsesión, trabajo duro, entre otros. Sin embargo, dentro de la lista de rasgos distintivos de los genios, Wright argumenta que estas personas excepcionales frecuentemente manifiestan un pensamiento contradictorio. Wrigth explica que, para descubrir el este, Cristóbal Colón navegó hacia el oeste. Para proteger a las personas de la viruela, Edward Jenner les inyectó viruela. La idea es como la tercera ley de Newton, que expresa que para cada acción hay una reacción igual y opuesta. Cualquier idea puede ser vista como su contraria si se la mira desde otro ángulo. Hamlet, de Shakespeare, dijo:

Debo ser cruel solo para ser bondadoso.

Las perspectivas contradictorias ejemplifican esta forma de pensar a la inversa, que es una estrategia antigua de resolución de problemas, profundamente arraigada en las artes y las ciencias. Si queremos lograr un resultado específico, podemos definir la meta deseada y luego diseñar una línea de desarrollo que nos lleve de regreso hasta el principio. Winston Churchill afirmaba:

Mientras más lejos miras hacia atrás, más lejos puedes ver hacia adelante.

En una entrevista con Miguel Jiménez de El País, Isaacson, comenta que en su opinión Musk no está motivado por el dinero. Si lo estuviera, no habría montado una empresa de cohetes o de automóviles eléctricos ni habría comprado Twitter. Persigue grandes misiones y, por el camino, ve cuál es una buena estrategia para financiarlas. Hay tres grandes misiones que impulsan a Musk. La primera es convertir a los humanos en una especie multiplanetaria. La segunda, quiere llevarnos a la era de los vehículos eléctricos y la energía sostenible. Y la tercera, quiere que la inteligencia artificial sea segura. Son misiones grandes y épicas. Como apunta, con un toque irónico Max Levchin, exsocio de Musk en PayPal:

Una de las grandes destrezas de Elon es la capacidad de hacer pasar su misión por un mandato de los cielos.

Las ideas brillantes que cambian el mundo nunca son repentinas, sino que son el resultado de modos únicos de pensar y una larga gestación. En palabras de Isaacson:

A veces creo que se engaña a sí mismo, como con un complejo de superhéroe, pero sí creo que le mueven esas misiones. Me contó que leía cómics de superhéroes cuando era niño. Decía que parecían ridículos porque llevaban los calzoncillos por fuera y vestían raro, pero que al menos intentaban salvar el mundo.

Es un gestor muy duro a veces. Twitter era una empresa muy agradable para trabajar. Todo el mundo se cuidaba. Si te sentías mal, te tomabas un día de salud mental. Les importaba la seguridad psicológica. Musk no se preocupa por eso. En palabras de Isaacson:

Musk cree en la intensidad maníaca. Si siente que la gente no se esfuerza, pone a todo el mundo a trabajar 24 horas. Y él no es empático, no le importa que se sientan bien los trabajadores o la gente a su alrededor. Se preocupa por la misión.

Mary Dearborn en su libro Ernest Hemingway: A Biography, muestra un retrato mucho más rico y matizado del escritor, cuyos demonios incontrolables lo inspiraron y destruyeron. Hemingway ganó el Premio Nobel de Literatura en 1954, pero también era un reconocido acosador, alborotador, mujeriego y alcohólico, y al final terminó con su vida. Marta Gellhorn, corresponsal de guerra y esposa de Ernest Hemingway, poco después de su divorcio en 1945, señaló:

Un hombre debe ser un gran genio para compensar el hecho de ser un despreciable ser humano.

Tenemos la costumbre de querer que nuestros genios sean grandes personas, pero los genios por lo general nos decepcionan, por lo menos en el ámbito personal. Wrigth explica que la falla es nuestra. Olvidamos que hemos definido como norma de la genialidad el logro, no la personalidad. No nos damos cuenta de que en la cultura imperante el logro y la moralidad pueden operar de manera independiente. A juzgar por el carácter, los genios no parecen mejores que el resto de los mortales. De hecho, muchas veces parecen peores, obsesionados con su búsqueda personal por cambiar el mundo. No obstante, el tiempo está de su parte, pues su paso oscurece la destrucción personal que provocaron e ilumina el bien social que hicieron. En palabras de Wrigth:

Tendemos a olvidar que la mayoría del dinero que hay detrás de los premios de Alfred Nobel se hizo con dinamita, bombas y proyectiles de artillería; y que Cecil Rhodes, que estableció la Beca Rhodes en la Universidad de Oxford, amasó su fortuna con el trabajo forzado de africanos en lo que entonces era Rodesia.

Conforme nuestros recuerdos se desvanecen, las asociaciones negativas se disipan y los retorcidos hábitos personales se enderezan. El punto de Isaacson, es que todas las personas tienen hebras claras y oscuras, desde Da Vinci a cualquiera de nosotros. Celebramos las claras mientras condenamos las oscuras. Pero ambas están entrelazadas y no se pueden desenredar. ¿Es esta tormenta interna un precio necesario por la innovación y el progreso? ¿O existe una forma de no caer presa de nuestros propios demonios? Isaacson concluye la biografía de Elon Musk señalando:

A veces, los grandes innovadores son hombres-niños con una compulsión por el riesgo que se resisten a que nadie les enseñe a usar el orinal. Pueden ser imprudentes, dar vergüenza ajena, ser, a veces, incluso tóxicos. También puede que estén locos. Lo bastante locos para creer que pueden cambiar el mundo.

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