adaptación

Extraños Rituales

Tanna es una pequeña isla del archipiélago de Vanuatu ubicado en el Pacífico Sur. Durante el siglo XIX, llegaron numerosos misioneros cristianos y comerciantes europeos, que introdujeron sus creencias, costumbres y manufacturas occidentales. Esta situación generó un profundo dilema para los habitantes locales, ya que, para obtener la ropa, comida y artículos occidentales, que ellos llamaban “cargo”, tenían que cambiar abruptamente su estilo de vida.

Paul Raffaele en su artículo In John They Trust, cuenta que a finales de los años treinta, para suerte de los isleños, en una de las villas de la isla, apareció un hombre blanco vestido como soldado que se hacía llamar John Frum. Puede haber sido un miembro de las fuerzas armadas estadounidenses, que bajó de su avión y debió decir algo como “I’m John from America”. El jefe Kahuwya, líder de la aldea de Yakel, narra la historia:

John nos dijo que toda la gente de Tanna debería dejar de seguir los caminos del hombre blanco. Dijo que deberíamos tirar su dinero y su ropa, sacar a nuestros hijos de sus escuelas, dejar de ir a la iglesia y volver a vivir como personas kastom. Deberíamos beber kava, adorar las piedras mágicas y realizar nuestras danzas rituales.

John, les hizo una promesa: les dijo que, si le rezaban a él de forma devota, les enviaría grandes cantidades de cargo en aviones y en buques, y regresaría personalmente un 15 de febrero con más cargo. Casi una década después, estalló la Segunda Guerra Mundial. El ejército japonés se extendió por las numerosas islas del Pacífico y el ejército de Estados Unidos hizo lo propio llegando a la pequeña isla de Tanna. Los nativos veían como su isla se llenaba de soldados, buques de guerra, aviones, tanques y sobre todo mucho cargo. John Frum había cumplido su palabra. Recuerdan los nativos:

Traían radios, televisores, camiones, botes, relojes, hieleras, medicinas, Coca-Cola y muchas otras cosas maravillosas.

El trato que los soldados estadounidenses les daban fue muy diferente al de los evangelizadores. No solo eran más respetuosos, sino también mucho más generosos. Los soldados les pagaban 25 centavos diarios por su trabajo y les daban muchos regalos. Para la gente de Tanna, la llegada de los soldados era la demostración palpable que John Frum cumplía sus promesas. El culto a John Frum creció, y se desarrolló una religión basada en su figura. Tenían a un mesías.

La religión de John Frum, estableció una serie de ritos relacionados con la obtención del cargo. Habían observado que los soldados, iban y venían sin hacer nada útil, no pescaban, ni cazaban, ni recolectaban, ni tejían. Simplemente, se pasaban el día realizando extraños rituales incomprensibles: se sentaban a hablar delante de baúles enormes, se ponían unas extrañas cosas en la cabeza, movían papeles de un lado para otro durante todo el día y trasladaban enormes paquetes de un lugar a otro y, a pesar de no hacer nada productivo, venían aviones y les traían enormes cantidades de alimento. Así nació lo que los antropólogos llaman el culto al cargo, una religión todavía practicada por los indígenas de estas islas, que adora a los aviones, pues sin duda eran dioses que proveían de riqueza a sus hijos elegidos. Como explica el antropólogo Kirk Huffman, que pasó 17 años en Vanuatu:

Surgen cultos cargo cuando el mundo exterior, con toda su riqueza material, desciende repentinamente sobre tribus indígenas remotas.

Los lugareños no sabían de dónde provenían los interminables suministros que recibían los extranjeros, pero sospechaban que eran convocados por la magia de los rituales que realizaban los soldados y enviados desde el mundo de los espíritus. Cuando el ejército de Estados Unidos se retiró de Tanna, los isleños se dedicaron a construir puertos y pistas de aterrizaje artesanales, torres de control de bambú y equipos de radio de madera a fin de atraer a los barcos y a los aviones, que eran los que finalmente traerían el cargo a la isla. En la actualidad, en la isla de Tanna, cada 15 de febrero se realiza una ceremonia ritual para esperar la llegada de John Frum. Esta ceremonia es como una parada militar. Desfilan con “rifles” de cañas de bambú frente a un poste con la bandera de Estados Unidos, se visten con lo que parecen ser uniformes del ejército, pintan por todas partes las siglas USA y pasan un día festivo, convencidos de que llegará el año en el que John Frum descenderá del cielo y traerá gran cantidad de cargo, que permitirá a la gente de Tanna vivir por siempre en riqueza y salud, acabar con el trabajo, los conflictos y el sufrimiento.

El ritual es una tecnología social tan antigua como nuestra especie. La investigación muestra que los humanos tenemos expectativas intuitivas sobre la eficacia ritual que operan inconscientemente. Desde la primera infancia, nos sentimos atraídos por la ritualización. Los niños pequeños están obsesionados con las rutinas y los patrones, les gusta imitar a los demás y parecen creer que las acciones rituales tienen efectos causales.

Rafael Nadal, cuando llega al estadio, entra a la cancha con una raqueta en la mano, teniendo mucho cuidado de no pisar las líneas y cruzando siempre cada línea con el pie derecho por delante. En cada cambio recoge dos toallas. Con cuidado dobla una toalla y la pone detrás de él sin usarla. Luego dobla la segunda toalla y la coloca en su regazo. Toma un sorbo de una botella de agua, luego otro sorbo de una segunda botella. Con mucho cuidado, coloca las dos botellas exactamente en la misma posición, con las etiquetas orientadas en la misma dirección. Surge la pregunta:

¿Por qué tenemos tantas expectativas en los rituales, si en realidad no hacen que caigan cosas del cielo ni que los saques sean más precisos?

El antropólogo Dimitris Xygalatas en su libro Ritual: How Seemingly Senseless Acts Make Life Worth Living, sostiene que los rituales juegan un papel clave en las sociedades humanas, ya que ayudan a sus miembros a calmar sus ansiedades, conectarse y mantener el orden social. Xygalatas, explica que, la modernidad y el capitalismo occidental presionaron la cultura y los sistemas tradicionales de los melanesios. En ese contexto surgieron los cultos al cargo. Tales movimientos ocurrieron más comúnmente en aquellas áreas que enfrentaron una mayor invasión y estrés por parte de los colonizadores. En sus palabras:

Esto refleja un patrón más amplio: las personas son más propensas a recurrir al ritual en contextos estresantes como la guerra, la enfermedad o las catástrofes naturales.

Los rituales del culto al cargo ayudaron a los melanesios a hacer frente a la incertidumbre de sus condiciones rápidamente cambiantes, cumpliendo funciones de cohesión social. Estos rituales forjaron un sentido de identidad común y ayudaron a crear una conciencia colectiva. La creencia en una ideología ya sea religiosa o secular, puede cumplir funciones similares al ofrecer esperanza y fomentar identidades compartidas. Si bien las formas pueden variar ampliamente a través del tiempo y las culturas, el papel de los rituales en nuestras vidas permanece prácticamente sin cambios. En palabras de Xygalatas:

Ya sea en un templo religioso, un estadio deportivo o un mitin político, las acciones simbólicas y coordinadas de los feligreses, en lugar de sus creencias abstractas, les ayudan a calmar sus ansiedades y encontrar pertenencia.

Más allá de los rituales sociales, todo el mundo practica algún ritual personal, en la creencia de que puede aportarle algún beneficio. Herbert Benson, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en su artículo Study of the Therapeutic Effects of Intercessory Prayer, concluye que la oración tiene efectos físicos beneficiosos. En un vídeo grabado en 2014 declaró:

Sí, hay una conexión entre la oración y la curación. Hemos estudiado a personas que rezaban continuamente y se concentraban mucho durante la oración. Las imágenes de resonancia magnética mostraron una disminución del metabolismo, el ritmo cardíaco, la presión arterial, la respiración y la actividad cerebral. Por tanto, tenemos pruebas científicas de que la oración afecta a las funciones orgánicas y combate el estrés.

Ari Shapiro en su ensayo Your everyday rituals do impact your life-just not the way you expect, afirma que los rituales no necesariamente deben tener un carácter religioso, porque todos cumplen funciones esenciales. Escribe:

Ayudan a las personas a superar sus ansiedades, ayudan a grupos de personas a conectarse entre sí, ayudan a las personas a encontrar significado en sus vidas.

