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La gran inundación

Un relato mapuche cuenta que, al despertar de un largo sueño, la serpiente marina Caicai, se enfureció al ver que los hombres eran unos desagradecidos con el mar por todo lo que les daba. Con su cola golpeó el agua y provocó un gran diluvio que inundó la tierra. Para salvarse, las personas escaparon a lugares altos. En su huida fueron ayudadas por la serpiente de tierra Trentren, quién ordenó a los cerros que aumentaran su altura. Luego del cataclismo, las personas continuaron con su vida. Pasado el tiempo; Trentren observó el comportamiento de los hombres y también se enfureció, por lo que hizo que los volcanes entraran en erupción y la población nuevamente debió escapar a lugares más seguros. Esta lucha titánica entre Caicai y Trentren persiste y es la causante de la geografía de Chile. A veces, estas grandes serpientes se cansan y duermen por un tiempo, pero frecuentemente Trentren se manifiesta mediante temblores, terremotos y erupciones volcánicas, y Caicai hace lo suyo con tsunamis, maremotos e inundaciones cuando se revuelve en medio de su sueño.

Las historias mitológicas de desastres naturales devastadores están presentes en todas las culturas del mundo. Una historia de inundación escandinava cuenta cómo Odín y sus hermanos mataron al gigante de hielo Ymir, provocando una gran inundación que arrasó con todo a su paso y ahogó a personas y animales. Para muchos en occidente, el relato de catástrofe universal más familiar es la historia bíblica del diluvio de Noé. Las historias tradicionales, relatan las grandes inundaciones y otros desastres naturales como obra de deidades enojadas o poderes sobrenaturales. Sin embargo, en China, existe una antigua historia de una gran inundación, que, a diferencia de otros relatos, se centra en el triunfo del ingenio, voluntad y trabajo humanos para poner orden en el caos.

Mark Lewis en su libro The Flood Myths of Early China, explica que hace 4.000 años, el país que ahora conocemos como China, tenía una población de unos 2 millones de habitantes. A lo largo de las orillas del río Amarillo, existían numerosas comunidades agrícolas pertenecientes a clanes rivales. El río apodado el dolor de China se desbordaba frecuentemente provocando grandes desastres. Según un antiguo relato luego de nueve años de fuertes tormentas se desencadenó una inundación gigantesca que destruyó todo a su paso. Un equipo internacional de investigadores liderados por el geólogo Qinglong Wu de la Universidad de Pekín informa en el artículo de Science; Outburst flood at 1920 BCE supports historicity of China’s Great Flood and the Xia dynasty, que la evidencia de depósitos sedimentarios, deslizamientos de tierra provocados por terremotos y esqueletos en viviendas derrumbadas, respaldan el mito de la gran inundación. Darryl Granger, geólogo de la Universidad Purdue y coautor del artículo dijo:

Un deslizamiento de tierra creó una presa de 200 metros de altura que estranguló el cauce del poderoso río Amarillo durante 6 a 9 meses. El agua siguió subiendo, superó los escombros y luego los arrastró rápidamente, provocando un torrente que podría haber sido una de las inundaciones más grandes de la época del Holoceno. La datación por radiocarbono de los restos humanos vincula la catástrofe alrededor de 1900 a. C.

Estas comunidades habían progresado mucho, pero seguían estando a merced de la naturaleza. Si querían sobrevivir tenían que domar al río Amarillo. Cuenta una antigua leyenda, que el poderoso líder del clan Xia, ordenó a un hombre llamado Gun, que emprendiera una de las primeras grandes hazañas de ingeniería. Debía diseñar un sistema para controlar las inundaciones. Si fracasaba, pagaría con su vida. Gun decidió construir unas gigantescas represas de tierra a lo largo del río. Su enfoque era descrito como confuciano, enfatizando el control, el gobierno y el orden. Pero una y otra vez, las aguas del río se abrían paso, todas las barreras fallaban ya que la corriente del río Amarillo se negaba a ser controlada. Gun, no pudo salvar a su pueblo de las inundaciones y pagó con su vida.

El desafío de Gun pasó a su hijo Yu. Si fracasaba, enfrentaría el mismo castigo que su padre. Yu dedicó su vida a aquella tarea. Prometió a su joven esposa, que no volvería a su hogar hasta que hubiera domado el río. La única certeza que tenía era que debía cambiar el enfoque que había seguido su padre. Antes que nada, decidió recorrer los 5.000 kilómetros del curso del río. Trabajó con maestros expertos en agricultura, durmió y comió con gente común y buscó comprender el contexto, los elementos y sus dinámicas. En esta búsqueda, se le ocurrió algo totalmente diferente, decidió seguir al agua como su maestro… y siguió el camino del agua. Nathan Sivin, en su artículo Chinese Alchemy and the Manipulation of Time, escribe:

El pensamiento científico comenzó, en China como en otros lugares, con intentos de comprender cómo es que, aunque las cosas individuales están cambiando constantemente, siempre surgiendo y pereciendo, la naturaleza como un orden coherente no solo perdura, sino que sigue siendo conforme a sí misma.

