Empresas

Adaptación y cambio, los cuatro impulsos humanos básicos.

Según Deborah Nightingale, la directora del MIT Sociotechnical Systems Research Center, una empresa es un sistema complejo, integrado e interdependiente de personas, procesos y tecnologías que crean valor según lo definen sus grupos de interés clave.

Para el premio Nobel de Economía, Ronald Coase, “una empresa consiste en un sistema de relaciones, que surge cuando la dirección de los recursos depende de un empresario”, en otras palabras, toda forma de hacer empresa, representa un tipo particular de organización, que se establece con el objetivo de potenciar y expandir la capacidad productiva del trabajo y por consecuencia su capacidad de generar valor.

La teoría y la práctica de gestión enfrentan retos sin precedentes. La actual Pandemia, la falta de sustentabilidad, el aumento de la inequidad, y la continua disminución de la confianza de la sociedad constituyen una amenaza para “la forma tradicional de hacer negocios”. El capitalismo está en una encrucijada, y los profesionales, académicos y responsables políticos están llamados a repensar la los modelos de negocios a la luz de los grandes cambios externos.

Muchos de los fracasos empresariales, se deben a una simplificación excesiva de la complejidad interna y externa, dando respuestas insuficientes a los desafíos del contexto, con modelos de organización diseñados para la eficiencia del trabajo manual en un contexto estable, mientras tanto que el problema hoy es gestionar la complejidad interna y externa en permanente cambio. La paradoja es que los sistemas ordenados, en un contexto complejo, generan desorden, lo que exige considerar nuevas aproximaciones para diseñar organizaciones productivas capaces de adaptarse dinámicamente al ambiente de negocios actual.

Cada empresa es distinta, pero los atributos que las hacen sostenibles son comunes; buenas relaciones con los clientes y su fidelización, innovación y mejora permanente de productos o servicios, gestión empresarial eficiente y el desarrollo de alianzas y relaciones de valor añadido con socios, proveedores y la comunidad en general. El factor clave, en todos estos aspectos son las personas, las personas son las que hacen la diferencia, hacen que las cosas pasen positiva o negativamente, crean o destruyen valor con cada interacción.

La gestión empresarial tradicional, se inspira fundamentalmente en la economía, y se basa principalmente en las teorías neoclásicas de los seres humanos. De acuerdo con esta mirada, los seres humanos buscan maximizar sus utilidades materiales y valoran el beneficio individual por sobre el beneficio del grupo y de la sociedad.

Sin embargo, Lawrence y Nohria de la Universidad de Harvard, ofrecen una visión alternativa de las motivaciones de los seres humanos. De acuerdo con estos autores, el ser humano está constituido por cuatro impulsos fundamentales o propensiones naturales, producto de su historia evolutiva, que condicionan el quehacer cotidiano y, en particular, la interacción con su entorno

  • Impulso de adquirir, es la necesidad básica de adquirir y controlar objetos, con el fin de mejorar el estatus personal con respecto al de los demás.
  • Impulso de crear lazos, contraer compromisos de beneficio mutuo a largo plazo con otras personas.
  • Impulso de comprender, entender y comprender el mundo que nos rodea.
  • Impulso de defender, protegerse a sí mismo de cualquier daño, así como a sus seres queridos, a sus creencias y a sus recursos.

Este modelo sostiene que el fundamento del comportamiento de las personas tiene su raíz en las emociones, lo que tiene mucha aplicabilidad al mundo empresarial, proponiendo una mirada distinta sobre la motivación de las personas. En particular, se ocupa de la figura del líder, el que surge como mediador, y facilitador de un balance adecuado de estos cuatro impulsos fundamentales, con el objetivo de proporcionar un contexto propicio para el despliegue de las potencialidades de las personas, y de esta forma permitir que las organizaciones productivas que conforman se puedan adaptar ágil y flexiblemente a los desafíos de un entorno en permanente cambio.

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