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El último vikingo

Roald Amundsen fue uno de los más grandes exploradores polares de la historia. Dirigió la expedición que por primera vez llegó al Polo Sur. Fue el primero en cruzar a través del legendario Paso del noroeste, que une el Atlántico con el Pacífico. Fue el primer explorador en volar en avión más allá del círculo polar ártico y el primero en volar un dirigible sobre el Polo Norte. Los extraordinarios logros de Amundsen no fueron casuales ni suerte, sino fruto de su claridad de propósito, extraordinaria preparación y ejecución disciplinada.

Amundsen nació el 16 de julio de 1872, cerca de Oslo. Era el cuarto hijo de un propietario de barcos, y desde niño se obsesionó con la exploración. Los noruegos experimentan algunos de los inviernos más duros y largos de Europa. Los inviernos largos y oscuros y el difícil clima engendran un pueblo tenaz que vive con un profundo respeto por la naturaleza y su asombroso poder. Aprenden a esquiar casi tan pronto como a caminar. En esa época, nadie había considerado usar esquíes en la exploración polar. Sin embargo, el 30 de mayo de 1889, Fridtjof Nansen, un estudiante universitario llegaba triunfante a Noruega, tras cruzar Groenlandia usando esquís. En esa ocasión Amundsen, con dieciséis años, decidió convertirse en explorador polar. Para cumplir con los deseos de su madre, comenzó a estudiar medicina, pero luego de la muerte de esta, abandonó la universidad, para dedicarse a su pasión. A los veinte años se embarcó en un barco de cazadores de focas para profundizar su aprendizaje como marinero. Obtuvo su licencia náutica el 1 de mayo de 1895.

Amundsen, había leído sobre la exploración británica del Ártico dirigida por el capitán John Franklin, que en 1845 tenía como objetivo atravesar y explorar el Paso del Noroeste. Las expediciones británicas se caracterizaban por ser numerosas y costosas. Usaban raquetas de nieve para desplazarse, raciones inadecuadas de alimento y ropa incómoda propensa al exceso de sudoración y, por lo tanto, a la congelación. A pesar de la presencia de pueblos esquimales en toda la región, los exploradores británicos no prestaban atención a su capacidad para vivir y prosperar en esos lugares. Franklin y los 128 miembros de su tripulación murieron en el Ártico canadiense. Las expediciones británicas eran como grandes maquinarias de hombres, convencidos que superarían cualquier obstáculo a través del mando y pura determinación e improvisación.

El enfoque de exploración de los noruegos era completamente diferente. La escuela noruega veía la exploración como un deporte. Estaban convencidos de que grandes y costosas expediciones eran un completo error. Los noruegos estaban mejor capacitados para las exploraciones polares que prácticamente cualquier otra nación. Creían que una expedición debía ser pequeña, con pocos miembros elegidos por sus habilidades específicas o por la multiplicidad de talentos. Privilegiaban una excelente aptitud y compromiso con la tarea. Cada detalle tenía que ser adecuado para el propósito y gastaban mucho tiempo diseñando y perfeccionando sus materiales y herramientas para todo, desde tiendas de campaña hasta ropa y equipos de cocina. Nansen fue el primero en implementar paquetes de raciones con proporciones específicas en calorías, macronutrientes especialmente grasas, en un momento en que todavía ni siquiera sabíamos acerca de las vitaminas. Nansen había diseñado un barco hecho a la medida para la exploración polar llamado Fram. Lo había diseñado para soportar ser congelado en hielo sólido sin romperse. Nansen como gurú de la exploración polar se transformó en la figura paterna y mentor de Amundsen y lo motivó en su propia e implacable búsqueda de la excelencia.