Yu decidió que en lugar de construir represas para controlar el flujo del agua aplicando un límite rígido, domaría al río Amarillo dividiéndolo. Su idea consistía en redirigir el curso de las aguas a través de una red de canales de regadío. Construiría un sistema de canales, con muchos diques paralelos que permitirían descargar el agua de las inundaciones en los campos agrícolas. Así, el desbordamiento del río alimentaría los arrozales y la acuicultura. Trabajaría con la energía natural de la corriente del río.

Para realizar este proyecto tan colosal, necesitaría mucha mano de obra, largos años y una cooperación, a una escala sin precedentes. Tenía que convencer a cientos de clanes rivales para que dejaran de lado siglos de hostilidad y trabajaran juntos. Cuando lo consiguió, comenzaron las obras. Yu comía y dormía con los trabajadores. Las historias tradicionales cuentan que sus manos y sus pies estaban completamente cubiertos de callos. Pasaba la mayor parte de su tiempo apoyando personalmente en el trabajo de dragado de los lechos cenagosos del río y sus afluentes.

La leyenda cuenta que Yu había alcanzado a estar casado solo cuatro días, cuando se le encomendó la tarea de luchar contra las inundaciones. Durante esos años pasó tres veces por la puerta de su casa, pero en cada una de ellas respetó su promesa y no entró. La primera vez, escuchó que su esposa estaba de parto. La segunda vez, su hijo ya podía llamar a su padre. La tercera vez, su hijo tenía más de diez años. En cada ocasión se negó a entrar a su casa, diciendo que como las inundaciones continuaban dejando a muchas personas sin hogar, él no podía descansar.

Luego de trece años de intenso trabajo, la enorme red de canales de miles de kilómetros de extensión estaba terminada. Había llegado el momento de poner a prueba la gran obra de ingeniería. Llegaron las inundaciones y la gigantesca red de canales, el dragado y el sistema de irrigación fueron un éxito. Las incesantes inundaciones estaban controladas y el sistema de canales permitió que las comunidades florecieran a lo largo de las vías fluviales. Yu resolvió un problema de inundación y creó un excedente. Su enfoque se hace eco del taoísmo. Un enfoque adaptativo más suave y orgánico. Fluyó con la energía del agua en lugar de buscar controlarla.

Tras ver completada su obra, Yu pudo volver con su familia. El líder del clan quedó tan impresionado por el trabajo, perseverancia y determinación de Yu que le entregó el trono en lugar de a su propio hijo. Yu, fundó la legendaria dinastía Xia, tradicionalmente considerada la primera dinastía de China. Pasó a la historia como Da Yu (Yu el grande). David Montgomery profesor de geomorfología en la Universidad de Washington en su artículo Ancient Chinese Megaflood May Be Fact, Not Fictiony señala:

Ahora estamos aprendiendo que algunas historias que alguna vez se consideraron folclore y mito pueden tener sus raíces en hechos reales. Los científicos están prestando un poco más de atención a las historias tradicionales.

En este relato, el héroe no sobrevivió a una inundación que destruyó el mundo, sino que realizó hazañas de ingeniería fluvial que pusieron orden en la tierra y allanaron el camino para el desarrollo de su sociedad. La historia de Yu, se centra en la determinación, perseverancia y trabajo, pero también contrasta las estrategias para abordar lo desconocido, confuso e impredecible. El enfoque adoptado por Gun consistió en intentar controlar y dominar a través de restricciones rígidas que impidieran el flujo natural de las cosas, mientras que el enfoque de Yu, consistió en modular a través de límites permeables que fomentaran el flujo.

Robin Wang, profesora de filosofía en la Universidad Loyola Marymount en Los Ángeles, en su libro Yinyang: The Way of Heaven and Earth in Chinese Thought and Culture, explica que, a diferencia de occidente, la antigua China era una sociedad profundamente relacionada con la naturaleza y basada enteramente en la agricultura. El agua no solo era un elemento vital, sino que también podía causar daños catastróficos. El lado bueno del agua es evidente, sin embargo, también tenía su lado brutal y dañino. Wang comenta:

Un buen ejemplo es la historia centenaria de cómo el legendario Da Yu afrontó una inundación. En lugar de levantar diques para contenerla, redirigió el agua, dragando nuevos canales en el río para canalizarla de acuerdo con su flujo natural.

