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Policrisis global

Las crisis desencadenan dos procesos contradictorios; el primero estimula la imaginación y la creatividad en la búsqueda de soluciones nuevas y el segundo es el intento de volver a una estabilidad anterior esperando una salvación providencial. En el marco del reciente Congreso Futuro 2023, Noam Chomsky, el lingüista y profesor emérito del MIT y de la Universidad de Arizona, señaló que la falta de racionalidad en el debate está afectando el modo en que abordamos problemas complejos como la guerra en Ucrania, la pandemia devastadora, la sociedad hiperconectada, el aumento en el flujo de inmigrantes, la alta inflación, la degradación del medioambiente, la fragilidad de los gobiernos y una democracia cada vez más debilitada. En sus palabras:

Estamos en una situación muy delicada como nunca antes. Si no lo discutimos seria e informadamente, será letal para la especie humana.

El Foro Económico Mundial realizado en Davos hace un par de semanas, emitió el Global Risks Report 2023, en el que indica que, para los próximos 2 años, el desafío más importante será la crisis del costo de vida, y a esta problemática, se le agregarán los desastres naturales, los fenómenos climáticos extremos y la confrontación geoeconómica. Indica el informe:

La erosionada cooperación geopolítica tendrá un efecto dominó en todo el panorama de riesgos globales a mediano plazo, incluida la contribución a una potencial policrisis de riesgos ambientales, geopolíticos y socioeconómicos interrelacionados vinculados con la oferta y demanda de recursos naturales.

Daniel Drezner, profesor de política internacional en su reciente artículo Are we headed toward a “polycrisis”? sostiene que no son solo los componentes dentro de un sistema los que están estrechamente interconectados. Son los propios sistemas (salud, geopolítica, medio ambiente) los que interactúan y se afectan mutuamente. Por lo tanto, si un sistema funciona mal, la crisis podría desencadenar la falla de otros sistemas, lo que provocaría efectos catastróficos de retroalimentación negativa y afectaría al mundo entero. Michael Lawrence, Scott Janzwood y Thomas Homer-Dixon del Instituto Cascade perteneciente a la Universidad Royal Roads en Columbia Británica, en su reciente artículo What is a global polycrisis? Afirman que como han demostrado la pandemia, el cambio climático y la invasión rusa de Ucrania, los riesgos sistémicos no se limitan a los sistemas globales en los que se originan:

Una crisis en un sistema global tiene efectos colaterales que se extienden a otros sistemas globales, creando o empeorando otras crisis allí. Las crisis globales ocurren cada vez menos de forma aislada; interactúan entre sí de modo que una crisis hace que una segunda sea más probable y profundiza sus daños generales. Por lo tanto, el concepto de policrisis destaca la interacción causal de las crisis en los sistemas globales.

El actual contexto requiere actuar y pensar de forma compleja, lo que hace referencia a la capacidad de conectar diferentes dimensiones de la realidad. Una realidad entendida como una trama de tejidos compuesta por infinidad de otros tejidos, con estructuras que se van haciendo cada vez más complejas a medida que la sociedad evoluciona, se interconecta y se hace más interdependiente. Por ello, para formarse una opinión fundamentada sobre un acontecimiento es necesario pensar en múltiples dimensiones. El mundo constituye un todo inseparable y no se puede comprender sin entender cada una de sus partes y el compuesto global que forma. Por ello, el pensamiento complejo tiene una función globalizadora que trata de abarcar todas las perspectivas para comprender la realidad.

Robin Wang en el libro How To Live A Good Life, escribió un artículo sobre el taoísmo. Wang explica que esta filosofía surgió en un periodo histórico de profundos cambios e incertidumbres. Era una época en la que las personas discutían acaloradamente sobre los valores morales, las creencias religiosas y la forma correcta de gobierno. Fue un periodo de grandes y profundos cambios económicos, políticos y sociales. Era un tiempo de conflicto en el que la desigualdad no tenía freno y las personas competían desesperadamente por la riqueza, el poder y el prestigio. Nacían nuevos estados y otros desaparecían. Algunos clanes, familias e individuos se enriquecían y otros se arruinaban. Además, era un momento de inminente desastre ambiental en el que los cambios provocados por el ser humano estaban amenazando a la sociedad en su conjunto. Era también un periodo en el que las personas aspiraban a tener una vida prolongada, sana y plena, pero constataban que eran incapaces de lograrlo. Esta era la forma de vida en China durante el periodo de los Reinos Combatientes, hace más de dos mil quinientos años.

