adaptación

Representar la realidad

El retrato es más que un simple registro. Sus orígenes se pierden en la historia. Se han utilizado para representar el poder, la importancia, la virtud, la belleza, la riqueza, el gusto, el aprendizaje u otras cualidades. Durante el renacimiento, este género se expandió particularmente en los sectores influyentes. Matthias Ubl, curador del museo Rijksmuseum, en una entrevista a la BBC dijo:

Hubo muchos factores que ayudaron a que floreciera el retrato en ese momento. Fue un período de innovación y agitación. El humanismo se volvió muy importante, así que “el yo” también lo hizo de alguna manera, pero eso no fue todo. El crecimiento de las ciudades vio el surgimiento de una élite mercantil que quería reflejar la nobleza por medio de tener su retrato pintado.

Durante la revolución industrial, se incrementó la producción de materiales y el acceso al arte. En Francia, surgió el movimiento del realismo social, con pintores notables como Gustave Courbet que se interesó por representar retratos realistas de las clases media y trabajadora. Courbet creía que el arte podría subsanar las contradicciones sociales. En sus palabras:

No solo soy socialista, sino que también soy republicano, y en una palabra partidario de cualquier revolución –y por encima de todo realista… realista significa también sincero con la verdadera verdad.

Paralelamente, Louis Daguerre estaba desarrollando y perfeccionando una innovación tecnológica revolucionaria, un nuevo procedimiento fotográfico, que presentó oficialmente en 1839. Así, la popularización de la fotografía permitió un acceso más amplio al arte y los retratos. Remeció a la sociedad y al mundo artístico, al superar a la pintura en su capacidad de representar la realidad. Los pintores tenían que reinventarse.

Algunos pintores desarrollaron una percepción de la realidad y de las imágenes diferente a la de sus predecesores. Estos artistas entendieron que la realidad era transitoria y que cada momento era fugaz y limitado. Comprendieron que la naturaleza de la realidad está en constante cambio. El impresionismo fue el primer movimiento artístico en desviarse del realismo. Los artistas impresionistas aceptaron que la fotografía era mejor para captar imágenes fijas y que no podían superarla. Por ello, exploraron otras dimensiones de la pintura, como el color, la luz y el movimiento. Este estilo dejó claro que la pintura no estaba destinada a competir con la fotografía, ni a ser derrotada, sino a complementarla. Se ocuparon de representar aquello que la fotografía no podía hacer.

A principios del siglo XX, estaba claro que la fotografía había llegado para quedarse. No solo eso, sino que también había impulsado otra innovación tecnológica, completamente nueva para representar la realidad. Después de una proyección de una película en París en 1895 por los hermanos Lumière, el cine mejoró rápidamente y ganó popularidad. Representar la realidad con precisión ya no era una tarea necesaria para los pintores. Picasso preguntaba:

¿Quién ve el rostro humano correctamente: ¿el fotógrafo, el espejo o el pintor? Yo no pinto lo que veo, pinto lo que pienso.

La mirada de los pintores cambió. Su enfoque pasó de representar la realidad a retratar emociones e impresiones. Hoy el arte se entiende no sólo como una representación fiel de la realidad, sino como algo que provoca emociones y nos hace pensar. Nos atraen los significados, sentimientos y crítica social que la obra de arte contiene, transmite o representa. En la pintura, el realismo, ha perdido su lugar como prioridad. La fotografía puede ser considerada como un gran impulsor de la reinvención de la pintura.

En lugar de preocuparnos en cómo la tecnología nos reemplazará, el foco debiera ser encontrar formas de mejorar las capacidades distintivamente humanas. John Kelly, el director de investigación de IBM en el libro Smart Machines, señala:

No se trata de reemplazar el pensamiento humano por el pensamiento de la máquina. Lejos de ello, en la era de los sistemas cognitivos, los humanos y las máquinas colaborarán para producir mejores resultados, aportando cada uno sus propias habilidades distintivas.

Henry Chesbrough, profesor en UC Berkeley en su libro Open Innovation Results plantea que la innovación tecnológica se ha promocionado con tanta asiduidad que se exageran sus resultados reales. Explica que la revolución tecnológica ha mostrado que es capaz de generar productos y soluciones que se hacen cada vez más relevantes, baratas, potentes y útiles, pero, hay un factor crucial para que estas tecnologías logren el impacto deseado. Ese factor no es otro que la forma de pensar.

Dan Pontefract, en su libro Open to Think, sostiene que hemos olvidado cómo pensar. Nos apresuramos a sacar conclusiones, aceptar información errónea, omitir matices y confiar en suposiciones superficiales.En sus palabras:

Cuando pensamos, formamos activamente ideas. Pensar también es un enfoque, una posibilidad, una deliberación, una opinión o una actitud. Incluso puede ser una creencia o una conclusión […] Pensar, como comer, es algo que todos hacemos. Pero al igual que con la comida, hay hábitos saludables y no saludables.

Pontefract, identifica tres hábitos cognitivos que limitan nuestras posibilidades:

  • Indiferencia: cuando nos acostumbramos tanto a una condición existente que simplemente rechazamos la oportunidad de explorar y probar algo nuevo.
  • Indecisión: cuando caemos presa del ciclo interminable de parálisis por análisis buscando encontrar una “solución perfecta”.
  • Inflexibilidad: cuando pasamos inmediatamente a la acción con hábitos automáticos, sin hacer una pausa, reflexionar y ponderar adecuadamente la situación.

Por el contrario, el pensamiento abierto, requiere mantenernos receptivos a nuevas ideas e información de una amplia variedad de fuentes. Explorar conceptos innovadores y cuestionar los dogmas establecidos. Reconocer lo que no sabemos y estar dispuestos a aprender. Pasar a la acción, evaluar, corregir, y volver a probar.