En el mundo espiritual del pueblo chino, el hombre y la naturaleza están unidos. Para entender sus principios filosóficos se requiere una profunda conexión con la tierra, sus elementos y criaturas. Esto sólo se puede lograr aprendiendo a observar la naturaleza, sentir el ritmo de la vida y percibir cómo todo está interconectado en un equilibrio armónico. El taoísmo compara la vida con un río. El río tiene un curso o varios cursos. La mayor parte de nuestras vidas nadamos contra la corriente. Creemos que debemos y podemos manipular el entorno para sobrevivir, aunque la mayoría de los procesos que están tanto dentro como fuera de nosotros, están fuera de nuestro control. El enfoque taoísta es más bien navegar por el río en lugar de intentar controlarlo.

El modelo de conducta que propone el taoísmo es el wu-wei, lo que significa no intervenir en el curso de los acontecimientos, dejando que se exprese el orden natural y espontáneo de las cosas. Para conseguirlo, aconseja desarrollar la ausencia de deseos y ambiciones. Wu-wei, implica dejar que todo siga su curso natural. El sabio entiende los procesos que guían el universo y fluye con ellos. El taoísmo es una filosofía de fluidez. Aunque no-actuar no significa pasividad. Esto es evidente en el gigantesco, laborioso y extenuante trabajo realizado por Yu y su equipo. El sinólogo español, Iñaki Preciado, en su libro Los libros del Tao aclara:

El pensamiento moral taoísta gira en todas sus dimensiones en torno al principio del wu-wei («no-actuar»), la espontaneidad radical, la naturalidad libre de artificio, la no intervención en el curso de los acontecimientos. Tal ha de ser la postura vital del sabio taoísta, quien, por otro lado, hace mofa de las venerables virtudes confucianas, y aun transciende las tradicionales categorías de bien y mal.

Cuando nos sentimos confundidos y abrumados, hay consejos esenciales para salir de ese estado. En lugar de luchar o presionar contra los obstáculos, podemos permitir que las cosas sigan su curso natural. Es necesario volver a lo básico. Esto también puede significar que cuando no sabemos qué hacer, podemos optar por hacer nada. A veces, las cosas deben permanecer un poco turbias por un tiempo. Dave Snowden en el libro Cynefin – Weaving Sense-Making into the Fabric of Our World, explica que en los sistemas muy pocas veces las cosas están claras. Frecuentemente está todo enredado y en múltiples capas. La confusión, ambigüedad e incertidumbre debiera fomentar un estado de búsqueda del enfoque más coherente con el flujo de energía. Esta idea se remonta nuevamente al enfoque naturalista de seguir el camino del agua, en lugar de intentar controlar su flujo. Wu-wei implica inacción consciente para que surja la acción más natural y sin esfuerzo. Zhen Goh, señala:

En situaciones complejas, cualquier diagnóstico o acción es una intervención y los pequeños cambios pueden producir efectos significativos, intencionados o no. El concepto de experimentos pequeños seguros de fallar es preferible. Dirigimos la energía donde el sistema es receptivo. Buscamos enfoques paralelos en lugar de respuestas directas.

Esta es la paradoja de wu-wei. Podemos estar comprometidos en las tareas más gigantescas, frenéticas y duraderas, pero debemos tratar de hacerlo en paz. Yu encontró la solución a las inundaciones recorriendo los 5.000 kilómetros del río Amarillo, familiarizándose con el contexto, identificando sus componentes, observando sus dinámicas, aprendiendo de sabios, hablando con la gente común, viviendo y trabajando entre ellos. El trabajo era agitado y requería esfuerzo, pero la solución era una que enfatizaba la acción sin esfuerzo. Seguía la naturaleza del agua. El profesor de filosofía, Jian-guang Wang, de la Universidad Agrícola de Nanjing en China, en su artículo Water Philosophy in Ancient Society of China, escribe:

El agua es variable y condensable, blanda y dura. La razón por la que el agua puede conmocionar el pensamiento de las personas es que las personas pueden comprender su metáfora, observar los fenómenos sociales y sentir el verdadero significado de la vida según su imagen.

La vida es fluida y creativa. Siempre está llena de transformación inminente y potencialidad. El cambio es una condición intrínseca y eterna de todas las estructuras, con independencia del deseo, la voluntad o la planificación humana. La incertidumbre es parte esencial de nuestra vida. Es una condición que hay que aceptar y para la que tenemos que estar preparados. John Seely Brown señala:

Hemos pasado de la era de la iluminación a la era del enredo, donde la búsqueda de sentido con la ayuda de la imaginación es ahora más crítica que nunca.

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