Las acciones rituales no producen un resultado práctico en el mundo externo, pero dan confianza a los miembros de una sociedad, disipan angustias y disciplinan las organizaciones humanas. Nicholas Hobson, en su ensayo The psychology of rituals, afirma que los elaborados rituales observados en el mundo real han sido fundamentales para dar forma a la experiencia humana. Según Hobson los rituales se basan en procesos neurocognitivos, afectivos y motivacionales básicos. En su ensayo propone una definición operativa del ritual. En sus palabras:

Secuencias predefinidas caracterizadas por rigidez, formalidad y repetición que están incrustadas en un sistema más amplio de simbolismo y significado que carece parcialmente de un propósito instrumental directo.

Sin embargo, Cristine Legare, de la Universidad de Texas, sostiene que la falta de una explicación evidente de relación causa y efecto no impide que las personas participen en rituales. De hecho, la falta de una razón lógica forma parte de la ecuación. En sus palabras:

Los rituales brindan una oportunidad sancionable socialmente para ejercer control personal frente a la incertidumbre. Si en el caso de los atletas, por ejemplo, los rituales de ilusión de control les reducen la ansiedad haciéndoles sentir más confiados, entonces tendrán una ventaja competitiva.

Xygalatas argumenta que los rituales son artefactos culturales que ayudan a resolver desafíos e incertidumbres recurrentes a los que nos enfrentamos. Pero quizás lo más importante es que los rituales ayudan a lograr que grandes grupos de primates ferozmente tribales cooperen. En sus palabras:

La experiencia de cada individuo se ve afectada y amplificada por la de los demás, como mil corrientes de agua que se fusionan para formar un río que es más rápido y poderoso de lo que podría ser cualquier corriente.

Nuestro cerebro es un dispositivo predictivo. Trabaja activamente para hacer inferencias sobre qué tipos de estímulos es más probable que encuentre en una situación dada. Esas predicciones se basan en información derivada de nuestra experiencia previa y socialización, nuestro entorno, así como el conocimiento innato. Tendemos a buscar patrones y regularidades estadísticas en todas partes. Esto es extremadamente importante, porque cualquier dispositivo computacional (y el cerebro humano no es una excepción) se vuelve dramáticamente más eficiente cuando puede construir sobre conocimiento previo. Pero una consecuencia de esta arquitectura cognitiva es que cuando nuestro potencial predictivo es limitado, es decir, cuando hay mucha incertidumbre, experimentamos ansiedad. A nuestro cerebro predictivo no le gusta la imprevisibilidad. Vivir en un estado de constante miedo e incertidumbre puede llevarnos a una espiral emocional descendente de interminables qué pasaría si. Frente al miedo y la incertidumbre, todos tenemos un límite. El filósofo francés Jean-Paul Sartre en su obra más famosa, El ser y la nada, escribía:

La angustia se distingue del miedo en que el miedo es miedo de los seres del mundo, mientras que la angustia es angustia ante mí mismo.

Aquí es donde entra en juego el ritual. Los patrones de acción repetitivos que se encuentran en el ritual funcionan como dispositivos cognitivos que nos ayudan a lidiar con el estrés. Al integrar estos dispositivos en nuestras culturas, todas las sociedades humanas, y sus individuos, pueden capitalizar su potencial. Cyril Aydon, autor de La historia del hombre, argumenta que, para domesticar las plantas y los animales, tuvo que haber habido antes un asentamiento humano. De no haberse formado aldeas, no habría existido la agricultura. Y no se habrían formado aldeas sin la existencia de creencias y rituales compartidos. No todas las sociedades necesitaron la agricultura para prosperar. Sin embargo, todas ellas, y sin excepción alguna, han presentado creencias y rituales compartidos.

Uno de los principales líderes de la isla de Tanna, es el jefe Isaac, cuya expectativa era obtener un motor fuera de borda de 25 caballos para la lancha del pueblo y así poder pescar más peces para venderlos en el mercado y que su gente tuviera una vida mejor. Raffaele aprovechó el comentario del jefe Isaac, y le dijo:

John Frum les prometió mucho cargo hace más de 60 años, y no ha llegado nada. Entonces, ¿por qué mantienes la fe en él? ¿Por qué todavía crees en él?

El jefe Isaac lo miró y le dijo:

Ustedes, los cristianos, han estado esperando 2.000 años para que Jesús regrese a la tierra, y no han perdido la esperanza.

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *