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Las series de televisión basadas en médicos y hospitales cuentan con gran popularidad. Investigaciones académicas sugieren que son una herramienta efectiva de enseñanza de la ética, ya que exponen temas relevantes que ayudan a esta reflexión.

Gregory House, el personaje principal de la exitosa serie House, MD, ha sido considerado por la crítica especializada como el personaje televisivo más impactante en años. House es un médico especializado en enfermedades infecciosas y nefrología, que lidera un equipo de diagnóstico en el ficticio Hospital Universitario Princeton-Plainsboro.

A House le desagradan las personas y espera el mayor tiempo posible antes de conocer a sus pacientes, en realidad prefiere no hacerlo. Muestra su ingenio astuto e incisivo descifrando las historias de la gente basándose en su aspecto y personalidad. Resume la condición humana con la frase todo el mundo miente. Sin embargo, su talento y proceder lo ponen a la altura de un auténtico genio con diagnósticos rápidos y acertados.

The Good Doctor es otra serie de televisión estadounidense, basada en una serie surcoreana del mismo nombre. En este caso el personaje principal es Shaun Murphy, un médico con autismo y síndrome del savant, capaz de recordar todo tipo de información, lo que le permite resolver desafíos médicos imposibles para sus colegas.

De niño, fue abusado verbal y físicamente por su padre, quien, en un ataque de ira, arrojó al conejo mascota de Shaun contra una pared. Su hermano Steve lo protegía y juntos escaparon de casa. Steve jugando en unos trenes, perdió el equilibrio, cayó y murió. Shaun, estudió medicina, e ingresó como residente en la unidad de cirugía del ficticio Hospital St. Bonaventure de San José.

El genio de Gregory House y Shaun Murphy es sobresaliente, sin embargo, abordan los dilemas éticos de forma diferente.

Ética deriva del griego êthos, que es una palabra relacionada con nuestra idea de carácter; moral procede del latín moralis, palabra que tenía que ver con hábitos y costumbres. Sin embargo, las palabras no tienen significado en sí mismas. Las palabras significan lo que evocan y generan en las personas. El biólogo Humberto Maturana en ¿Moral o ética?, señala:

Cuando lo que nos importa son las normas o reglas en el quehacer de la comunidad a que pertenecemos nos comportamos como moralistas, cuando lo que nos importa es el bienestar y el respeto por las personas, tenemos preocupaciones éticas.

Maturana afirma que muchas veces justificamos nuestras conductas no éticas, protegiéndonos con el argumento de que hemos cumplido con las leyes, normas y reglas definidas. La moral responde a la pregunta ¿Qué debo hacer?; la ética, por otra parte, responde a la pregunta: ¿Cómo he de vivir? La moral culmina en la virtud, la ética en la sabiduría. André Comte-Sponville en Présentations de la philosophie, señala:

¿No matar, no robar, no mentir? de acuerdo, ¿Pero quién puede contentarse con esto? ¿Quién puede ver en esto una felicidad suficiente, una libertad suficiente, una salvación suficiente?

El conocimiento en sí es un valor, pero puede ser usado para hacer bien o para hacer mal. La virtud sólo puede dirigirse al bien. Se trata entonces de practicar la virtud y la excelencia, de transitar por el mundo maximizando nuestras capacidades, mientras somos conscientes de la dimensión e impacto de nuestras acciones.

Las virtudes o rasgos de carácter deseables, han sido consistentes a lo largo de la historia humana y en distintas culturas. En Shared virtue: The convergence of valued human strengths across culture and history Katherine Dahlsgaard, Christopher Peterson y Martin Seligman analizan cómo se articula la virtud en el budismo, el cristianismo, el confucianismo, el hinduismo, el judaísmo, el taoísmo y lo que llaman la filosofía ateniense (Sócrates, Platón y Aristóteles). Descubrieron una sorprendente congruencia entre estas tradiciones religioso-filosóficas e identificaron seis virtudes comunes:

  • Valor: fuerza que implica el ejercicio de la voluntad para alcanzar metas ante una oposición externa o interna; ejemplo: valentía, perseverancia y honestidad.
  • Templanza: fuerza emocional que protege contra los excesos; ejemplo: perdón, humildad, prudencia y autocontrol.
  • Sabiduría: fuerza cognitiva que implica la adquisición y el uso del conocimiento; ejemplo: creatividad, curiosidad, buen juicio y perspectiva.
  • Justicia: fuerza cívica que subyace en una vida comunitaria sana; ejemplo: ecuanimidad, liderazgo, ciudadanía y trabajo en equipo.
  • Humanidad: fuerza interpersonal que implica atender y cuidar a los demás; ejemplo: el amor y la ternura.
  • Trascendencia: fuerza que forja conexiones con el entorno más amplio y que de esta manera proporciona significado; ejemplo: gratitud, esperanza y espiritualidad.

