adaptación

Recableado

Un antiguo relato sufí, cuenta la historia de un herrero que fue encarcelado injustamente, pero logró fugarse.

Su mujer, le confeccionó una alfombra para que realizara sus oraciones diarias. Cumplió con su ritual, hasta que un día se dio cuenta que en la alfombra estaba tejido el diseño de la cerradura de su celda. Hizo un trato con los carceleros para conseguir herramientas y así fabricar objetos, que ellos pudieran vender con beneficios. Mientras tanto, también utilizó las herramientas para hacer una llave y un día se fugó.

Como todo cuento sufí, la enseñanza muestra que comprender el diseño de la cerradura que nos mantiene presos en una condición puede ayudarnos a confeccionar la llave necesaria para escapar.

Es frecuente que nos percibamos atrapados experimentando reacciones, sentimientos e incluso situaciones repetitivas. Identificados con patrones emocionales y convicciones sobre lo que somos, cómo son los que nos rodean e incluso cómo es el mundo en que habitamos. Tendemos a pensar que nuestras acciones son impulsadas por la intención consciente. Sin embargo, la mayoría de ellas son impulsos y respuestas automáticas. En The Upward Spiral el neurocientífico Alex Korb señala:

Mientras que en las acciones intencionales interviene la corteza prefrontal, los hábitos son controlados por el cuerpo estriado, un antiguo centro de procesamiento en la parte profunda del cerebro.

El cuerpo estriado, a diferencia de la corteza prefrontal, no es racional, al menos no en la forma en que normalmente entendemos el término racional.

No hay una definición consensuada de lo que entendemos por mente. Hay descripciones de sus actividades, incluidas las sensaciones, sentimientos, pensamientos, recuerdos y la atención, aunque en realidad no se sabe con certeza cómo funcionan estos procesos. Daniel Siegel, profesor de psiquiatría clínica en la Escuela de Medicina de la UCLA, en su libro Aware, propone cuatro facetas de la mente:

  1. Conocimiento: Hechos sabidos y entendimiento.
  2. Experiencia subjetiva: tener conciencia en primera persona de estar vivos.
  3. Procesamiento de información: dar sentido simbólico al flujo de información del cerebro, cuerpo y relaciones sociales.
  4. Autoorganización: proceso que ordena y coordina recurrentemente el sistema y surge de las interacciones entre sus mismos componentes.

Se puede optimizar el desarrollo de un sistema complejo, pero también restringirlo. Cuando no se optimiza, el sistema tiende al caos o a la rigidez. Cuando se optimiza, tiende a la armonía, de manera que acaba siendo más flexible, adaptativo, coherente, enérgico y estable. La buena noticia es que, en un sistema complejo como la mente, pequeños cambios a veces pueden tener grandes efectos.

Una mente integrada puede optimizar su autoorganización y crear estados de mayor armonía y equilibrio. La correlación de las partes de un sistema complejo permite que la autoorganización gradúe el desarrollo del sistema a lo largo del tiempo hasta hacerlo casi óptimo. El equilibrio entre la integración y diferenciación posibilita el funcionamiento flexible y adaptativo.

La manera en cómo centramos la atención, abrimos la conciencia y guiamos la voluntad hacia la bondad y el cuidado de nuestros semejantes, aumenta la sensación de bienestar, el equilibrio emocional y la resiliencia ante las dificultades. Siegel afirma:

La mejor muestra de salud y felicidad es un cerebro unificado, […] un conectoma interconectado. Esto significa que el hecho de tener las áreas diferenciadas del cerebro vinculadas entre sí —un proceso que posibilita la coordinación y el equilibrio del cerebro en su conjunto— es probablemente el mecanismo que permite optimizar la regulación: la forma de ajustar la atención, las emociones, el pensamiento, la conducta y las relaciones personales.

Un conectoma hace referencia a la suma total de conexiones entre las neuronas en un sistema nervioso. El conectoma es como la huella dactilar compleja de nuestra identidad.

En Connectome: How the Brain Wiring Makes Us, Sebastian Seung sostiene que somos diferentes porque nuestros conectomas son distintos. Cualquier tipo de cambio de personalidad, desde el aprendizaje hasta desarrollar mejores hábitos, implica volver a cablear nuestro conectoma.

Las neuronas ajustan, o reevalúan, sus conexiones fortaleciéndolas o debilitándolas. Las neuronas se reconectan creando y eliminando sinapsis, y se reconectan al hacer crecer y retraer las ramas. Finalmente, se crean neuronas completamente nuevas y se eliminan las existentes mediante la regeneración.

No sabemos exactamente cómo funcionan estos procesos, pero hay evidencia que la reponderación, reconexión, recableado regeneración es permanente y se ve afectada por nuestras experiencias, especialmente cuando el cerebro está más activo, es decir, durante la infancia y la niñez.

Seung referencia al psicólogo William James que hablaba sobre la conciencia como un flujo continuo de pensamientos a través de la mente. Así como cada arroyo tiene un cauce, y sin ese surco en la tierra, el agua no sabría en qué dirección fluir, el conectoma define las vías por las que puede fluir la actividad neuronal. El conectoma es el cauce de la conciencia. Así como el agua del arroyo modela lentamente el lecho en que fluye, la actividad neuronal define nuestro conectoma.

A nivel modular, cada región especializada de nuestro cerebro tiene conexiones específicas con otras regiones. Alex Korb explica que una región del cerebro puede formar parte de varios circuitos cerebrales.

Hay un circuito en tu cerebro que te ayuda a decidir a qué prestar atención y qué ignorar. Este circuito de atención está influenciado por el circuito de la emoción, de manera que nuestros cerebros están conectados para prestar más atención a las situaciones emocionales. Tienes un cierto control consciente sobre esto, pero en su mayor parte es algo automático e inconsciente.

En Consciousness and the social brain, Michael Graziano afirma que la consciencia es un constructo social. Cómo especie social, nuestra subsistencia depende de la colaboración, por lo que, para confiar en otra persona, necesitamos entender cómo dirigen su atención. Según Graziano:

La consciencia surge como una solución a uno de los problemas más fundamentales que enfrenta cualquier sistema nervioso: demasiada información fluye constantemente para ser procesada por completo. El cerebro evolucionó mecanismos cada vez más sofisticados para procesar profundamente algunas señales selectas a expensas de otras, y de acuerdo con esta teoría, la conciencia es el resultado final de esa secuencia evolutiva.

La teoría de Graziano propone que los circuitos que atribuyen consciencia a los demás, son los mismos que nos permiten a nosotros tener consciencia. La consciencia es la ventana a través de la cual comprendemos y su cableado repercute en nuestro nivel de consciencia.

La conciencia, se relaciona con nuestra sensación de quiénes somos, organiza nuestras creencias, capacidades y conductas en un único sistema. También guarda relación con nuestra percepción de nosotros mismos en relación a los sistemas mayores de los que formamos parte, determinando nuestro sentido de propósito y rol.

Si las sensaciones, los pensamientos y el comportamiento son estados que crean nuestro sentido de identidad, expandirlos, amplía nuestras opciones de transformación y evolución.

Un paso esencial es reconocer las patrones, fijaciones y hábitos que nos definen y pueden estar limitando nuestro potencial. El desarrollo se hace posible cuando nos abrimos a nuevas configuraciones posibles.

Siegel propone una herramienta a la que denomina Rueda de la Conciencia, para ayudarnos a reconocer y ampliar nuestra conciencia. Su modelo consta de cuatro partes:

  1. El aro: es el perímetro de la rueda, y representa todo aquello de lo que somos conscientes, los hechos conocidos y los objetos a los que prestamos atención.
  2. El radio: representa donde se dirige nuestro foco de atención, y puede ser desplazado alrededor de la rueda.
  3. El centro: representa el entendimiento y la conciencia. La experiencia de darnos cuenta.
  4. Los cuadrantes: representan, los aspectos de los cuales podemos ser conscientes: nuestros cinco sentidos, las sensaciones internas de nuestro cuerpo, las actividades de nuestra mente y las conexiones más allá de nosotros mismos con el mundo, con los otros y con el entorno.

