Liderazgo Empresarial

Low-Code/No-Code

En el actual mundo digital, nos parece de lo más obvio escribir un texto en una computadora, corregir errores, buscar información en múltiples fuentes, mover frases de un lugar a otro, copiar, pegar, editar y publicar contenidos para que tengan un acceso global. El siguiente paso, es construir software.

Las plataformas de desarrollo Low-Code/No-Code (bajo código y sin código) permiten construir aplicaciones de software por medio de una interfaz gráfica simple, sin necesidad de saber programar. Harvard Business Review encontró que el beneficio principal de las plataformas Low-Code/No-Code era alentar a los profesionales del negocio a involucrarse más en la innovación y en generar ideas. El resultado: una estructura descentralizada en la que cada persona tiene la facultad de construir sus propias aplicaciones de software.

La primera vez que una computadora fue capaz de almacenar una pieza de software en su memoria electrónica y luego la ejecutó con éxito, fue el 21 de junio de 1948 en la Universidad de Manchester, Inglaterra. Los desarrolladores de ese entonces, basados en las teorías de Shannon, tenían que implementar largas y complejas cadenas de números binarios para que las máquinas los pudieran interpretar.

Siete décadas más tarde, con los microprocesadores, la Internet y mucha voluntad, tenemos disponible la plataforma necesaria para transformar industrias completas. Como dijo Chris Wanstrath, CEO de Github:

El futuro de la codificación es no codificar […] La programación no va de escribir, sino de pensar.

Las tecnologías de la información han redefinido el mundo tal como lo conocíamos y aceleradamente siguen cambiando y aportando nuevas herramientas y plataformas que modifican significativamente como observamos, orientamos, decidimos y actuamos en nuestra vida individual y colectiva. La evolución del software, en 70 años, resume lo que ocurrió en 4,000 años con otra forma de codificación, aún más relevante; la literatura.

Martin Puchner, profesor de literatura de la Universidad de Harvard en su monumental obra The Written World: The Power of Stories to Shape People, History, and Civilization, realiza un recorrido apasionante e innovador de cómo la literatura y las tecnologías de escritura han evolucionado para crear el mundo que tenemos hoy. Su tesis es que los textos escritos son códigos que definen la identidad de los pueblos y dan forma a la manera en que los seres humanos organizamos nuestras vidas.

La literatura no es solo para los amantes de los libros, puesto que desde su aparición cuatro mil años atrás, ha conformado la vida de los seres humanos que pueblan el planeta Tierra.

Las culturas orales tenían relatos con diferentes reglas y propósitos, pero cuando estas narraciones se cruzaron con la tecnología de la escritura, nació la literatura como una nueva fuerza que transformó todo:

Puchner identifica cuatro etapas previas antes de llegar a nuestra era digital:

  • La primera es el periodo en que solo unos pocos escribas conocían los complicados sistemas de escritura arcaica y controlaban los textos que recopilaban de los narradores, textos como La epopeya de Gilgamesh, la Biblia hebrea y la Ilíada y la Odisea de Homero. Estos textos fundacionales, estaban custodiados por sacerdotes y los reyes los promocionaban porque sabían que su relato podía justificar conquistas y generar cohesión cultural. Al principio, estos textos fundacionales surgieron en muy pocos lugares, pero su influencia se extendió a todo el globo.
  • El segundo periodo, considera la literatura de los maestros como Buda, Confucio, Sócrates y Jesús, quienes denunciaron la preponderancia e influencia de los sacerdotes y escribas. Aunque estos maestros carismáticos no escribieron nada directamente, sus discípulos registraron sus dichos, expandieron sus enseñanzas y crearon escuelas. Por lo que podría también denominarse literatura de los discípulos. Algunos textos acabaron siendo declarados sagrados, provocando rivalidades, guerras, conquistas y violencia de todo tipo.
  • En el tercer periodo empezaron a emerger autores individuales, apoyados por las diferentes innovaciones tecnológicas que facilitaban el acceso a la escritura. Al principio, imitaban a los textos antiguos, pero luego surgieron talentosos innovadores como Murasaki Shikibu en Japón y Miguel de Cervantes en España, que crearon nuevos tipos de literatura, especialmente novelas.
  • Por último, el uso extendido del papel y la imprenta condujeron a la era de la producción en masa y de la alfabetización en masa. Con el surgimiento de otro tipo de textos como periódicos, autobiografías y manifiestos. Como el manifiesto comunista, uno de los textos más venerados, y temidos, de la historia. O Mein Kampf de Hitler que se convirtió en el libro más vendido de Alemania, con 1.031 ediciones.

Puchner propone que estas cuatro fases, con sus relatos, autores y desarrollos tecnológicos asociados han dado forma al mundo que conocemos, en que las religiones se basan en libros y los discursos se fundamentan en textos. Para llegar a este punto fueron necesarias otras innovaciones radicales, como la revolución del alfabeto, que facilitó la tarea de aprendizaje; la revolución del papel, que disminuyó los costos de producción y la revolución de la imprenta.

Cuatro mil años de historia de la literatura que gracias a las innovaciones tecnologías nos han modelado.

Hasta ahora. Porque la actual revolución tecnológica de Internet nos abruma continuamente con nuevas formas de escritura, desde correos y libros electrónicos hasta blogs y Twitter, cambiando con ello todo; desde cómo se escribe, distribuye y lee la literatura.