En 1897, Amundsen supo de un proyecto belga para explorar la Antártica. Se ofreció como voluntario, sin paga y consiguió el puesto de timonel. La expedición belga fue la primera en invernar al sur del círculo polar antártico. La tripulación debió enfrentar un crudo invierno sin preparación. Amundsen conoció al médico de la expedición, el estadounidense Frederick Cook. Cook había acompañado otras expediciones y aprendió de los esquimales la importancia de la ropa y la dieta. Cook alimentó a la tripulación con carne cruda de animales marinos, evitando que se enfermaran de escorbuto. Amundsen reconocía a un maestro en Cook y se hicieron grandes amigos. Amundsen mandó a confeccionar abrigos con piel de foca. Aprovecharon el tiempo para esquiar y explorar discutiendo sobre la mejor vestimenta, la alimentación, la calidad de la nieve y las diferencias con el Ártico. A Amundsen se le atribuye ser el primero en esquiar en la Antártica. Anotó en su diario lo fácil que para él era trasladarse en esquíes en comparación con Cook que caminaba con mucho esfuerzo usando raquetas de nieve tradicionales. De regreso en Noruega, se puso en contacto con Nansen, que estaba interesado en saber cómo le había ido con la vestimenta, la estructura de los trineos y todo lo que había aprendido con Cook.

Ahora Amundsen, estaba en condiciones de abordar su fantasía de la niñez atravesando el Paso del Noroeste. Tarea pendiente incluso para las sociedades geográficas más ricas e ilustres del mundo. Leyó todos los relatos que pudo encontrar. En 1903, comandó la primera expedición junto a otros seis integrantes. Su recorrido los llevó por los estrechos del norte de Canadá. Permanecieron durante dos inviernos en actividades de exploración. Emprendió estudios adicionales en evaluación magnética de la tierra para justificar sus objetivos exploratorios. Agregar una agenda científica a sus exploraciones le ayudaba a ser capitán de su propio barco. Amundsen aprovechó ese tiempo para establecer amistad con los inuit de la región llamados netsilik. Aprendió de ellos sus técnicas de supervivencia. Utilizaban la piel de reno para confeccionar su ropa. El pelo del reno es hueco lo que hace que sea liviano y cálido y evita que se acumule sudor. La ropa interior la hacen con pieles de caribú, que es flexible y evita rozaduras. Amundsen adoptó esta vestimenta. Los netsilik también le enseñaron a perfeccionar sus técnicas de trineos tirados por perros, cuales poner en qué posición, cómo equilibrarse y guiarlos. Luego de tres temporadas dominó el arte esquimal de los trineos tirados por perros, y comprendió que deberían ser un componente fundamental de cualquier exploración polar. Amundsen fue pionero en combinar equipos de esquiadores con trineos tirados por perros, una innovación que revolucionó los viajes polares.

Luego de su exitosa expedición al Paso del Noroeste, Amundsen planeó una expedición al polo norte, para lo que haría uso del Fram, el barco diseñado por su mentor Fridtjof Nansen. El propósito era claro: ser los primeros en llegar al polo sur. La estrategia: avanzar todo lo posible con el Fram, y luego utilizar trineos tirados con perros, junto a todas las prácticas de supervivencia aprendidas con los esquimales. Ahora le quedaba seleccionar a su equipo. Con su firme filosofía, tenía que ser un número limitado. Amundsen decidió llevar consigo solo a seis hombres, todos expertos en sus respectivos campos. La expedición iba a durar cuatro años y necesitaba que sus hombres estuvieran comprometidos, y fueran los adecuados. Seleccionó personalmente a tres oficiales navales, expertos en ciencias oceanográficas, recopilación de datos magnéticos y navegación ártica, un adiestrador de perros, un esquiador campeón mundial que además era carpintero y fabricante de esquís, un experto en trineos tirados por perros, un cazador de focas y cocinero capaz de hacerlas apetitosas todos los días. Solo un miembro de la tripulación fue impuesto por Nansen; Fredrik Johansen, con el que Amundsen tenía serias reservas sobre su estabilidad emocional.

Mientras estaban en los preparativos para la expedición, Amundsen recibió la noticia que dos estadounidenses, Robert Peary y su viejo amigo el doctor Frederick Cook, con expediciones independientes reclamaban la conquista del polo norte geográfico. La noticia lo sorprendió, se le habían adelantado. Por lo tanto, cambió sus planes, y decidió lanzarse a explorar el polo sur. Amundsen no hizo público el cambio de planes, para evitar cualquier retraso. Cuando llegaron a la isla Madeira para reabastecerse, reunió a la tripulación y dejó caer la bomba, les dio la opción de renunciar, pero cada uno accedió seguir adelante, entendiendo lo que el logro representaba para Noruega. Amundsen, sabía que los británicos habían lanzado una expedición al polo sur que lideraba Robert Falcon Scott, por lo que le envió un telegrama a su rival en la carrera que vendría. El texto decía:

Me permito informarle de que el Fram está de camino a la Antártica.

