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Arquitectura de lo Real

Si te refieres a lo que puedes sentir, oler, saborear y ver, entonces lo real son simplemente señales eléctricas interpretadas por tu cerebro. Morfeo.

¿Qué es real? La pregunta que Morfeo plantea a Neo en The Matrix (1999) es una duda escéptica milenaria. La película presenta una hipótesis radical: la realidad percibida es una simulación. Este ensayo explora esta premisa a través de dos teorías contemporáneas que, en conjunto, ofrecen respuestas extraordinarias. Por un lado, la neurociencia de Karl Friston revela que habitamos una ‘Matrix biológica’, donde la experiencia es una ‘alucinación controlada’. Por otro, la física de Roger Penrose postula que esta simulación cerebral no es arbitraria, sino que intenta modelar un universo regido por leyes matemáticas eternas. Juntos, estos marcos explican el universo de The Matrix, pero también aclaran la naturaleza misma de nuestra experiencia consciente.

La idea de una realidad simulada encuentra su correlato en la hipótesis del ‘cerebro en una cubeta’, popularizada por Hilary Putnam en Reason, Truth and History (1981), y en las reflexiones del filósofo francés Jean Baudrillard en su libro Simulacros y Simulación (1981). Jonathan Dancy, en Introducción a la Epistemología Contemporánea (1985), afirmó que ‘nos es imposible saber con certeza que no somos un cerebro en una cubeta’. Si nuestro cerebro estuviera aislado en una cubeta y un científico lo estimulara con señales de una computadora, no podríamos distinguir esa ‘realidad virtual’ de la que captan nuestros sentidos. Morfeo le dice a Neo:

Como todos los demás, naciste en cautiverio, en una prisión que no puedes oler, saborear ni tocar. Una prisión para tu mente.

Karl Friston, en su artículo ‘Reality is a Creation of Consciousness’ (2025), extiende esta idea al afirmar que nuestro cerebro actúa como un arquitecto activo de la realidad. Él sostiene: ‘Cuando vemos, oímos, olemos o tocamos, no recibimos la realidad, sino que la creamos’. Según Friston, la conciencia es ‘un tapiz de predicciones y fantasías, tejido en el cerebro’. Esta visión se basa en el Principio de Energía Libre (Free Energy Principle), un marco unificador de la neurociencia computacional y la teoría de la información que explica cómo los sistemas biológicos minimizan el ‘error de predicción’ para mantener la homeostasis. La ‘energía libre’ mide la discrepancia entre las predicciones internas del cerebro y las señales sensoriales entrantes. Para minimizarla, el cerebro emplea dos estrategias principales, operando de ‘adentro hacia afuera’:

  1. Codificación predictiva: Ajusta los modelos internos para alinearlos con los datos sensoriales, actualizando creencias ante sorpresas.
  2. Inferencia activa: Modifica el entorno a través de acciones para que las señales se ajusten a las predicciones, como mover los ojos para confirmar una hipótesis visual.

Esto invierte la intuición pasiva de la percepción: no ‘sentimos y luego pensamos’, sino que ‘predecimos y luego confirmamos’. El cerebro genera hipótesis continuas sobre el mundo. Hace que la realidad experimentada sea una ‘alucinación controlada’ estable mientras no percibamos errores significativos. Friston lo resume:

Si estoy siguiendo correctamente el mundo, no habrá error de predicción… y si mis predicciones no son correctas, surge un error que me obliga a actualizar mis creencias, literalmente cambiar mi mente.

En The Matrix, esto se materializa literalmente: los humanos reciben señales eléctricas que su cerebro interpreta como ‘la realidad’. Cuando Morfeo comienza a entrenar a Neo para combatir le dice:

Lo que debes aprender es que estas reglas no son diferentes a las de un sistema informático. Algunas se pueden doblar. Otras se pueden romper. ¿Entiendes?

La escena del niño monje doblando la cuchara ilustra esta proyección mental: ‘No hay cuchara… La cuchara no se dobla, sino tú’. Nuestro cerebro, ‘encerrado en la oscuridad del cráneo’, interactúa solo con modelos internos, no con la realidad última. Sin embargo, esta ‘realidad virtual’ tiene impactos físicos reales, como advierte Morfeo: ‘El cuerpo no puede vivir sin la mente’. Si aceptamos que la realidad es una construcción interna, como propone Friston, la pregunta inevitable es: ¿qué hay allá afuera? ¿Cuál es la naturaleza de ese mundo exterior que nuestro cerebro intenta predecir y con el que interactúa a través de la inferencia activa? Estas son las preguntas que el físico matemático y premio Nobel Roger Penrose, aborda en su libro El camino a la realidad (2004). Escribe:

Tenemos un círculo cerrado de consistencia aquí: las leyes de la física producen sistemas complejos, y estos sistemas complejos conducen a la conciencia, que a su vez produce las matemáticas, que a su vez pueden codificar de manera sucinta e inspiradora las leyes subyacentes de la física que le dieron origen.

Penrose postula tres ámbitos de existencia profundamente entrelazados: el mundo físicoel mundo mental y el mundo platónico matemático. Cada uno de estos mundos tiene una realidad propia:

  • Mundo físico: Es la realidad material de objetos (partículas, átomos, cerebros, galaxias), regido por leyes físicas. En The Matrix sería la Tierra desolada fuera de la simulación, en que los humanos están conectados a máquinas. Penrose afirma que este mundo genera la mente a través de procesos físicos aún desconocidos.
  • Mundo mental: Es el ámbito de la conciencia, las experiencias subjetivas, el entendimiento, la intuición, la mente humana y posiblemente la de otros seres. Todo lo que sentimos, pensamos y conocemos ya sea dentro de la Matrix o fuera de ella. Según Penrose la mente humana no puede ser explicada por algoritmos. Por tanto, la conciencia es ‘no algorítmica’.
  • Mundo platónico matemático: Es el reino de verdades abstractas, universales, intemporales y objetivas. Números, geometría, leyes lógicas que rigen la estructura del mundo físico. Es el código y las reglas informáticas que estructuran la Matrix y también las leyes de la física ‘real’ del mundo externo. Penrose postula que las matemáticas y la lógica abstracta existen independientemente de las mentes humanas.

