Conciencia

Gratitud

Para muchos de nosotros, la actual pandemia ha sido una experiencia muy difícil de manejar. No sabemos exactamente cómo nos afectará, cuánto tiempo durará y qué tan mal se pondrán las cosas.

El golpe es múltiple: la amenaza constante de nuevas olas y variantes, graves consecuencias en la salud física y mental, soledad por el aislamiento, pérdida de seres queridos, fuertes repercusiones económicas, pérdida de trabajo, cambios en la dinámica de vida y un miedo e incertidumbre constante.

La vida siempre ha estado llena de cambios y preocupaciones por el futuro. Sin embargo, hoy vivimos un clima de miedo e incertidumbre de alcance global, con impactos profundos y complejos. La semana recién pasada se encendieron nuevamente las alarmas mundiales cuando el gobierno chino emitió el siguiente comunicado a las familias:

Almacenar una cierta cantidad de artículos de primera necesidad según sea necesario para hacer frente a la vida diaria y las emergencias.

El aviso del ministerio de comercio chino, también dio instrucciones a las autoridades para que tomen medidas que faciliten la producción agrícola, mantengan operando las cadenas de suministro, garanticen que las reservas regionales de alimentos sean adecuadas y conserven estables los precios.

Joanna Bourke en su libro Fear: A Cultural History, afirma que la sociedad de la información nos ha acercado mucho más a todo tipo de miedos. Los miedos se han globalizado, la pandemia, el terrorismo, el crimen organizado, la violencia, el cambio climático, las crisis políticas y económicas, son algunos ejemplos que hacen que hoy tengamos motivos de sobra para sentirnos más inseguros que en siglos pasados. Antes estábamos en contacto con miedos, locales, inmediatos y obvios, en cambio ahora estamos inmersos y confrontados con todos los miedos del mundo. Las redes sociales y los medios de comunicación, no solo activan, estimulan y magnifican nuestros propios miedos, sino también los de las personas que nos rodean.

Un animal sin miedo a sus enemigos e incluso a las fuerzas de la naturaleza tiene muy bajas posibilidad de sobrevivir. El miedo es una respuesta emocional perturbadora, automática, normalmente de duración reducida y difícilmente evitable. Se considera un mecanismo de supervivencia útil y beneficioso, porque permite anticipar y reaccionar ante los peligros del entorno. Aunque su base es genética y evolutiva, también se desarrolla en el proceso de aprendizaje específico de cada persona. Francesc Mestres y José Vives-Rego en su artículo Reflexiones sobre el miedo en el siglo XXI, señalan:

Con mucha frecuencia el miedo tiene su base en lo desconocido […] el miedo en definitiva es el reconocimiento de nuestra vulnerabilidad y por tanto conlleva valores como la protección, la prudencia, la ayuda mutua, el evitar daños trascendentales, etc.


El miedo, de manera especial en los humanos desempeña un papel crucial, ya que nos alerta de los peligros que nos acechan y puede activar dos expresiones contrapuestas:

  • Miedo paralizante: bloquea la actividad de la razón y del cuerpo, incapacita, aliena y destruye.
  • Miedo intuitivo: nos previene de peligros y daños, sirve para explorar qué podemos, debemos y tenemos que hacer ante los riesgos.

Todos somos diferentes en la cantidad de miedo e incertidumbre que podemos tolerar. Algunas personas parecen disfrutar de los cambios, sin embargo, otras encuentran profundamente angustiante la impredecibilidad y la aleatoriedad de la vida. Vivir en un estado de constante miedo e incertidumbre puede llevarnos a una espiral emocional descendente de interminables qué pasaría si. Frente al miedo y la incertidumbre, todos tenemos un límite.

La actual pandemia se ha convertido en el mayor experimento sicológico de la historia. Está conduciendo a una ciencia sin precedentes no solo en virología, sino también en salud mental y resiliencia. Los investigadores del comportamiento humano han podido medir los impactos psicológicos en tiempo real y se esfuerzan por identificar qué podría ayudar a las personas a sobrellevar esta situación de miedo e incertidumbre constante. A diferencia de otras experiencias, como ataques terroristas, catástrofes medioambientales, guerras, e incluso el H1N1 o el Zika, ocurrieron durante períodos finitos y con alcance local. Sin embargo, el COVID-19 ha permitido nuevas direcciones de investigación con estudios longitudinales, de largo aliento. Dennis Charney de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, comenta:

Habrá una ciencia completamente nueva de la resiliencia. Podríamos aprender cómo ayudar a las personas a ser más resilientes antes de que sucedan estas cosas.

Tal como aconsejaba Cicerón hace más de 2.000 años, las investigaciones científicas han corroborado que la gratitud es la clave:

La gratitud no es solo la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás.

La palabra gratitud se deriva de la palabra latina gratia, que significa gracia, gentileza o agradecimiento. La gratitud es un agradecimiento por lo que recibe una persona ya sea tangible o intangible. Con gratitud, una persona reconoce la bondad, la sensación que ha recibido algo inmerecido. Estar agradecido nos ayuda a conectarnos con algo más grande que nosotros mismos como individuos, ya sea con otras personas, la naturaleza o un poder superior.

Robert Emmons de la Universidad de California y Michael McCullough de la Universidad de Miami, han realizado gran parte de la investigación científica sobre la gratitud. En un estudio, pidieron a todos los participantes que escribieran cada semana un texto enfocándose en temas específicos. Un grupo debía escribir sobre cosas por las que estaban agradecidos que habían ocurrido durante la semana. Un segundo grupo debía escribir sobre los problemas y dificultades de la semana, y un tercer grupo debía escribir los acontecimientos positivos y negativos que les habían ocurrido en la semana. Luego de 10 semanas, las personas del grupo que escribió sobre la gratitud fueron más optimistas y se sintieron mejor con sus vidas. Sorprendentemente, también hicieron más ejercicio y tuvieron menos problemas de salud que los que se enfocaron en los problemas y dificultades.

Martin Seligman, de la Universidad de Pensilvania, realizó una investigación con 411 personas. La tarea era escribir y entregar personalmente una carta de agradecimiento a alguien a quien nunca se le había agradecido debidamente por su amabilidad, los participantes inmediatamente mostraron un enorme aumento en las puntuaciones de percepción de felicidad. El impacto fue mayor que cualquier otra intervención y sus beneficios fueron duraderos.

Desarrollar la gratitud no altera nuestras circunstancias, pero cambia nuestra perspectiva. El miedo no desaparece, pero practicar la gratitud ayuda a manejar los miedos. Robert Emmons y Cheryl Crumpler en su artículo Gratitude as a human strength sostienen que la gratitud es un estado emocional y una actitud hacia la vida que opera como una fuente de fortaleza que mejora el bienestar personal y relacional.

La gratitud ha sido conceptualizada como una emoción, una virtud, un sentimiento moral, un motivo, una respuesta de afrontamiento, una habilidad y una actitud. Son todos estos y más. Como mínimo, la gratitud es una respuesta emocional a un regalo. Es el aprecio que se siente después de haber sido beneficiado por un acto altruista.

Emmons profundiza en la definición de gratitud en el artículo Gratitude as a Psychotherapeutic Intervention, en que, junto a Robin Stern, señalan:

La gratitud se asocia con la percepción de que uno ha recibido un beneficio personal que no fue buscado, merecido o ganado intencionalmente, sino más bien debido a las buenas intenciones de otra persona.

Según Emmons, la gratitud involucra dos etapas:

  • En primer lugar, reconocemos que hemos recibido algo que es bueno para nosotros.
  • En segundo lugar, reconocemos que las fuentes de esta bondad están fuera del yo.

Las dos etapas de la gratitud comprenden el reconocimiento de que hay bondad en nuestra vida. Reconocemos que incluso en las circunstancias más complejas que podemos experimentar hay alguien que se ocupa de hacer que nuestra vida sea mejor. No todo está roto. Podría ser peor. La gratitud amplía nuestra visión y cambia nuestro enfoque.

Identificar deliberadamente las cosas buenas que nos ocurren, cosas por las que estar agradecido, cosas por las que estar feliz, nos da más optimismo y percibimos el contexto mejor. No podemos controlar nuestras circunstancias, menos en las actuales condiciones, pero podemos elegir nuestra respuesta a esas circunstancias.

La esperanza puede ser algo difícil de mantener, especialmente cuando sentimos miedo, incertidumbre y ansiedad. Uno de los efectos positivos que se derivan de la práctica constante de la gratitud es que nos mantiene más optimistas. El miedo siempre viene con una historia, trata de crear los peores escenarios. La gratitud ayuda a regular esas historias. Nos impulsa a permanecer en el presente y a mantener a raya nuestra tendencia a realizar predicciones catastrofistas. Cuando aparece el miedo, la mayoría de nosotros nos ensimismamos y construimos muros a nuestro alrededor. La gratitud nos saca de nuestra burbuja autoimpuesta y opera como un antídoto natural contra el miedo y la incertidumbre. Emmons señala:

No puedes sentirte agradecido y con miedo al mismo tiempo. Son sentimientos incompatibles.

La práctica diaria de la gratitud ha demostrado ser muy efectiva. Una práctica común es tener un diario de gratitud. Guy Winch, en su libro Emotional First Aid, señala:

Escribir un párrafo todos los días sobre una cosa por la que estamos realmente agradecidos y por qué esa cosa es significativa para nosotros […] introduce pensamientos y sentimientos positivos en un clima emocional que se inclina demasiado hacia lo negativo.

En forma personal, recomiendo reservar unos minutos al final del día para reflexionar y escribir:

  • 3 cosas que salieron bien en el día por las que estamos agradecidos.
  • Anotar los detalles de lo que fue bien en el día.
  • Registrar cómo nos sentimos al respecto.

La gratitud no es una curación rápida ni un alivio inmediato al miedo y a la incertidumbre. No esperamos milagros cuando escribimos un diario de gratitud; sino ampliar la visión de nuestra vida y circunstancias. En 1957 Albert Camus al saberse ganador del Premio Nobel de Literatura, le escribió una carta a su profesor de la infancia en Orán, Argelia:

Querido señor Germain:

He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Le mando un abrazo de todo corazón.

Albert Camus

Al igual que el diario de gratitud, las cartas de gratitud nos ayudan a tomar conciencia, de todas aquellas personas que nos ofrecieron su apoyo cuando más lo necesitábamos. Escribir una pequeña nota de agradecimiento a esas personas especiales, activa nuestro sentido de gratitud y en los destinatarios imagino al menos una sonrisa. Las notas pueden ser tan cortas como queramos, pero deben expresar nuestros sentimientos, asegurar que lleguen y no esperar respuestas.

Ser agradecido reconfigura nuestro cerebro para ver con más detalle la notable cantidad de cosas positivas que nos han ocurrido y nos sostienen. Y tal vez, nos motivarán a agradecer no solo los regalos que ya hemos recibido, sino también los que aún están por llegar. Ralph Waldo Emerson aconsejaba:

Cultiva el hábito de estar agradecido por todo lo bueno que te llega y de dar gracias continuamente. Y debido a que todas las cosas han contribuido a tu avance, debes incluir todas las cosas en tu gratitud.

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