adaptación

Mi lucha

En 1939, Mohandas Gandhi, a quien el poeta Rabindranath Tagore otorgó el título de Mahatma (Gran Alma), estaba cada vez más preocupado por los eventos en Europa. Cuando se enteró que Hitler había invadido Checoslovaquia, decidió escribirle. En una carta fechada en julio de 1939, Gandhi se dirigió a Hitler:

“Querido amigo,

Está claro que usted es hoy la única persona en el mundo que puede evitar una guerra que podría reducir a la humanidad al estado salvaje. ¿Estará dispuesto a pagar ese precio por un propósito cualquiera por muy digno que le parezca? ¿Escuchará la llamada de quien ha evitado deliberadamente el método de la guerra no sin considerable éxito? De cualquier manera, espero me disculpe, si he cometido un error al dirigirme a usted.

A su disposición.

Su sincero amigo”.

Considerando la dominación británica a la que estaba sometida la India en 1939, no se sabe si esta carta llegó a manos de Hitler; quizás ni siquiera salió de la India. Pero si Hitler la leyó, evidentemente la ignoró. Unas semanas después, invadió Polonia, desencadenando el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Adolf Hitler y Mohandas Karamchand Gandhi (Mahatma Gandhi) son dos figuras fundamentales del siglo XX. Gandhi y Hitler nacieron en tiempos de conflicto, en los que la desigualdad no tenía freno y las personas competían desesperadamente por la riqueza, el poder y el prestigio. Surgían nuevos estados mientras otros desaparecían. Algunos clanes, familias e individuos se enriquecían, mientras que otros se arruinaban. Era un contexto bélico en el que los avances tecnológicos impulsaban la muerte de millones de personas. También era un período en el que las personas aspiraban a tener una vida prolongada, sana y plena, pero constataban que eran incapaces de lograrlo. Gandhi y Hitler compartieron el sufrimiento de su pueblo y prometieron mejorar las cosas. Las circunstancias en que nacemos, nuestro género, habilidades y discapacidades, nuestra crianza, las heridas de rechazo, abandono, humillación, traición, injusticia, etc., forjan nuestro carácter.

Gandhi nació en 1869 en Porbandar. Su familia pertenecía a la casta vaisia que eran comerciantes. A los trece años, sus padres arreglaron su matrimonio con Kasturba Makharji, de la misma edad y casta, una costumbre que más tarde criticaría en su autobiografía ‘Historia de mis experiencias con la verdad’. En esta autobiografía, se describió a sí mismo como tímido y con habilidades mediocres. En su juventud, fue influenciado negativamente por sus amigos y cometió un robo, el cual decidió confesar a su padre. Su padre lo perdonó, lo que le sirvió de lección de ‘Ahimsa’, o no violencia. Al año siguiente, su padre falleció. Al terminar sus estudios, se le presentó a Gandhi la oportunidad de estudiar derecho en el University College de Londres.

Hitler nació en 1889 en Austria. Fue el cuarto de seis hijos en la familia. Durante su infancia, experimentó la pérdida de tres de sus hermanos. Hitler comentaba que, de niño, era azotado a menudo por su padre. Años más tarde le dijo a su secretaria:

“Entonces tomé la decisión de no llorar nunca más cuando mi padre me azotaba. Unos pocos días después tuve la oportunidad de poner a prueba mi voluntad. Mi madre, asustada, se escondió en frente de la puerta. En cuanto a mí, conté silenciosamente los golpes del palo con que me azotaba”.

Hitler era un estudiante promedio en la primaria, pero su rendimiento académico bajó en la secundaria, lo que, según decía, era en rebeldía contra su padre, que quería que siguiera la carrera de agente de aduanas; en cambio, él soñaba con convertirse en pintor.

En 1893, Gandhi viajó a Sudáfrica después de haber ejercido brevemente como abogado en la India. Sin darse cuenta de la gravedad del racismo en Sudáfrica, compró un boleto de primera clase con destino a Pretoria. Debido a las quejas de un pasajero blanco, Gandhi fue obligado a trasladarse a tercera clase. Ante esta injusticia, se negó a ceder y fue expulsado del tren. Este momento, solo en una fría noche de invierno, marcó un hito en su vida. Se enfrentaba a la decisión de huir de regreso a la India o quedarse y resistir la injusticia. Ceder era un acto de cobardía, pero la violencia estaba completamente descartada. Gandhi necesitaba encontrar una forma de resistir de manera pacífica. Poco después, en Johannesburgo, presenció una rebelión zulú. Fue testigo de primera mano de la devastación causada por la guerra, con miles de zulúes siendo abatidos por las ametralladoras británicas. Este episodio lo llevó a realizar una profunda búsqueda espiritual y de su propósito en la vida.

