cultura
centauro

CENTAURO

Descartes, sostenía que la mente y el cuerpo son cosas independientes, esta idea ha ejercido un dominio absoluto en nuestra cultura.

Sin embargo, la ciencia sigue avanzando. En 2005, dos investigadores Olaf Sporns y Patric Hagmann sugirieron de forma independiente y simultánea el término conectoma, para describir el mapa de las conexiones neuronales del cerebro.

En su artículo The Human Connectome, a structural description of the human brain Sporns escribió:

Para comprender el funcionamiento de una red, es necesario conocer sus elementos y sus interconexiones […] proponemos llamar a este conjunto de datos el conectoma humano y argumentamos que es fundamentalmente importante en la neurociencia cognitiva y la neuropsicología.

Sporns sostiene que conocer el conectoma aumentará significativamente nuestra comprensión de cómo los estados cerebrales funcionales emergen de su sustrato estructural.

Paralelamente en su tesis doctoral From diffusion MRI to brain connectomics Hagmann escribía:

Está claro que, al igual que el genoma, que es mucho más que una yuxtaposición de genes, el conjunto de todas las conexiones neuronales del cerebro es mucho más que la suma de sus componentes individuales.

Hagmann, sostiene que, así como de la interacción de los genes emerge la vida, del conjunto de todas las conexiones neuronales, surge la cognición. Esta idea dio inicio a una carrera mundial para mapear el conectoma humano, lo que consiste en graficar las 10¹⁵ conexiones de las 100 mil millones de neuronas de nuestro cerebro. Actualmente existen tres iniciativas con este propósito; una impulsada por el gobierno de Estados Unidos el Human Connectome Project, otra por la Unión Europea el The Human Brain Project y una tercera por el gobierno chino el The China Brain Project.

Michael Gazzaniga en su libro The Consciousness Instinct: Unraveling the Mystery of How the Brain Makes the Mind, argumenta que el debate de la conciencia tiene implicancias que exceden al ámbito de la ciencia. Su mentor y premio Nobel, Roger Sperry, participó como científico de una conferencia sobre la conciencia en el Vaticano y al regresar al Instituto de Tecnología de California, comentó:

El papa dijo: “El cerebro es vuestro, pero la mente es nuestra”.

La tradición dualista de nuestra naturaleza humana está profundamente arraigada en nuestra historia cultural. Paulo de Tarso, lo expresó claramente en su carta a los Romanos:

Miserable de mi ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

En la mitología griega, los centauros eran unas criaturas híbridas con la cabeza, los brazos y el torso humano y el cuerpo y las patas de un caballo. Fueron pensados como seres inteligentes, pero con un fuerte instinto animal. Eran brutales, sensuales y primitivos, consumían carne cruda y para cazar utilizaban palos y piedras.

El centauro es literalmente el símbolo de la condición humana: animal-racional, naturaleza dual, entre la tierra de las bestias y el cielo de los dioses. Estos seres representan la dualidad de los impulsos opuestos de nuestra existencia.

Picasso, recurre a estas figuras mitológicas híbridas para representar gráficamente los profundos conflictos que experimentó en su vida. Por ejemplo, su relación con Marie-Thérèse Walter, la joven modelo con la que tuvo a su hija Maya. Picasso consideró el peor momento de su vida, al verse atrapado entre la ira de su esposa Olga Koklova, de la que finalmente se separó y la pasión que sentía por Marie-Thérèse. Alcalde, Asencio y Macías, en el artículo Picasso y la mitología clásica escriben:

Picasso […] adopta el mito como “pretexto” y lo reelabora de modo tan personal que la obra resultante aparece a menudo desligada por completo de lo que constituyó su punto de partida.

En la obra del poeta nicaragüense Rubén Darío, el centauro es la encarnación de la energía y del deseo, su figura aparece unida a situaciones arquetípicas, en El Sátiro y el Centauro escribe:

Sentenciado será a correr mientras viva sobre el haz de la Tierra, hasta que dé un salto portentoso y, en virtud de sus lágrimas, ascienda al cielo azul para quedar siempre luminoso en la maravilla de las constelaciones.

Para Darío, la figura del centauro, le permitía reflexiones sobre temas metafísicos, como el amor, la muerte o el panteísmo.

Sin embargo, José Saramago, consideraba que el centauro por su naturaleza híbrida, no es un ser armonioso, sino que sus dos partes diferentes están en permanente conflicto. Así, el único momento en que logra la paz, es cuando sueña. En su libro Casi un objeto, en el relato El Centauro escribe:

Nunca soñaba como sueña un hombre. Tampoco soñaba nunca como soñaría un caballo. En las horas en las que estaban despiertos, las ocasiones de paz o de simple conciliación no eran muchas. Pero el sueño de uno y el sueño del otro formaban el sueño del centauro.

Se han diseñado modelos para representar la naturaleza humana; pero al parecer estos diseños tienen que satisfacer ciertas restricciones, como por ejemplo hacer encajar los preconceptos existentes de los humanos, animales, dioses, máquinas, mentes y la conciencia.

