Big Five
olas en el mar

BIG FIVE

Cuando describimos la personalidad de un individuo, frecuentemente se nos vienen a la mente palabras descriptivas como “extrovertido”, “tímido”, “responsable” entre otras. Con estas palabras pretendemos caracterizar comportamientos que consideramos relativamente estables en la persona. En psicología, la teoría de los rasgos de personalidad sostiene que la combinación e interacción de múltiples rasgos dan forma a una personalidad única para cada ser humano. La teoría de los rasgos, entonces se centra en identificar y medir estas características individuales que reflejan dimensiones básicas en las que las personas difieren.

La historia y el desarrollo de la teoría de rasgos se remonta a finales del siglo XIX. En esas primeras investigaciones se identificaron más de 4.500 rasgos, hoy la lista se ha reducido a solo cinco, la que cuenta con una amplia aceptación académica y práctica.

El modelo de los cinco grandes (Big Five), es una teoría que propone que la personalidad humana puede ser descrita por cinco grandes rasgos independientes. Estos factores fueron encontrados experimentalmente y deletrean el acrónimo OCEAN en inglés.

• O – Apertura a la experiencia (versus cerrado)

• C – Responsabilidad (versus descuido)

• E – Extraversión (versus introversión)

• A – Amabilidad (versus desafiante)

• N – Neuroticismo (versus estabilidad emocional)

En lugar de definir “tipos de personalidad” específicos, cada uno de estos cinco rasgos de personalidad representa un continuo entre dos extremos. Por ejemplo, la extraversión representa un continuo entre la extraversión extrema y la introversión extrema.

La mayoría de nosotros nos situamos en algún punto entre los dos extremos polares de las siguientes dimensiones:

Apertura a la experiencia: Es la tendencia a apreciar lo nuevo tanto en arte, ideas, valores, sentimientos y comportamientos.

  • Las personas con bajo nivel en este rasgo suelen ser más tradicionales y pueden tener dificultades con el pensamiento abstracto, tienden a ser un poco más temerosos, cerrados y quizás más conservadores en sus perspectivas.
  • Las personas con alto nivel en este rasgo tienden a tener una amplia gama de intereses, sienten curiosidad por el mundo y otras personas, se interesan por aprender cosas nuevas y disfrutar de nuevas experiencias. Son más aventureras y creativas.

Responsabilidad: Es la tendencia a ser cuidadoso, planificado, seguidor de reglas y trabajador.

  • Las personas con bajo nivel en este rasgo muestra una baja disciplina y organización; prefieren la gratificación inmediata que las metas a largo plazo.
  • Las personas con alto nivel en este rasgo tienden a ser organizadas y atentas a los detalles, planifican con anticipación, piensan en cómo su comportamiento afecta a los demás y son conscientes de los plazos.

Extraversión: Es la tendencia a ser comunicativo, sociable y a disfrutar de la interacción con otras personas.

  • Las personas con bajo nivel en este rasgo tienden a ser más reservadas y muestran menos energía en entornos sociales. No les interesa ser el centro de atención y, a veces, se los describe como tranquilos, aunque pueden ser más extrovertidos si hay confianza.
  • Las personas con alto nivel en este rasgo tienden a extraer energía de situaciones sociales. Generalmente son más activos, optimistas y hacen amigos fácilmente.

Amabilidad: Es la tendencia a empatizar y estar de acuerdo con los demás en lugar de imponer su propia opinión y preferencias.

  • Las personas con bajo nivel en este rasgo tienden a ser más competitivas, manipuladoras, carecer de empatía y conflictivas.
  • Las personas con alto nivel en este rasgo tienden a ser agradables, cooperativas, cálidas y fáciles de tratar.

Neuroticismo: Es la tendencia a experimentar con frecuencia emociones negativas como ira, preocupación y tristeza.

  • Las personas con bajo nivel en este rasgo suelen ser más estables emocionalmente, menos ansiosas y más tranquilas.
  • Las personas con alto nivel en este rasgo tienden a experimentar bruscos cambios de humor, ansiedad, irritabilidad y tristeza. Tiende a tener miedo, a preocuparse excesivamente, sentirse deprimidos, solos y pensar que nadie los comprende.

En el estudio A Five–Factor Theory Perspective on Causal Analysis publicado en 2018, Robert McCrae y Angelina R. Sutin, analizaron a personas de más de 50 culturas diferentes y descubrieron que estas cinco dimensiones describen con precisión la personalidad de individuos de diferentes orígenes. Con base en estas investigaciones, muchos investigadores creen que las cinco dimensiones de la personalidad no solo son universales; sino que también tienen orígenes biológicos. David Buss en Social adaptation and five major factors of personality propuso una explicación evolutiva para los cinco rasgos de personalidad, y sugiere que representan las cualidades más importantes que dan forma a nuestro contexto social.

En un reciente estudio de adultos en edad laboral se encontró que la personalidad tendía a ser estable durante un período de cuatro años y mostraba pocos cambios como resultado de eventos adversos de la vida. A medida que las personas envejecemos, tendemos a volvernos menos extravertidas, menos neuróticas y menos abiertas a la experiencia. La amabilidad y la responsabilidad, por otro lado, tienden a aumentar a medida que nos hacemos mayores.

Otra investigación relacionada a los fundamentos genéticos y ambientales de los cinco grandes examinó 123 pares de gemelos idénticos y 127 pares de gemelos fraternos. Los resultados, demostraron que la heredabilidad de cada rasgo es del 53 por ciento para la extraversión, el 41 por ciento para la amabilidad, el 44 por ciento para la responsabilidad, el 41 por ciento para el neuroticismo y el 61 por ciento para la apertura a la experiencia. Estas investigaciones demuestran que estos cinco rasgos forman parte de nuestra naturaleza primaria.

Si bien los Cinco Grandes representan actualmente la teoría de la personalidad predominante, el modelo no está exento de desafíos. El más significativo es la naturaleza misma del discurso en torno al yo y la identidad.

El concepto del “yo” es un proceso. Es algo que creamos de continuo. La invitación entonces es observar la personalidad humana como el resultado de estos cinco rasgos en forma independientes y luego advertir su interconexión. Cuanto más se agudiza nuestra comprensión, más conscientes nos tornamos del hecho de la interacción que existe entre todos los agregados mentales y físicos y de que, en ausencia de los demás, ninguno puede existir.

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