En 1907, tras la muerte de su padre, Hitler se trasladó a Viena. Solicitó ingresar a la Academia de Bellas Artes, pero fue rechazado en dos ocasiones. Frustrado por no alcanzar sus sueños como pintor, se unió al ejército y sirvió como mensajero durante la Primera Guerra Mundial. Esta devastadora guerra, en la que murieron millones de personas, se prolongó por casi cinco años. En octubre de 1918, una explosión de gas mostaza en las trincheras dejó a Hitler ciego. John Toland, en su libro ‘Adolf Hitler: Una biografía narrativa’, señala que el médico que lo atendió concluyó que su paciente era ‘Un psicópata con síntomas histéricos’. En el hospital, Hitler recibió la noticia de la derrota. Los alemanes habían firmado el Tratado de Versalles, que favorecía considerablemente a las fuerzas aliadas victoriosas. El descontento y la humillación entre los alemanes crecía a medida que veían que su nación era obligada a ceder territorio y pagar reparaciones por los estragos de la guerra. Alemania enfrentaba una crisis extrema debido a la emisión indiscriminada de dinero por parte de la República de Weimar. Además, el comunismo estaba en aumento, con trabajadores radicalizados protagonizando violentas revueltas. Hitler estaba devastado y firmemente convencido de que su país había sido derrotado debido a la amenaza combinada del judaísmo y el comunismo, contra quienes juró vengarse.

En Sudáfrica, las políticas discriminatorias negaban a los indios y personas de raza negra el derecho al voto, la propiedad y el matrimonio. En 1906, durante un mitin liderado por Gandhi para protestar contra estas injusticias, un hombre se levantó y proclamó que preferiría estar en prisión que obedecer leyes injustas. Este evento marcó un punto de inflexión para Gandhi, quien desarrolló una visión más clara de su filosofía. Su reflexión culminó en el concepto de ‘satyagraha’, o ‘apego o devoción a la verdad’, que utilizó para promover la desobediencia civil no violenta. Esta estrategia de resistencia abarcaba huelgas de hambre, boicots, mítines pacíficos y la negativa a someterse a la brutalidad policial o al encarcelamiento. Después de dos décadas de lucha en Sudáfrica, Gandhi logró que el gobierno revocara sus leyes discriminatorias y regresó a la India en 1915. Una vez en su patria, comenzó a organizar huelgas pacíficas contra el dominio británico. En este proceso, estableció un ‘ashram’ abierto a todas las castas, con el objetivo de expresar su postura contra la discriminación racial y de castas en la India. Fue durante este tiempo que adoptó un estilo de vida simple. Sus armas eran el ayuno hasta la muerte y la quema colectiva de los trajes fabricados en las hilanderías del Lancashire británico. Este ‘faquir medio desnudo’, al que despectivamente Churchill se refería, hilaba en su rueca doméstica su propia túnica. Su mensaje de resistencia era:

“No compres productos ingleses. Fabrica tus propias telas”.

Gandhi, coordinaba huelgas nacionales contra los británicos e instaba a sus seguidores a aferrarse a la no violencia en la lucha por la independencia, incluso después de la masacre de Amritsar, cuando las fuerzas británicas abrieron fuego contra manifestantes pacíficos, cobrándose la vida de cientos de personas.

En 1920, Hitler se afilió al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (Nazi), un partido con una agresiva agenda racial y nacionalista. Tras un fallido intento de golpe de estado, Hitler fue encarcelado. Durante este tiempo, redactó su libro ‘Mein Kampf’ (Mi lucha), donde plasmó su filosofía gestada a través de sus experiencias y sufrimientos. En su obra, proponía que un líder autoritario debía guiar a la raza alemana en su lucha por la supervivencia y purificarla de influencias dañinas. Tras su liberación en 1926, Hitler emergió como el impresionante líder carismático del Partido Nazi, capaz de atraer con su discurso a un número creciente de jóvenes resentidos que habían sufrido las consecuencias de la crisis económica y política. En las elecciones de 1933, su partido obtuvo una victoria significativa, lo que llevó a su nombramiento como Canciller de Alemania ese mismo año. La llegada al poder de Hitler marcó el inicio de un gobierno autocrático. Su sed de poder y su visión extremista condujeron a la guerra y al genocidio mientras perseguía a los supuestos ‘enemigos’ de Alemania. El Acuerdo de Munich de 1938, que devolvió el Sudetenland a Alemania, solo aumentó la agresividad de Hitler, quien continuó persiguiendo a los judíos e invadiendo otras naciones europeas. El 24 de diciembre de 1940, Gandhi intentó nuevamente persuadir a Hitler. Esta vez su carta fue directa:

“Estimado amigo,

Que me dirija a usted como amigo no es ninguna formalidad. No tengo enemigos. Mi misión en la vida ha sido durante los últimos 33 años conseguir la amistad de toda la humanidad, independientemente de su raza, color o credo”.

Gandhi elogió a Hitler por su patriotismo, pero criticó sus actos:

“No tenemos dudas sobre su valentía o devoción a su patria, ni creemos que sea el monstruo descrito por sus oponentes. Pero sus propios escritos y pronunciamientos y los de sus amigos y admiradores no dejan lugar a dudas de que muchos de sus actos son monstruosos e impropios de la dignidad humana, especialmente en la estimación de hombres como yo que creemos en la amistad universal”.

Luego llega al punto:

“Por lo tanto, le pido en nombre de la humanidad que detenga la guerra… Si alcanza el éxito en la guerra, no demostrará que estaba en lo correcto. Solo demostrará que su poder de destrucción era mayor”.

Steve Taylor, profesor de psicología en la Universidad Leeds Beckett, en su libro DisConnected: The Roots of Human Cruelty and How Connection Can Heal the World, señala que los intentos de Gandhi de razonar con Hitler estaban condenados al fracaso. La filosofía de Gandhi se basaba en la premisa que la resistencia violenta a la opresión es contraproducente, ya que la violencia conduce a más violencia. Gandhi como abogado que era, en sus cartas asumía que, al exponer claramente sus argumentos, Hitler reconsideraría sus acciones. Pero, por supuesto, estaba completamente equivocado. Intentar razonar con alguien tan profundamente trastornado como Hitler era inútil. Apelar a su humanidad no tenía sentido. En palabras de Taylor:

“La razón principal por la que la interacción de Gandhi con Hitler es tan significativaes porque como seres humanos eran polos opuestos, ubicados en extremos del vasto continuo de la naturaleza humana”.

Gandhi ciertamente fue un ser humano con defectos y controversias. Sin embargo, en muchos aspectos fue excepcional. En su filosofía de no violencia y su capacidad para el altruismo y el sacrificio personal, representaba un ideal. En su disposición a sacrificar sus propios deseos e intereses, e incluso su propia vida por principios universales de justicia y paz, encarnaba el desinterés de la espiritualidad. En contraste, Hitler tenía una personalidad gravemente trastornada, con rasgos de psicopatía, narcisismo y paranoia. Sin capacidad para la empatía, consideraba a las otras personas meros objetos. Al contrario de Gandhi, Hitler estaba obsesionado de manera monomaníaca con la búsqueda de sus propios objetivos. En palabras de Taylor:

“La diferencia fundamental entre Hitler y Gandhi es una de conexión. La ‘bondad’ de Gandhi, o de cualquier persona altamente altruista y espiritualmente desarrollada, es el resultado de un sentido del yo profundamente conectado, que experimenta un alto nivel de empatía y compasión hacia los demás”.

Hitler representa un estado de extrema desconexión. La brutalidad de una figura como Hitler, o de cualquier persona con fuertes rasgos psicopáticos y/o narcisistas, se origina en un yo tan desconectado que está completamente encerrado en sí mismo. Como resultado, no percibe el sufrimiento ni la perspectiva de otros. No mira más allá de sus propios intereses, deseos y ambiciones, y no puede frenar si sus acciones causan sufrimiento. En palabras de Taylor:

“No solo están desconectados de otros seres humanos, sino también de la realidad misma. Entonces, si un evento real no se ajusta a sus deseos o ambiciones, y por lo tanto es ‘malo’ en términos de su marco moral, pueden simplemente fingir que no sucedió”.

En 1945, Hitler puso fin a su vida mediante suicidio mientras las fuerzas aliadas avanzaban hacia Berlín. India por su parte, obtuvo su independencia el 15 de agosto de 1947. Gandhi es recordado por su lucha pacífica por la libertad y la justicia, mientras que Hitler por su brutalidad y su papel en el Holocausto. Gandhi, comprometido firmemente con la filosofía de la no violencia y la promoción de la unidad y la paz entre hindúes y musulmanes, paradójicamente fue asesinado por un extremista hindú en 1948. Gandhi había escrito a Hitler:

En la técnica no violenta, como ya he dicho, no existe la derrota. Todo es ‘hacer o morir’ sin matar ni herir. Se puede utilizar prácticamente sin dinero y, evidentemente, sin la ayuda de la ciencia destructiva que ustedes han llevado a tal perfección”.

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