La potencia del modelo de Penrose reside en los tres misterios que surgen de las conexiones entre estos mundos:

  • Matemático-físico: ¿Por qué las leyes matemáticas describen con tanta precisión el mundo físico? ¿Por qué la naturaleza se ajusta a conceptos abstractos como las ecuaciones de la relatividad o la mecánica cuántica? ¿Por qué ‘un pequeño segmento del mundo matemático platónico es relevante para el mundo físico’? Este es el antiguo enigma de la ‘irrazonable efectividad de las matemáticas en las ciencias naturales’. Penrose, como platónico confeso, cree que las matemáticas no fueron inventadas sino descubiertas. Existen ‘allá afuera’ y el mundo físico participa de esas formas matemáticas preexistentes. Pero reconocer eso no explica el porqué de la conexión.
  • Físico-mental: ¿Cómo puede la mente consciente emerger de la materia física? ¿Cómo pueden los procesos electroquímicos del cerebro producir experiencia subjetiva, el sentido de un ‘yo’ y colores, sabores, emociones tal como se sienten? ¿Cómo ‘una pequeña parte del mundo físico logra inducir el mundo mental’? Este es el famoso ‘problema difícil de la conciencia’, la brecha explicativa entre átomos y pensamientos que formuló el filósofo David Chalmers. Penrose opina que actualmente no tenemos una respuesta satisfactoria y que quizás se requiera nueva física para resolverlo. Afirma ‘hay poca posibilidad de entender profundamente la naturaleza de la mente sin primero aprender mucho más sobre la base misma de la realidad física’.
  • Mental-matemático: ¿Cómo es posible que nuestras mentes puedan acceder al mundo de ideas abstractas y descubrir verdades eternas? ¿Cómo podemos comprender las matemáticas? Los humanos podemos, por ejemplo, entender el concepto de infinito, demostrar teoremas o concebir ‘triángulos imposibles’ que no existen físicamente. ¿De dónde proviene esa capacidad? El físico Mario Livio en ‘Spiritual Enigmas of Math’ (2022) afirma ‘de alguna manera, nuestro mundo de conciencia logró acceder a ese mundo de formas matemáticas; pudimos inventar y descubrir las matemáticas’. Y lo más sorprendente: al hacerlo, encontramos que ese mundo matemático ‘provee las explicaciones del mundo físico’.

La genialidad de The Matrix es ilustrar este ciclo. Neo debe enfrentar a ‘agentes’ artificiales imposibles de derrotar en el mundo virtual. Morfeo le explica:

Su fuerza y velocidad siguen basadas en un mundo basado en reglas. Por eso, nunca serán tan fuertes ni tan rápidos como tú.

La obra de Baudrillard influyó en The Matrix. En una entrevista con Le Nouvel Observateur (junio de 2003), reconoció el valor de The Matrix al abordar la indistinción entre lo real y lo virtual. Sin embargo, criticó que los actores están ‘en el sistema digitalizado de las cosas; o están radicalmente fuera de él’. Para Baudrillard lo importante hubiera sido mostrar ‘qué sucede cuando estos dos mundos colisionan’. En sus palabras:

Estamos en la transparencia sin cortes. Matrix es, sin duda, el tipo de película sobre Matrix que Matrix habría sido capaz de producir.

Baudrillard alerta que la ilusión radical del mundo es un problema al que se enfrentan todas las grandes civilizaciones. Lo que hemos inventado, es una realidad simulada que, suplanta a la realidad y constituye un universo virtual. Desentrañar estos códigos y misterios nos permite, como Neo, ‘empezar a moldear nuestra propia realidad’. El despertar de Neo se da al comprender que la estructura matemática, el código informático, es la realidad profunda. Es capaz de ‘ver’ el código informático que da forma a los ‘agentes’ invencibles de la Matrix. Este acceso del ‘Mundo Mental al Platónico’, su conciencia, le confiere la capacidad de manipular la realidad física simulada deteniendo las balas. Esto ilustra el ciclo de Penrose: la mente accede a las matemáticas para influir en lo físico.

Friston y Penrose, en conjunto, nos ofrecen una visión dual. Por un lado, habitamos una ‘Matrix biológica’, donde nuestra experiencia es una simulación predictiva y constructiva. Por otro, esta simulación no es arbitraria; es el intento de un sistema biológico de navegar y predecir un universo externo que es increíblemente estructurado y gobernado por reglas matemáticas accesibles para nuestra mente.

La pregunta ‘¿Qué es real?’ ya no tiene una respuesta única. La realidad es tanto la proyección interna de nuestro cerebro, como la estructura externa y matemática del universo. El verdadero despertar, entonces, no consiste en escapar de una simulación, sino en tomar conciencia de que somos arquitectos de nuestra experiencia, confiando en que nuestra intuición y comprensión están sintonizadas con la matemática del universo. Como sugiere la reflexión de Baudrillard:

El desafío no es elegir entre lo real y lo virtual, sino aprender a navegar en el espacio donde constantemente se entrelazan.

‘Bienvenido… al desierto… de lo real’.

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