A partir del centro de la rueda, fijamos nuestra atención en hechos conocidos y repetitivos que están situados en el perímetro y nos detenemos en ellos: una sensación, un pensamiento, una percepción, un sentimiento. Esos focos de atención representan los radios de nuestra experiencia consciente.

Siegel propone este modelo, para que deliberadamente exploremos ampliar nuestras opciones:

  • Cinco sentidos: nuestras percepciones del entorno se relacionan con la información procedente de los órganos de los sentidos y del sistema nervioso periférico. Hacemos muchos ajustes sutiles e inconscientes para mantener el equilibrio, responder a los cambios en la intensidad de la luz y el sonido, aclimatarnos a los cambios de temperatura, etc. Así, en esencia, el sistema nervioso periférico envía información relacionada con el entorno hacia y desde el cerebro.
  • Sensaciones corporales: nuestras conductas no reflexivas involucran el sistema psicomotor, que es un nivel más profundo que los órganos de los sentidos. Algunas conductas son respuestas reflejas a los estímulos ambientales, otras, vienen de nuestros hábitos. Este es un nivel de experiencia que va más allá de las percepciones de nuestro entorno inmediato. Son reacciones reflejas, automáticas y repetitivas.
  • Actividades mentales: pensamientos, sentimientos, recuerdos, creencias, emociones, imágenes, planes y cualquier otra actividad mental. Estas actividades seleccionan, alteran y adaptan un tipo de conductas a un conjunto más amplio de situaciones externas. Es el resultado de la relación entre nuestros nervios sensorios, el sistema motor y el córtex cerebral.
  • Interconexiones: nuestra capacidad de conectarnos con nosotros mismos, con los demás y con el entorno, brindando compasión y bondad. Los seres humanos somos animales sociales. Nos necesitamos unos a otros y estamos destinados a estar cerca de otras personas. Las relaciones cercanas nos ayudan. Nuestros cerebros están programados para que nos importe lo que la gente piensa de nosotros; por eso sentirse juzgado o rechazado es tan angustiante. Este nivel se relaciona con los juicios y evaluaciones fundamentales con respecto a nosotros mismos, los demás y el mundo que nos rodea. Determina cómo damos significado a los hechos, y están en el núcleo de la motivación y la cultura.

Dado que las diversas regiones cerebrales interactúan para crear nuestra conciencia. Siegel comenta:

La integración se parece más a una macedonia que a un batido de frutas. Así es como consigue la unificación que el todo sea más grande que la suma de sus partes. Gracias a esta sinergia de la integración, hay muchos aspectos de la vida, que destacan por sus diferencias, pero también por su armoniosa conjunción.

Todos nuestros circuitos neurales se influencian entre sí. Nuestra identidad es esencialmente producto de nuestros hábitos. Lo que hacemos repetidamente forma en última instancia la persona que somos. Cambiar nuestros hábitos implica cambiar nuestro cableado cerebral, abrirnos a otros posibles resultados y así cambiar nuestra identidad.

Si bien todos compartimos una estructura similar e interconectada de cinco sentidos, sensaciones corporales, actividades mentales y conexiones sociales. Sin embargo, podemos reconfigurar estas conexiones para alcanzar estados de mayor armonía y equilibrio mediante:

  • Atención focalizada: la capacidad de mantener la concentración.
  • Conciencia abierta: la capacidad de ser receptivos a nuevas ideas.
  • Buena voluntad: la capacidad de manifestar un estado de ánimo caracterizado por la positividad, la compasión y el amor.

Estas facultades se complementan entre sí y favorecen la sensación de bienestar general.

La historia del herrero nos enseña que un método para salir de nuestras limitaciones, es comprender el diseño de lo que nos mantiene encerrados en nuestras celdas. Así como la alfombra de plegarias, la ciencia intenta aportar mayor claridad sobre el funcionamiento de nuestra mente. Pero de la misma forma que el herrero, con la información no basta, es necesario diseñar un plan, reunir los recursos y pasar a la acción.

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