Uno de los que se dio a esta tarea, fue el filólogo francés Antoine Fabre d’Olivet, en Histoire philosophique du genre humain, ou l’homme, consolidó la información que tenía disponible sobre la naturaleza humana y concluyó que el hombre no es un animal ni una inteligencia; sino que es un conjunto colocado entre la materia y el espíritu, un vínculo entre el cielo y la tierra:

Cuando lo llamamos un animal razonable, decimos muy poco; cuando lo designamos como una inteligencia servida por órganos, decimos demasiado […] no es cierto que esta inteligencia esté siempre atendida por órganos, ya que estos órganos, visiblemente independientes de ella, a menudo se dejan llevar por impulsos ciegos y producen actos que ella desautoriza.

d´Olivet, propone un modelo conceptual de la naturaleza humana, representado por una esfera con tres esferas interiores. La esfera inferior es la vida instintiva; la esfera del medio la vida emocional y la esfera superior la vida intelectual. Así, la interacción de estas tres esferas interiores: cuerpo, alma y espíritu dan forma a la esfera de nuestra voluntad:

Al cuerpo pertenecen los deseos; al alma, las pasiones; y a la mente, las inspiraciones. De esta triple naturaleza surgen las facultades humanas, como, por ejemplo:

  • Esfera instintiva: sensación, instinto, sentido común.
  • Esfera animada: sentimiento, comprensión, razón.
  • Esfera intelectual: asentimiento, inteligencia, sagacidad.

Estos tres centros, usan un lenguaje diferente para vivir sus experiencias. El centro instintivo, experimenta sensaciones a nivel físico, que percibe como placer o dolor. El centro animado experimenta pasiones que percibe como amor u odio; y el centro intelectual experimenta intuiciones que percibe como verdades o errores.

Para d´Olivet, nuestra existencia está permanentemente sacudida por el giro y contra giro de estos tres centros. Experimentamos sus interacciones frecuentemente incoherentes como inquietudes:

El hombre, es un ser corporal elevado a la vida intelectual; o bien un intelectual esclavizado a órganos, susceptible de degradación.

Sin embargo, hubo un centauro diferente, su nombre es Quirón. Existen varias versiones sobre su nacimiento, una de ellas cuenta que el titán Crono (no confundir con el dios del tiempo), al llegar a la isla de Tracia, quedó cautivado por la belleza de la hermosa Fílira. Al ser descubierto por su esposa Rea, se transformó en caballo, lo que explicaría la deformación de su hijo. Otra versión dice que Fílira se transforma en yegua para intentar escapar de Crono, pero él se transforma también en caballo y termina violándola. Cuando Fílira dio a luz a su hijo y vio su deformación, lo rechazó y lo abandonó.

Quirón quedó abandonado junto a un árbol, pero el dios Apolo y Atenea se compadecieron y lo adoptaron. Bajo su guía amorosa y sabia, Quirón escapó de su naturaleza salvaje y creció inteligente y de buen carácter. Se convirtió en un gran maestro de música, arte, caza, moral, medicina y cirugía, y fue tutor de varios de los héroes más destacados de la mitología griega, entre ellos Aquiles.

Quirón alimentó, cuidó y educó a Aquiles, le enseñó el tiro con arco, a montar a caballo y técnicas de lucha, pero además artes y literatura. Como toda historia griega, un desafortunado día Hércules mientras luchaba con los centauros, hirió por accidente a Quirón con una flecha envenenada, lo que le provocó una herida incurable. Al ser un titán, no podía morir, por lo que para dejar de sufrir eternamente cedió su inmortalidad a Prometeo. Como recompensa, Zeus colocó a Quirón en el cielo como la constelación de Sagitario.

El neurólogo francés Boris Cyrulnik en su libro Dialogue sur la nature humaine, recupera la figura del centauro, para describir el conflicto biológico y cultural eterno del hombre. Sostiene que cuando se observa al hombre en la naturaleza, se entiende que tiene patas de caballo plantadas en la tierra y que, progresivamente, fue desarrollando un cerebro humano:

Es, por lo demás, el único cerebro de los seres vivos capaz de descontextualizar totalmente una información. El único apto para señalar, hacer señales con gestos, sonoridades, ropa, etc. En un universo de centauro, ¡todo se convierte en signo!

Advierte que antes de llegar a tener nuestra capacidad simbólica, tenemos nuestras cuatro patas de caballo bien plantadas sobre la tierra, con cuerpo de caballo:

Para estudiar al hombre en su conjunto, habrá que dar la palabra al biólogo al especialista en patas de caballo- pero también al lingüista, al sociólogo, quienes tomarán otro nivel del mismo objeto centauro.

El biólogo Humberto Maturana sostenía que los seres humanos existimos en tres dominios, nuestra fisiología, nuestras relaciones y nuestras reflexiones. Los seres humanos no estamos determinados solo por nuestra biología, necesitamos vivir con otras personas para hacernos humanos, sino nos enfermamos del cuerpo y del alma. Así, el sentido de nuestra vida, se adquiere en la convivencia armónica con las personas con las que nos ha tocado vivir.

El mito de Quirón, nos advierte que es posible superar nuestras tendencias naturales e incluso nuestra historia. Su consejo es:

No decidas nada, hasta que hayas escuchado hablar a ambos lados.

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *