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Mitología personal

Big Fish dirigida por Tim Burton es una película que trata sobre la reconciliación entre un padre moribundo Edward Bloom y su hijo Will.

En la fiesta de matrimonio de Will su padre Edward cuenta nuevamente la historia del día en que nació Will, afirmando que atrapó un enorme pez usando como carnada su anillo de bodas. Las historias de Edward incluyen salvar a una ciudad de un gigante, descubrir una aldea secreta en medio de un bosque, unirse a un circo vietnamita y una gran cantidad de otras aventuras fantásticas.

El pez es el hilo conductor de la película que aparece de principio a fin. Cuando Edward era niño, leyó sobre un pez que cambiaba de tamaño dependiendo del entorno en que estaba. Si la pecera era suficientemente grande, el pez podía triplicar su tamaño.

¿Alguna vez pensaste que tal vez no eres demasiado grande, pero, tal vez esta ciudad es demasiado pequeña?

Cuando era niño, a Will le encantaban las historias de su padre, pero cuando creció, comenzó a dudar de su veracidad. No podía aceptar que su padre no se ciñera a los hechos en sus historias, por lo que intenta convencer a su padre de que diga la verdad, pero su padre insiste en que sus historias son verídicas. En su fiesta de matrimonio, Will discute seriamente con su padre y le dice:

Soy una nota al pie de esa historia papá, el contexto de tu gran aventura. Lo que, dicho sea de paso, nunca sucedió.

Big Fish trata sobre nuestra mitología personal, esa mezcla de realidad y ficción de los cuentos que dan forma a nuestra construcción autobiográfica. Will señala:

Al contar la historia de la vida de mi padre, es imposible separar la realidad de la ficción: el hombre del mito.

David Feinstein y Stanley Krippner en el libro Personal Mythology,sostienen que nuestras historias y cuentos estructuran nuestra conciencia y nos señalan el rumbo que damos a nuestra vida. Advierten que, si nos basamos en una mitología personal inconsciente o en una mitología impuesta por nuestro grupo social, tenderemos a ver solo un camino posible, rigidizando y limitando nuestras oportunidades.

Los mitos personales no son lo que piensas que son. No son creencias falsas, no son historias que nos contamos para explicar nuestras circunstancias y comportamientos. Tu mitología personal es la vibrante infraestructura que dirige tu vida, aunque no nos demos cuenta de ello. Vivimos a través de nuestra mitología, consciente e inconscientemente.

Creamos historias desde niños y seguimos creándolas durante toda nuestra vida. Lo narrativo es natural en nosotros; es la manera que tenemos de organizar e integrar contextos, ideas, emociones y sensaciones. Los cuentos son parte integral de nuestra naturaleza y construyen la realidad en la que vivimos. Hay varias razones por las que hacemos esto. Una de ellas es recordar. Jennifer Aaker, profesora de marketing en la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford, señala:

La información que se brinda en forma narrativa se retiene hasta 22 veces más que solo hechos.

Con nuestro cerebro podemos viajar a través del tiempo y el espacio, recordando lugares de importancia, evocando imágenes y emociones de experiencias pasadas reales o imaginadas. Nuestros recuerdos son nuestras vidas y una base fundamental de nuestra cultura. Nuestros recuerdos dan forma a nuestra identidad presente y futura.

Eleanor Maguire, profesora de neurociencia cognitiva en la University College de Londres, en su charla The Neuroscience of Memory, explica que nuestro cerebro no funciona como una computadora que almacena archivos y luego los recupera tal como los guardó. Sino que cada vez que recuperamos un recuerdo, lo modificamos ligeramente. Nuestra memoria es reconstructiva. Siempre que pensamos que estamos recordando algo con una imagen perfecta, en realidad estamos cambiando ese recuerdo, de acuerdo con nuestro estado de ánimo, objetivos y contexto.

Como el pescador que cuenta cómo pescó un pez, y cada vez que vuelve a contar la historia, el pez crece. Por si esto no fuera suficiente, si hay un vacío en nuestra memoria, nuestro cerebro se encarga de rellenar los espacios con algo lógico o deseable.

Nuestra memoria no es una grabadora de video. Nuestros recuerdos son el resultado orgánico de las conexiones neuronales de nuestro cerebro que pueden alterarse y reformarse cada vez que se recuperan.

La memoria es una reconstrucción dinámica de nuestras experiencias mentales, susceptible de ser influenciada por nuestro conocimiento, creencias, metas, estado mental, emociones y contexto social. Por lo tanto, lo que se recupera de la memoria puede ser sustancialmente diferente de lo que se experimentó inicialmente, y lo que se experimentó también puede diferir radicalmente de lo que realmente ocurrió.

En el estudio Integrating new memories into the hippocampal network activity space investigadores de la Universidad de Oxford y el Imperial College de Londres, descubrieron que la disposición de los recuerdos existentes en el cerebro se altera cuando incorporamos nuevos recuerdos. De hecho, la arquitectura del cerebro es tan compleja, que en lugar de tener que olvidar experiencias antiguas para dejar espacio a las nuevas, nuestro cerebro absorbe la nueva información al tiempo que permite que los recuerdos nuevos y antiguos interactúen. Por lo tanto:

  • Nuestros recuerdos no son entidades fijas.
  • Nuestra memoria episódica, de eventos específicos, está altamente interrelacionada con nuestra memoria semántica, de conocimientos genéricos.
  • Los recuerdos que están cargados de emociones se recuerdan mejor que los que no lo están.

Juan Linde-Domingo, investigador de la Universidad de Birmingham en el estudio Evidence that neural information flow is reversed between object perception and object reconstruction from memory,sostiene que:

Sabemos que nuestros recuerdos no son réplicas exactas de las cosas que experimentamos originalmente.

La memoria es un proceso reconstructivo, sesgado por el conocimiento personal y nuestras visiones de mundo; a veces incluso recordamos eventos que en realidad nunca sucedieron. Steve Joordens, en su libro Memory and the Human Lifespan, explica que el verdadero propósito de nuestra memoria, no es reflexionar sobre el pasado.

La memoria es cualquier momento en el que una experiencia pasada tiene un efecto sobre el comportamiento actual o futuro.

En otras palabras, la memoria no se trata del pasado; la memoria se trata del presente y del futuro. Las ideas y recuerdos que habitan nuestra realidad, sus características, la manera de organizarlas y de clasificarlas, las acciones que esas cosas pueden hacer y padecer, las relaciones entre ellas, todo ello está determinado por las narrativas que construimos con ellas. Somos las historias que nos contamos sobre nosotros mismos, y las que nos contamos a nosotros mismos. No es posible comprendernos sin conocer las historias que nos constituyen y los cuentos que nos contamos.

Fernando Vidal en su artículo Contextual Biography and the Evolving Systems Approach to Creativity explica que nuestras narrativas autobiográficas son las interpretaciones que hacemos de nuestra existencia. Median entre nosotros y nuestra vida, la historia y la memoria, la identidad y la imaginación, nuestras historias personales son interpretaciones que hacemos de nuestras experiencias y nosotros mismos, relatos en los cuales nos autocreamos. El creador autobiográfico crea y a su vez es creado por su propia creación. Don Norman en Things that Make Us Smart, señala:

Las historias son acontecimientos cognitivos importantes porque comprenden, en un paquete condensado, información, conocimiento, contexto y emoción.

Nuestra mitología personal se encuentra entre literatura e historia, o, mejor dicho, entre ficción y no ficción. Robert Atkinson en su libro The Life Story Interview, señala:

Damos sentido a nuestras vidas a través de la historia. La narración, en su forma cotidiana más común, es dar un relato narrativo de un evento, una experiencia o cualquier otro hecho.

Construir una mitología personal sana, implica poner atención a las historias y relatos que nos contamos y contamos a los demás. Poner atención a lo que decimos y lo que no decimos, las palabras que usamos y las que evitamos. A partir de ahí, nuestros relatos personales no se compondrán solo de lo conocido y repetido, sino que se pueden abrir a nuevas opciones, nuevas interpretaciones, quizá más creativas, saludables y poderosas.

Reflexionar sobre las historias que constituyen nuestra mitología personal y las historias que dan forma a nuestra vida, puede hacerse de muchas formas. Por ejemplo, podemos dividir nuestra vida en periodos de 10 años y luego identificar eventos relevantes que ocurrieron durante esos periodos. O podemos pensar en los hechos más significativos que recordamos. Luego, podemos hacernos preguntas sobre esos periodos:

  • ¿Cuáles eran mis preocupaciones principales?
  • ¿Cuáles eran mis fuentes fundamentales de satisfacción?
  • ¿Cómo veo mi posición dentro de la sociedad de la cual formaba parte: mis limitaciones, privilegios y responsabilidades?
  • ¿Qué elecciones se convirtieron en oportunidades que cambiaron mi vida?
  • ¿A qué valores intenté mantenerme apegado?

Estas preguntas y reflexiones, ayudan a reestructurar las historias que conforman nuestra mitología personal de forma tal que sea más motivadora e inspiradora. Resignificar cargas de confusión, dolor y sufrimiento. Utilizar el pasado como experiencia para abordar con mayor sabiduría el hoy y el mañana. Editar y reinterpretar nuestras historias y experiencias las veces que sea necesario, mirándolas desde nuevas perspectivas.

Los buenos historiadores no se limitan simplemente a reportar hechos que ocurrieron en el pasado. En lugar de eso, interpretan lo que ocurrió desde ángulos diferentes, destacando contextos históricos previamente desconocidos y ofreciendo una base de acción para el presente. Los grandes historiadores incluso van más allá, predicen tendencias, nos inspiran y ayudan a diseñar un futuro mejor.

Una mitología rica e inspiradora dentro de nosotros mismos, nuestras familias y organizaciones, permite reconciliar nuestra lógica con nuestra intuición, nuestros egos con nuestras sombras, nuestros mitos antiguos y nuevos, y nuestras necesidades personales con las de nuestra comunidad.

Explicitar, enriquecer y mantener actualizada nuestra mitología personal nos ofrece la oportunidad de crear una fuente de energía para extraer esperanza y entusiasmo en el presente y futuro. Buenas historias nos permiten sentir, recordar, imaginar, identificarnos, relajarnos y divertirnos.

En el funeral de Edward Bloom, todos están reunidos en grupos, contando historias y sonriendo. Una vida se compone de muchas pequeñas historias y la misma historia puede sentirse diferente desde otros puntos de vista, dándole así un nuevo significado. Construyamos buenas historias, incluso si son cuentos fantásticos. Al final de todo, es nuestra infraestructura de vida. Will concluye:

Los hombres cuentan sus historias tantas veces, que se convierten en sus historias. Siguen vivas después de él. Y de algún modo llega a ser inmortal.

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