Es en esa época y contexto que surge la filosofía del taoísmo, la cual se ocupa de estudiar la naturaleza para buscar soluciones a los problemas complejos relacionados con la incertidumbre, el conflicto, el desastre y la tristeza. Esto hace que el taoísmo sea tan relevante ahora como entonces. Aunque la ciencia, la tecnología, las estructuras sociales y las formas de gobierno han cambiado de manera significativa desde el periodo de los Reinos Combatienteslos problemas fundamentales de la existencia humana siguen siendo los mismos.

Josep Coll en su libro Zen Business, explica que Wuxing, a veces traducido como los cinco elementos, las cinco fases, los cinco agentes, o los cinco procesos, es un enfoque sistémico esencial del pensamiento filosófico taoísta. Esta teoría, establece que la energía de un sistema está en permanente movimiento, y adquiere cinco formas básicas: ascendentes, descendentes, de expansión, de contracción y de rotación. La interrelación entre estos cinco elementos se puede utilizar para explicar el movimiento y la transformación de todas las cosas. Este enfoque generó un modelo integrado y armónico de pensamiento sistémico que orientó las observaciones de los sabios taoístas, para estudiar, analizar, comprender e interpretar las dinámicas complejas que surgen en la naturaleza, la vida de las personas, las sociedades y el cosmos.

La idea central es que todo está influenciado por todo y tiene dinámicas similares. Al emplear el método de clasificar por analogía, los antiguos taoístas, establecieron amplias conexiones entre cinco categorías arquetípicas de los elementos de un sistema. Bulei Zuo en su artículo Wuxing Theory, señala que este enfoque puede entenderse fácilmente en términos de los ciclos de las estaciones del año. Los cinco componentes arquetípicos de un sistema son:

  • Madera: también llamado árbol, es el arquetipo del elemento del sistema que se expande. La madera se caracteriza por crecer, prosperar, florecer, generar, estirarse, alisarse, literalmente brotar y crecer luego de un largo periodo de hibernación. Tiene la capacidad de transformar ideas en cosas concretas. Representa la iniciación y el amanecer. Se asocia a la primavera, surge como el inicio de un nuevo ciclo de vida. Está vinculada a la juventud, a la inspiración, al entusiasmo y a la vitalidad. Es un elemento activo que brinda frescura y novedad. Su color es el verde. Es un período de crecimiento, de abundante energía. La madera es una energía creativa que crece gracias al agua y a partir de ella se genera el fuego.
  • Fuego: es el arquetipo del elemento del sistema que sube, asciende, se eleva. La naturaleza del fuego es esa actitud intensa que caracteriza los días del verano y las horas del mediodía, cuando las plantas y los animales alcanzan su mayor vitalidad. Es una energía intensa de dentro hacia fuera, dinámica, apasionada, carismática y aventurera. El fuego ilumina, abrasa y produce una sensación de confort, pero en exceso puede quemar y destruir. Es poderoso, entusiasta, su color es rojo. En el verano, la temperatura sube y todo tiende a florecer, cambiar, ascender con el calor y la vitalidad del sol. Es un período de hinchazón y florecimiento. El fuego es una energía intensa que se alimenta de la madera y a partir de sus cenizas se produce tierra.
  • Tierra: es el arquetipo del elemento transicional del sistema que rota y transita. La tierra simboliza el sustento, la base, los recursos y la compasión. Es callada y tranquila, se asocia con el tiempo de la cosecha, la tarde y el fin del verano. Su color es el amarillo. La tierra es paciente, prudente, diligente y disciplinada. Se asocia con la confianza e integridad. Está motivada para proporcionar un servicio a los demás. Facilita el crecimiento y la transformación. Es la fuente de todo lo que representa sembrar, cosechar, producir y engendrar. El otoño es la estación típica cuando se construye y se siembra. Es la etapa de la madurez y la cosecha de los esfuerzos anteriores. La tierra es el elemento que regula el cambio de las estaciones, es producida por el fuego y genera metal.
  • Metal: es el elemento del sistema que se contrae. El metal representa el atardecer y las primeras horas de la noche. Representa el término del ciclo, los resultados, la cosecha. Es una energía conductora que formatea, solidifica y consolida procesos y objetos. Se asocia con el invierno, cuando se acaban las tareas emprendidas, se guarda y se recolecta. Puede ser moldeado a pesar de su rigidez. El metal tiene la propiedad de ser un material precioso de mucho valor y utilidad, pero también puede servir para construir armas. Se asocia con el poder de decisión, la justicia y la honradez. Su color es el gris. El metal es una energía de convergencia que se genera de la tierra y produce agua.
  • Agua: es el elemento del sistema que desciende. El agua representa la regeneración, ya que su energía conduce al reposo físico y mental, así como a los estados de autorreflexión. Su color es el azul. Representa la sabiduría. Fluye siempre hacia abajo y se adapta a cualquier recipiente y circuito. Es cohesiva, emocional, intuitiva y flexible. Se asocia con la inteligencia y la sagacidad. Es suave, transparente y blanda, pero en exceso tiene la capacidad de destruir cualquier recipiente que intente detenerla. Se representa por el invierno, la última estación que concluye el ciclo pero que también engendra el comienzo de uno nuevo. Es un período de retiro, donde la quietud impregna todo. El agua es una energía potencial que brota del metal y nutre la madera.

El ideal taoísta de la felicidad es la armonía. Por lo cual, en este modelo, hay dos ciclos regulatorios fundamentales que tienen como objetivo la búsqueda del equilibrio del sistema como un todo.

  • Ciclo de creación: cada elemento o fase tiene el potencial de nutrir al siguiente: la madera alimenta al fuego, el fuego produce la tierra, la tierra genera el metal, el metal produce el agua, y finalmente el agua nutre a la maderaEn una proporción equilibrada de cada elemento el ciclo de creación, es virtuoso y armónico. Sin embargo, la observación muestra que los elementos no siempre están presentes en la naturaleza de una forma equilibrada. En una sequía, puede abundar tierra, madera y fuego y carecer de agua. Los elementos, cuando se presentan por exceso o por defecto, tienen la potencialidad de desequilibrar el sistema, por lo que se requiere el ciclo de restricción para regularlo.
  • Ciclo de restricción: tiene como propósito reestablecer el equilibrio del sistema, para asegurar el flujo adecuado de energía entre las fases y evitar el colapso. La restricción es entendida como la fuerza opuesta a la creación. Un elemento restringe y modera a su opuesto, por lo que su función es regular al elemento contrario. La madera puede debilitar o romper la tierra. La tierra puede estancar el agua. El agua puede controlar y apagar el fuego. El fuego puede derretir y fundir el metal. El metal puede cortar la madera. Este ciclo restringe, controla y drena la energía del elemento que se manifiesta en exceso en una lógica relacional.

Un funcionamiento fluido de ambos ciclos conduce al equilibrio y la armonía del sistema en su conjunto. El taoísmo refleja estos constantes cambios, movimientos y transitoriedad. En el mundo taoísta, el hombre y la naturaleza están unidos. El taoísmo compara la vida con un río. El río tiene un curso o varios cursos. La mayor parte de nuestras vidas nadamos contra la corriente. Creemos que debemos y podemos manipular el entorno para sobrevivir, aunque la mayoría de los procesos que están tanto dentro como fuera de nosotros, están fuera de nuestro control. El enfoque taoísta es más bien navegar por el río en lugar de intentar controlarlo.

Cuenta la leyenda que Laozi, considerado el fundador del taoísmo filosófico, siendo anciano, frustrado por la decadencia del Imperio, decidió partir hacia el Occidente. Al llegar a la frontera, el guardia le exigió como tributo de paso que escribiera un texto con toda su sabiduría. Tal vez este es un momento oportuno y no menos urgente de hacer el esfuerzo de abrirnos a incorporar percepciones, sensibilidades, creencias, discursos y enfoques distintos, para abordar los problemas globales del mundo, contemplando las particularidades locales en interacción con la totalidad. Rabindranath Tagore en La religión del hombre escribió:

Las civilizaciones que se desarrollaron en la India o la China, Persia o Judea, Grecia o Roma, son semejantes a otros tantos picachos de montañas, de altitud diferente y flora y fauna diversas, pero pertenecientes, no obstante, a una misma cordillera. No existe entre ellos ninguna barrera que en absoluto los incomunique; idéntica es su base y unos y otros afectan a la meteorología que a todos es común.

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