Pontefract, propone adoptar un ciclo virtuoso y permanente de soñar, decidir y hacer, que considera:

  • Pensamiento creativo: consiste en el desarrollo de nuevas ideas y conceptos. Trata de la habilidad de formar nuevas combinaciones de ideas para satisfacer una necesidad de forma original. Consiste en un modo particular de abordaje cognitivo que presenta características de originalidad, flexibilidad, plasticidad y fluidez, y funciona como estrategia o herramienta para la formulación, construcción y resolución de problemas. Los pensadores abiertos están dispuestos a vagar. Tomarse el tiempo que necesitan para pensar, hacer una pausa y reflexionar. Implica darse el tiempo para soñar despierto. Este es un componente esencial del proceso creativo. Permite hacer nuevas conexiones.
  • Pensamiento crítico: se basa en el razonamiento. Deliberar, ordenar, analizar. Procurar darle sentido a una situación o cosa. Organizar los hechos, discernir lo que importa y lo que no. Filtrar y estructurar los datos. Analizar la información intentando descubrir sus conexiones, relaciones o nexos para reorganizarlos en un todo comprensible. Buscar similitudes, diferencias, relaciones causa-efecto, incoherencias. Cuestionar hipótesis. Todo esto nos sirve para llegar a un punto en el que lo más importante es deliberar, ver los pros y los contras y decidir un curso de acción. Como todos tenemos sesgos es fundamental comprenderlos, compensarlos y perfeccionar continuamente nuestros métodos y conclusiones.
  • Pensamiento aplicado: consiste en actuar sobre nuestras decisiones. No basta con un buen análisis, un chispazo de lucidez y una decisión clara de lo que conviene hacer. Tenemos que hacerlo. El pensamiento aplicado implica la resolución de pasar a la acción. Significa determinación, propósito y voluntad para actuar. El pensamiento abierto, implica ir más allá de la capacidad cognitiva y las buenas intenciones. Requiere agregar rutinas y rituales diseñados para disponer de bloques de tiempo en que seamos capaces de mantener un estado de plena concentración para ejecutar disciplinadamente. Las distracciones deben ser reemplazadas por el enfoque. El pensamiento aplicado se ocupa del compromiso de ejecutar una decisión. Se focaliza en el proceso, en la acción.

En noviembre de 1905 llega al paupérrimo estudio del joven Pablo Ruiz Picasso, Gertrude Stein, una mujer estadounidense que junto a su hermano han dedicado su fortuna a reunir la mayor colección de pinturas de vanguardia. Le había comprado una decena de cuadros por una suma de 800 francos. Una fortuna para Pablo. Era una intelectual imponente, voluminosa, de orientación homosexual. Diferente a todas las mujeres que Pablo había conocido. Pablo, estaba impresionado por la fuerza que desprendía este personaje tan fuera de lo común. Sabe que se encuentra en presencia de la persona que puede cambiar su vida, y se ofrece a pintar su retrato. Ella acepta, y todos los días deja su elegante barrio, cruza París y llega al estudio para posar.

Sin embargo, por primera vez en su vida, Pablo se siente desconcertado por su modelo. A pesar de los continuos posados, no encuentra la solución para representar el rostro de esa mujer tan compleja. Para el gran seductor, el rostro de Gertrude Stein era un enigma sin solución. Millonaria, intelectual, agitadora cultural, pionera de la literatura moderna, mecenas, coleccionista de arte, Pablo no sabía cómo pintarla. El desafío se convierte poco a poco en una especie de obsesión. Una noche exclamó:

Estoy acabado, la fotografía ha sido inventada.

Pablo, de solo 24 años tomó la decisión de empezar desde cero. El 11 de mayo de 1906, dejó el retrato de Gertrude Stein inconcluso y decidió viajar de regreso a España. Fue a Gósol, un pequeño pueblo en las montañas al interior de Cataluña. En medio de ese entorno rural, se dedicó a realizar largas caminatas en soledad. Recorrió los campos, senderos y montañas en esas tierras de color ocre, pero, hizo su mayor descubrimiento en la iglesia del pueblo. En su interior encontró una pequeña estatuilla romana del siglo XII, era una virgen con un niño, la virgen de Gósol. Pablo quedó impresionado por la pureza de su rostro y sobre todo por el magnetismo de su mirada vacía. Era como si estuviera fija en la eternidad. Había encontrado lo que buscaba.

Ya en el otoño de 1906, de regreso en París, terminó el retrato. Dio al rostro una apariencia geométrica. Lo redujo a una máscara casi impersonal, con una mirada ausente, exenta de emoción. Cuando Gertrude Stein contempló el resultado, se alegró, pero le pareció una representación algo lejana. Pablo respondió:

No se preocupe, al final, llegará a ser usted exactamente así.

Efectivamente, el retrato de Gertrude Stein, se convirtió en el símbolo eterno de la escritora pionera de la literatura modernista. Al pintar este icono, Pablo inventó una nueva manera de plasmar el retrato, con un realismo próximo, pero al mismo tiempo alejado de la fotografía. Pablo se había convertido en Picasso. Gertrude Stein lo comprendió y colgó su retrato en un lugar prominente de su colección.

En muchas actividades, operamos con patrones rígidos, sesgos, atajos, automatismos y reacciones predeterminadas. Esto no es pensar. Es operar como máquinas. Pensar es la creación de posibilidades, opciones, ideas y oportunidades. Una mentalidad abierta, ya sea en las artes, los negocios o las ciencias implica procesos continuos de pensamiento analítico, intuitivo y pasar a la acción. Picasso advertía:

La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando.

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *