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La herida de Quirón

En la mitología griega, los centauros eran unas criaturas híbridas con la cabeza, los brazos y el torso humano y el cuerpo y las patas de un caballo. Eran brutales, sensuales y primitivos, fueron pensados como seres inteligentes, pero con un fuerte instinto animal.

El centauro es el símbolo de la condición humana, un ser dual, que oscila entre la tierra de las bestias y el cielo de los dioses. Representa la dualidad de los impulsos opuestos de nuestra naturaleza. Boris Cyrulnik el neurólogo y psiquiatra francés, mundialmente conocido por su teoría del apego y los traumas de la infancia en su libro Dialogue sur la nature humaine, recupera la figura del centauro, para describir el conflicto permanente del hombre. En sus palabras:

Para estudiar al hombre en su conjunto, habrá que dar la palabra al biólogo al especialista en patas de caballo– pero también al lingüista, al sociólogo, quienes tomarán otro nivel del centauro.

José Saramago, coincidía en que las dos naturalezas del centauro están en permanente conflicto, en su cuento El Centauro, explica que el único momento en que este ser logra algo de paz, es cuando sueña. Escribe:

Nunca soñaba como sueña un hombre. Tampoco soñaba nunca como soñaría un caballo. En las horas en las que estaban despiertos, las ocasiones de paz o de simple conciliación no eran muchas. Pero el sueño de uno y el sueño del otro formaban el sueño del centauro.

Para el poeta Rubén Darío, el centauro es la encarnación de la energía y del deseo. Sin embargo, hubo un centauro con una historia especial, su nombre es Quirón. Existen varias versiones sobre su origen, una de ellas cuenta que el titán Cronos (Saturno), al llegar a la isla de Tracia, quedó cautivado por la belleza de la hermosa Fílira, a quien deseó intensamente. Al ser descubierto por su esposa Rea, se transformó en caballo. Otra versión dice que Fílira para escapar del acoso se convirtió en yegua, pero Cronos se transformó en caballo y la violó. Ya se trate de violación o de un encuentro culposo, las circunstancias de la concepción de Quirón fueron traumáticas. Pasado el tiempo, Fílira dio a luz, con gran dolor, a un niño con la parte superior del cuerpo de un hombre y la parte inferior del cuerpo de un caballo. Presa de vergüenza y disgusto al ver la deformación de su hijo, lo rechazó y lo abandonó.

Alejandro Lodi en su libro Quirón y el Don de la Herida, señala que Quirón, mitad humano, mitad caballo, es resultado de una relación impropia cargada de transgresión, motivada por una pasión primitiva y pulsional. Quirón es un hijo abandonado por su padre y repudiado por su madre por ser diferente. En palabras de Lodi:

No hizo nada para ser rechazado, no cometió faltas que justifiquen su abandono, ni tampoco puede hacer nada para revertir, ni remediar su condición. Quirón encarna el sentimiento de nacer desgraciado.

Sin embargo, en estas desdichadas condiciones se produjo un hecho afortunado. El dios Apolo y su hermana Artemisa se compadecieron de Quirón y lo adoptaron. Apolo como padre y maestro, despertó en Quirón las máximas potencialidades humanas, le enseñó las artes curativas, la música y la profecía, mientras que Artemisa, le enseñó las habilidades del tiro con arco y la caza. Bajo su guía amorosa y sabia, Quirón creció inteligente y de buen carácter. Se destacó en todas las disciplinas. Se dice que inventó la farmacia, la medicina y la cirugía. De su nombre deriva la palabra quirófanoSe convirtió en un gran maestro. Un maestro muy reconocido y muy particular.

Neel Burton en su libro The Meaning of Myth, señala que Quirón marcado por el rechazo y la herida asume el rol de mentor y sanador. Fue mentor de varios de los héroes más destacados de la mitología griega, entre ellos Hércules, Jasón, Aquiles y Peleo. Un auténtico maestro de maestros. En la naturaleza de Quirón, en los hechos de su origen y en las consecuencias de su educación, convergen la condición animal, y la apreciación de las armonías sutiles del disfrute intelectual.

Cyrulnik argumenta que incluso los niños que parecen estar carentes de toda oportunidad pueden salvarse. Afirma que el sufrimiento, por terrible que sea, para una persona puede ser la causa de su creación en lugar de su destrucción. Cyrulnik habla con propiedad porque es la historia de su vida. En su libro Me acuerdo…: El exilio de la infancia, esboza su autobiografía. En sus palabras:

Mis padres eran judíos ucranianos y polacos. Mi padre se alistó en el ejército francés para luchar contra los nazis. Resultó herido y fue arrestado en la cama del hospital, por la policía del país por el que luchaba, y desapareció en Auschwitz. Mi madre y gran parte de mi familia también desaparecieron en Auschwitz. Yo fui detenido por la Gestapo, la policía francesa asociada al ejército alemán, cuando tenía seis años y medio.

Tan niño y solo, no entendía lo que estaba pasando, logró escapar con vida en unas condiciones surrealistas. Al terminar la guerra, cuando les contaba a las personas lo que había vivido, se reían de él, creían que lo había inventado todo. Apenas había ido al colegio, pero recuperó el retraso. Logró estudiar medicina en la Universidad de París. Relata:

Necesitaba comprender lo que me había pasado. Estoy siguiendo mi propio camino, simplemente haciendo lo que tengo que hacer para ser considerado normal.

En la década de 1980, luego de publicar su primer libro, fue entrevistado en televisión, y una señora llamó por teléfono al canal. Le dijo a un periodista:

¿Ese no es el pequeño Boris al que ayudé a escapar?

Esa mujer, había sido enfermera de la Cruz Roja. En una redada, le hizo señas al niño para que se escondiera bajo el cuerpo de una mujer moribunda. De las 1.700 personas arrestadas solo hubo dos supervivientes: la señora y Boris, que se había escondido debajo de ella. En palabras de Cyrulnik:

Ahora podemos hablar de ello sonriendo, podemos intentar comprender. Con los hijos y con los nietos de esta señora bajo la cual me escondí porque estaba moribunda, hablamos de esto sonriendo.

Cyrulnik se dio cuenta que podía aplicar su propia experiencia para ayudar a otras personas. Gracias a sus investigaciones se le considera un referente mundial en el concepto de resiliencia. En sus palabras:

La resiliencia es iniciar un nuevo desarrollo después de un trauma […] Consiste en abandonar la huella del pasado. […] es el hecho de superar el trauma y volverse bello a pesar de todo […] La resiliencia está en marcha toda la vida, pero los primeros años son muy importantes. Es como una partida de ajedrez. Los primeros movimientos son muy importantes, pero, mientras la partida no haya terminado, siguen quedando buenos movimientos.

La resiliencia es el arte de sobrevivir en aguas turbulentas. Un trauma nos arrastra a una dirección a la que nunca nos hubiera gustado ir. La corriente nos lleva dando tumbos y golpes a una cascada de muerte, pero el resiliente es capaz de recurrir a todos sus recursos internos para luchar y no dejarse arrastrar por la corriente de las circunstancias, hasta el momento en que aparece una mano que nos ofrece ayuda, un recurso externo, una relación afectiva, una institución social o cultural que nos permite salir airosos.

Como toda historia griega, los desafíos de Quirón, continuaron. En la Ilíada, Homero llama a Quirón el más sabio y más justo de todos los centauros. Respetado y admirado por su educación y capacidad intelectual, arrastraba una carencia emocional y psicológica del rechazo y abandono de sus padres. Un desafortunado día mientras Hércules, su amigo, luchaba con los centauros, lanzó una flecha envenenada que accidentalmente hirió a Quirón en una de sus rodillas. A pesar de todo su conocimiento y habilidad médica, Quirón no pudo curarse. Su herida se volvió insoportable. Quirón, enfrenta un nuevo absurdo existencial, otra paradoja: tiene una herida que no sana y no puede morir. Con este hecho, Quirón desarrolló una enorme capacidad y sabiduría para curar a los demás. Sanar en los demás aquello que él mismo sufre. Curar a otros sin que él pueda curarse a sí mismo. Surge el sanador herido o el sabio herido. En palabras de Lodi:

No es sabio porque ha curado su herida, no cura porque ya ha superado el dolor, sino que cura porque le duele. Sanar no va en dirección de su propio beneficio.

Quirón revela que el dolor forma parte de la vida. Pero no cualquier dolor, sino aquel que sentimos injusto, gratuito, absurdo. El mito de Quirón nos invita a aceptar incluso el daño provocado por la estupidez, el sinsentido y los errores de los más cercanos, de los que amamos. Errores fortuitos de fuego amigo. Cyrulnik, explica que hay personas que atraviesan adversidades tremendas y sufren, pero no desarrollan traumas. Por el contrario, hay personas que durante su infancia fueron vulnerables y experimentaron un daño profundo, lo que hace que frente a ciertas dificultades su cerebro literalmente se apague. En sus palabras:

Podemos ver el trauma mediante imágenes cerebrales, podemos ver cómo funciona el cerebro. Durante un trauma, el cerebro se apaga. No funciona o funciona mal.

Quirón, se ocultó en una gruta, aislado del mundo, tal vez por vergüenza para no exhibir su herida y no quedar expuesto. Replegarnos en nuestras cuevas, convencidos de que nuestra herida nos hace menos, que ese dolor es solo nuestro, incrementa el dolor del trauma y nos impide superarlo. En palabras de Cyrulnik:

El sufrimiento forma parte de la condición humana. Estamos dolidos, tristes y sufrimos. Pero, después, cuando entendemos lo que nos ha pasado, si estamos bien rodeados, si tenemos apoyo y tenemos la posibilidad de reflexionar, de pensar, pronto dejamos de sufrir, resignificamos lo ocurrido.

El tiempo ayuda a suavizar la memoria, y los relatos transforman los sentimientos. A veces, la cultura en que estamos inmersos hace de una herida algo vergonzoso, mientras que, en otras circunstancias, le da un significado heroico. A fuerza de procurar comprender, de intentar encontrar palabras para explicar y convencer, de tratar de disponer de imágenes que evoquen lo ocurrido, el herido consigue vendar la herida y modificar la interpretación de su trauma. Para Cyrulnik, la resiliencia es un sistema en que interactúan tres dimensiones principales:

  • El temperamento personal, carácter y recursos internos que explican la forma de reaccionar ante los golpes, agresiones o carencias.
  • El significado cultural, que el contexto familiar y social da posteriormente a la herida recibida.
  • El apoyo social, que posibilita acceder al afecto y recursos necesarios para que el herido prosiga con su vida.

Este sistema explica la asombrosa diversidad de la evolución de los traumas humanos. Lo más importante a tener en cuenta, según Cyrulnik, es que la resiliencia no es un rasgo de carácter, las personas no nacemos más o menos resilientes. En sus palabras:

La resiliencia es una red, no una sustancia. Nos vemos obligados a tejernos a nosotros mismos, usando las personas y las cosas que encontramos en nuestros entornos emocionales y sociales. Cuando todo termine y podamos mirar hacia atrás a nuestras vidas desde el cielo, nos diremos a nosotros mismos: Las cosas por las que he pasado. He recorrido un largo camino. No siempre fue un viaje fácil.

El destino de Quirón se cruzó con el de Prometeo, que estaba condenado de por vida encadenado en una roca. Zeus lo había castigado por robar el fuego sagrado y darlo a los hombres. Durante el día un águila devoraba su hígado, el cual volvía a crecer en la noche. Solo podía ser liberado si un inmortal renunciaba a esa condición. Quirón encontró que esta era su oportunidad para terminar con su sufrimiento y al mismo tiempo liberar a Prometeo. Le pidió a Hércules que intercediera ante Zeus para intercambiar su inmortalidad con Prometeo. En palabras de Lodi:

Al aceptar la muerte, al ofrendar su inmortalidad para aliviar a quien sufre, encontró el cese de su dolor, la resolución de su paradoja existencial, y la reparación de un desacuerdo entre los dioses y la humanidad.

La condición de estar vivos implica experimentar el dolor injusto, sufrir heridas que no se pueden sanar, solo sublimar. El mito de Quirón, resignifica la muerte. No se trata de desear la muerte para dejar de sufrir, sino de reconocer que el compromiso íntimo con la vida conduce al desenlace natural de la muerte. La muerte es lo que le da sentido a nuestra vida. La muerte es la llamada a despertar definitiva. La muerte es el recordatorio de lo preciosa que es la vida y del tiempo limitado que tenemos para experimentarla y manifestarla. Cada momento encapsula posibilidades y decisiones. Cada momento abre oportunidades que se pueden aprovechar o descartar. Y esta apertura existencial caracteriza la vida humana. Quirón cedió su inmortalidad a Prometeo y lo liberó. Morir, también para los griegos equivale a transformación, cambiar una vida terrenal por otra no terrenal. Quirón, con su muerte logró terminar con su sufrimiento y el de Prometeo, y Zeus como recompensa lo hizo inmortal colocándolo en el firmamento transformado en la constelación de Sagitario.

Una persona nunca debe reducirse a su trauma. Mientras existan los mecanismos de defensa y existan manos dispuestas a ayudar a otros ningún trauma es irreversible.Cyrulnik suele afirmar: el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. El transcurso de la vida nunca carece de problemas y dificultades, entender nuestras heridas, resignificarlas y trabajar la resiliencia nos permiten retomar el camino. En palabras del poeta persa Rumi:

No apartes tus ojos. Mantén tu mirada en la herida vendada. Ahí es donde entra la luz. El dolor que abrazamos se convierte en alegría. Llévalo a tus brazos donde puede cambiar.

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