Equipo
barco en el hielo

¿Fracaso?

Cuenta la leyenda que en 1907 el explorador inglés Ernest Shackleton publicó en el Times un anuncio para reclutar la tripulación de su expedición que cruzaría a pie por primera vez el continente Antártico:

Se buscan hombres para un viaje peligroso. Bajo sueldo, mucho frío, largos meses de completa oscuridad. Peligro constante, sin garantía de regreso. En caso de éxito, honor y reconocimiento.

Más de cinco mil voluntarios respondieron al llamado, Shackleton seleccionó personalmente a sus veintiséis tripulantes, a los que posteriormente se les unió un polizón. El financiamiento de la expedición fue muy difícil. Winston Churchill manifestó:

Suficientes vidas y fondos se han gastado ya en esa estéril cruzada. El Polo ya se ha descubierto. ¿Cuál es la utilidad de otra expedición?

Sin embargo, nada consiguió detener a Shackleton, el que salió de Inglaterra a la Antártida en 1914. El plan era navegar en el Endurance, a Argentina, luego a la Antártida. Cruzar el continente caminando, y en el otro extremo otra tripulación los recogería.

El barco se detuvo en una estación ballenera de la isla Georgia del Sur. Algunos de los balleneros aconsejaron a Shackleton que esperara hasta el año siguiente, porque el mar de Weddell estaba congelado. Shackleton esperó un mes a que el clima mejorara. No fue así, y el 5 de diciembre de 1914, Shackleton tomó la decisión de partir a la Antártida. Seis semanas después el Endurance quedó atascado en el hielo.

Hicieron todos los esfuerzos posibles para liberar el barco, pero sin éxito. Estaban varados a 1,200 millas de la civilización sin medios de comunicación y sin esperanza de rescate.

El 24 de octubre de 1915, las cosas empeoraron, el hielo comenzó a aplastar el barco. Descargaron los equipos preparándose para lo peor, y tres semanas después, el Endurance se hundió, quedando los 28 hombres aislados con tres botes salvavidas y un montón de equipo. Nadie sabía dónde estaban y, en Inglaterra, suponían que habían muerto.

El 21 de noviembre de 1915, Shackleton escribió en su diario: Un hombre debe abocarse a una nueva meta tan pronto como la anterior fracasa.Su sueño de atravesar la Antártida se había esfumado, sin embargo, ahora tenía otro: sacar con vida de allí a su tripulación y devolverla sana y salva a sus hogares. Shackleton sabía que nadie vendría a ayudarlos, si iban a sobrevivir, dependería de él.

Para Shackleton el bienestar de su tripulación era su máxima prioridad. Los conocía personalmente y comprendía sus puntos fuertes y su estilo. Dennis Perking en Lecciones de liderazgo. Las 10 estrategias de Shackleton en su gran expedición antártica señala el siguiente testimonio de un tripulante:

Shackleton, en privado, me forzó a aceptar la galleta de su desayuno, y me hubiera dado otra esa noche si yo lo hubiera permitido. No creo que nadie en el mundo pueda valorar cuánta generosidad y empatía ha mostrado con este gesto: yo sí, y juro por Dios que nunca lo olvidaré. Miles de libras no hubieran podido comprar esta galleta.

Hicieron varios intentos de cruzar el hielo con los botes salvavidas en trineos y con perros. Pero, después de unos meses, el hielo comenzó a derretirse y el lugar se volvió demasiado peligroso para quedarse.

El 9 de abril, abordaron los tres botes salvavidas con dirección a isla Elefante. En el camino Shackleton cambió el plan cuatro veces, cuando surgía nueva información, él evitaba apegarse emocionalmente a un plan en particular, sin importar cuánto tiempo hubiera pasado ideándolo. Luego de una travesía de 15 días, llegaron a isla Elefante, no encontraron a nadie que pudiera ayudarlos, pero estaban en tierra firme. Los hombres estaban agotados, casi sin comida y desmoralizados.

En estas condiciones, Shackleton decidió tomar uno de los botes salvavidas, y con algunos de los hombres más experimentados navegar a través del mar de Weddell hasta la estación ballenera de Georgia del Sur, desde donde habían salido. Al cabo de tres semanas de navegación llegaron a su destino.

Shackleton tardó cuatro meses más en conseguir un barco para volver en busca de su tripulación. Tres intentos consecutivos de rescate fracasaron: el primero fue con el Southern Sky, que tuvo que darse la vuelta a sesenta millas de isla Elefante; el segundo con el Instituto de Pesca, que también tuvo que regresar a sólo veinte millas de su destino, y un tercero a bordo del Emma, que también fracasó.

Shackleton, volvió a intentar el rescate el 25 de agosto, esta vez a bordo de la escampavía Yelcho, comandada por Luis Pardo Villalón (el Piloto Pardo) y tripulantes chilenos, el carácter de Luis Pardo puede ser evaluado en una carta que escribió a su padre poco antes de zarpar hacia la Antártida:

La tarea es grande, pero nada me da miedo: soy chileno. Dos consideraciones me hacen hacer frente a estos peligros: salvar a los exploradores y dar gloria a Chile. Estaré feliz si pudiese lograr lo que otros no. Si fallo y muero, usted tendrá que cuidar a mi Laura y a mis hijos, quienes quedarán sin sostén ninguno a no ser por el suyo. Si tengo éxito, habré cumplido con mi deber humanitario como marino y como chileno. Cuando usted lea esta carta, o su hijo estará muerto o habrá llegado a Punta Arenas con los náufragos. No retornaré solo.

El 30 de agosto de 1916 llegaron, a Isla Elefante y rescataron a los 22 náufragos. Toda la tripulación de Shackleton consiguió sobrevivir, y aquel “fracaso” hoy en día es considerado un ejemplo de superación personal y liderazgo.

Como escribe Margaret Morrell y Stephanie Capparell en Shackleton’s Way: Leadership Lessons from the Great Antarctic Explorer:

Su enfoque de un liderazgo centrado en las personas puede ser una guía para cualquiera en una posición de autoridad.

Sus hombres describían a Shackleton como un “vikingo con corazón de madre”. Raymond Priestley, un geólogo que trabajó con los tres grandes exploradores polares, resumió así las virtudes de cada uno:

Como jefe de una expedición científica, elegiría a Scott; para un raid polar rápido y eficaz, a Amundsen; pero en medio de la adversidad, cuando no ves salida, ponte de rodillas y reza para que te envíen a Shackleton.

Se dice que Shackleton, ha sido el “líder más grande que jamás haya venido a la tierra de Dios, sin excepción”, no estoy seguro de esta afirmación, sin embargo, algunos años después de aquella expedición, un entrevistador preguntó a un miembro de su tripulación cómo habían sobrevivido ante un desafío de tal envergadura, aquel hombre lo resumió en una palabra: “Shackleton”.

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