No es de extrañar que fuera Sócrates el más enfático maestro en desdeñar las tecnologías de la escritura. Sócrates utiliza un antiguo mito egipcio para advertir sobre sus riesgos:

Este invento, oh rey [escritura]”, dijo Theuth, “hará que los egipcios sean más sabios y mejorará sus recuerdos; porque es un elixir de memoria y sabiduría que he descubierto”. Pero Thamus respondió: “El más ingenioso Theuth, un hombre tiene la capacidad de engendrar artes, pero la capacidad de juzgar su utilidad o daño para sus usuarios pertenece a otro; y ahora usted, que es el padre de las letras, ha sido inducido por su afecto a atribuirles un poder opuesto al que realmente poseen. Porque este invento producirá olvidos en la mente de quienes aprendan a usarlo, porque no practicarán su memoria.

En esta cita del Fedro de Platón, Sócrates rememora un diálogo entre Theuth (el dios egipcio que descubrió el cálculo, la geometría y la astronomía), y Thamus (el rey egipcio en ese momento). Theuth, está orgulloso porque su nuevo invento permitirá preservar los recuerdos de los egipcios, y proporcionará a las personas una sabiduría más allá de sus capacidades naturales. Sin embargo, Thamus, piensa que esta tecnología hará que los egipcios pierdan sus capacidades cognitivas naturales.

Sócrates, argumentaba que quienes dependen de la escritura para recordar información, no utilizan su memoria ni comprensión. Estas personas solo recitan textos sin comprender:

Implantará el olvido en sus almas. Dejarán de ejercitar la memoria porque se apoyan en lo que está escrito, llamando a las cosas a la memoria ya no desde dentro de sí mismos, sino por medio de marcas externas.

Para Sócrates, la palabra escrita es comparable al arte. Representa una instantánea en un momento dado de nuestra comprensión, sentimientos y conocimientos. A medida que pasa el tiempo, nuestra comprensión y vocabulario cambian. Las palabras, sus connotaciones y el contexto influyen en la forma en que interpretamos un texto. Como la palabra escrita no puede ser interrogada, responder preguntas, ni explicarse por sí misma, según Sócrates, ni siquiera podemos estar seguros de si el autor entendía lo que escribió:

Los productos del pintor están ante nosotros como si estuvieran vivos. Pero si les cuestionas, mantienen un silencio de lo más majestuoso. Lo mismo ocurre con las palabras escritas. Parece que te hablan como si fueran inteligentes, pero si les preguntas algo sobre lo que dicen por el deseo de ser instruidos, siguen diciendo lo mismo para siempre.

Para Sócrates la comunicación cara a cara era la mejor forma de transmitir conocimientos. El discurso puede ser empujado, cuestionado, mejorado y la verdad puede ser descubierta. Sócrates fue un orador. Pero Platón era escritor. Platón fue posiblemente el externalizador más influyente de la historia; y aunque Sócrates no escribió, conocemos su obra gracias a los escritos de Platón.

Según el argumento de Sócrates, Internet y sus tecnologías asociadas serían el medio más grande de pérdida de memoria y capacidad reflexiva de la historia humana. Filósofos modernos han advertido también sobre estos efectos. Bernard Stiegler en For a New Critique of Political Economy señala sobre la tecnología:

Aquellos actores económicos están sin conocimiento porque no tienen memoria: su memoria ha pasado a la máquina que reproduce gestos que el proletariado ya no necesita conocer.

Aquí quedamos atrapados en un círculo vicioso: a medida que intensificamos el uso de las tecnologías se nos dificulta conservar nuestras capacidades naturales.

Theuth describe la invención de la escritura como pharmakon, el origen de nuestra palabra farmaciaPharmakon, puede traducirse tanto como veneno o como remedio. Así, los artefactos que la humanidad hace y usa, son pensados de forma dual, con una naturaleza farmacológica. La tecnología entonces, tiene cualidades tanto venenosas como curativas. El sociólogo Neil Postman señaló en una conferencia relativa al cambio tecnológico:

El cambio tecnológico no es aditivo, es ecológico. Un nuevo medio no agrega algo; cambia todo. Por eso debemos ser cautos frente a la innovación tecnológica. Las consecuencias del cambio tecnológico son siempre vastas, a menudo impredecibles y frecuentemente irreversibles.

La característica más asombrosa de la literatura ha sido siempre su capacidad de proyectar la palabra a través del espacio y del tiempo. Internet ha facilitado la existencia de nuevas formas de vigilancia y al mismo tiempo ha creado nuevas maneras de evitar la censura. Hace pocos años los académicos ridiculizaban la colaboración colectiva; hoy todo ha cambiado, ya que esos mismos académicos utilizan de forma rutinaria Wikipedia como fuente principal de referencia.

La tecnología de la información da un paso más. Con las plataformas de desarrollo Low-Code/No-Code, basadas en la nube, se democratiza la ciencia de datos, se reduce la barrera de entrada a la codificación y se hace que la programación sea más accesible.

Toda esta facilidad y libertad simplifica el cómo de la codificación, sin embargo, el qué, aún debe ser asumido por el codificador. Si todo el mundo puede codificar, la pregunta es ¿qué codificar? David Foster Wallace aconseja:

“Aprender a pensar” en realidad quiere decir ejercer cierto control sobre cómo y qué piensa uno. Quiere decir ser lo bastante consciente y estar lo bastante despierto como para elegir a qué prestar atención y para elegir cómo construir sentido a partir de la experiencia. El tipo realmente importante de libertad implica atención, y conciencia, y disciplina, y esfuerzo, y ser capaz de preocuparse de verdad por otras personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, en una infinidad de pequeñas y nada apetecibles formas, día tras día.

Esa es la auténtica libertad.

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