Massimo Pigliucci, profesor de filosofía de la CUNY, en How to Be a Stoic: Using Ancient Philosophy to Live a Modern Life.identificó que cuatro de estas seis virtudes comunes son indistinguibles de las cuatro virtudes estoicas:

  • Sabiduría (práctica): navegar por situaciones complejas de la mejor manera posible.
  • Valor: hacer lo correcto, tanto física como moralmente, en cualquier circunstancia.
  • Justicia: tratar a todos los seres humanos —sin importar su situación en la vida— con justicia y amabilidad.
  • Templanza: ejercer la moderación y el autocontrol en todas las esferas de la vida.

Adicionalmente señala que los estoicos aceptan la importancia de la humanidad y la trascendencia, aunque no las consideran virtudes, sino más bien una actitud hacia los demás (humanidad) y hacia el universo en su sentido más amplio (trascendencia). Un concepto en concordancia con la idea de que debemos extender la simpatía que sentimos por nuestros parientes a nuestros amigos, conocidos, compatriotas y más allá a la humanidad en general, incluso a otras especies.

Daniel J. Siegel, profesor de psiquiatría clínica en la Escuela de Medicina de la UCLA, en su libro Aware: The Science and Practice of Presence–The Groundbreaking Meditation Practice, sostiene que nuestra cultura occidental incentiva el individualismo como una forma de vida en la que todo se puede resolver desde el yo, sin la participación de ninguna otra persona. Así, la piel se convierte en un límite impermeable que define nuestro límite. Sin embargo, los seres humanos requerimos sostener relaciones significativas con otras personas.

Al promover la mitigación del sufrimiento de los demás obtenemos los beneficios de saber que la otra persona está feliz y que eso propiciará un entorno más saludable para nuestra vida. Todas las partes salen ganando. Ser compasivo propicia el equilibrio de todas las partes del cerebro a partir de su integración.

Siegel sostiene que un yo extendido, da sentido a nuestras vidas, mejora nuestra salud y nuestro estado de ánimo. El bienestar mental proviene del desarrollo de relaciones empáticas, una mente coherente y un cerebro integrado.

La expresión buena voluntad es una frase que intenta abarcar tanto la motivación sincera como un estado de ánimo generoso para ser empáticos y compasivos no solo con aquellos a quienes conocemos bien o que se parecen a nosotros, sino también con otras personas y otros seres vivos.

Max Bazerman en su artículo New Model for Ethical Leadership de la Harvard Business Review propone que para mejorar la toma de decisiones éticas debemos ocuparnos de maximizar el bienestar agregado y minimizar el dolor agregado. Señala:

Todos los días nos enfrentamos a nuevos desafíos éticos, desde qué algoritmo crear para los vehículos autónomos hasta cómo asignar los escasos suministros médicos durante una pandemia. A medida que la tecnología crea formas asombrosas de mejorar nuestras vidas, nuestra huella ambiental se convierte en una preocupación mayor. Muchos países luchan por saber cómo actuar cuando sus líderes rechazan la verdad misma. Y en demasiados países, encontrar un valor colectivo ya no es un objetivo nacional.

La motivación de Gregory House es descubrir la enfermedad. Si no puede encontrar una solución, al menos sabrá por qué murió el paciente. No le importan las personas, disfruta burlándose de sus debilidades. Es adicto a la vicodina, un fármaco derivado del opio que le permite aplacar su dolor. Para House lo relevante es su conocimiento, su lógica superior, y la agudeza con que percibe síntomas que otros ignoran. Es un personaje impactante, atractivo y brillante. Una ficción muy real que nos enfrenta a los dilemas morales y confusión ética que vivimos. En definitiva, es el máximo exponente de que el fin justifica los medios.

Tal vez entonces, el genio autista de Shaun Murphy, pueda mostrarnos otro enfoque. En la entrevista de contratación como médico, le preguntaron ¿Por qué eligió la medicina? Su respuesta fue:

El día que la lluvia olía a helado, mi conejito se fue al cielo frente a mis ojos. El día en que las tuberías de cobre del edificio viejo olían a comida quemada, mi hermano se fue al cielo frente a mis ojos. No pude salvarlos. Es triste. Ninguno de los dos tuvo la oportunidad de convertirse en adulto. Deberían haberse convertido en adultos. Deberían haber tenido sus propios hijos y amarlos. Y quiero que eso sea posible para otras personas.

La mayoría de nosotros somos éticamente inconsistentes. Es probable que seamos éticos en algunos dominios y poco éticos en otros. El espíritu se debe examinar a diario. Sin amor, ¿qué quedaría de nuestras virtudes?

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