Scott informó a Londres que competirían con los noruegos, y la conclusión fue que los perros eran claramente inferiores frente a sus ponis y trineos motorizados. El 14 de enero de 1911 llegaron a la Bahía de las Ballenas y Amundsen levantó su campamento. Pretendía crear su propia ruta, la ruta era 60 millas náuticas más cerca del polo, pero era completamente desconocida. Scott por su parte, seguiría la ruta abierta previamente por Ernest Shackleton. Durante febrero, marzo y abril de 1911, se dedicaron a colocar puestos de abastecimiento con alimentos para el regreso. 100 perros se pusieron a trabajar entusiasmados arrastrando toneladas de suministros y material a través del hielo en la primera parte de la acción. Amundsen anotó en su diario lo espléndidamente que se estaban desempeñando los perros. No podía entender cómo los británicos no los valoraban. Durante el invierno, se dedicaron a mejorar cada detalle de sus implementos, en particular disminuir el peso de los trineos. El 4 de febrero de 1911, una parte del equipo de Scott realizó una visita amistosa en barco al campamento noruego. Ambas expediciones sabían perfectamente que estaban en competencia.

Amundsen estaba nervioso, sabía que los ingleses tenían la última tecnología de trineos motorizados con orugas. No quería perder tiempo. Aprovechando un aumento en la temperatura primaveral, el 8 de septiembre de 1911 salió rumbo al polo, pero las temperaturas bajaron drásticamente hasta menos de –51 °C, y tuvieron que regresar al campamento base. Este apresuramiento desencadenó un conflicto entre Amundsen y JohansenAmundsen decidió reorganizar. Sacó a Johansen del equipo que llegaría al polo y lo dejó en el grupo que se quedaría haciendo actividades científicas. Amundsen con cuatro compañeros formarían el nuevo equipo del polo sur.

Amundsen y su equipo partieron el 19 de octubre de 1911 con cuatro trineos y 52 perros liderados por la hembra Etah. El plan de ruta era claro. La carga de trabajo diaria también. Amundsen hizo que su equipo marchara entre 15 y 20 millas por día, independiente del clima. El 15 de noviembre, llegaron al pie de los montes Transantárticos, escalaron más de 1.500 metros en rutas totalmente desconocidas y el 21 de noviembre llegaron a la meseta Polar. Allí levantaron un campamento que recibiría el nombre de La Carnicería, ya que fruto del esfuerzo extremo, tuvieron que sacrificar 24 perros. Una parte de la carne era para alimentar a los perros sobrevivientes, y el resto para el viaje de regreso. Tres días después, batieron el récord que había establecido la expedición de Shackleton: 88° 23′ Sur, pero aún quedaban 180 km para llegar al polo sur.

Llegaron al polo sur el 14 de diciembre de 1911, 35 días antes que la expedición británica. Amundsen dejó una tienda con una carta en su interior, que daría testimonio de su logro en el caso de que no pudiesen regresar. Sin embargo, todos llegaron a salvo, al campamento base el 25 de enero de 1912, con once perros, después de 99 días de viaje de ida y regreso al polo sur.

Scott llegó con graves dificultades al polo, solo para encontrar la bandera de Noruega. Los trineos motorizados no funcionaron, incluso uno se hundió totalmente en el hielo. Todos los caballos murieron y el equipo tuvo que valerse de su propia fuerza. Además, Scott agregó en el último momento un miembro adicional, lo que motivó un desajuste en las raciones de comida. Debido a su falta de preparación, ropa inadecuada y ausencia de víveres suficientes, tanto Scott como su equipo fallecieron durante el viaje de regreso. Lawrence Oates, se enfrentó en varias ocasiones con Scott, por temas relacionados con la forma de dirigir la expedición. Una vez escribió en su diario:

No me gusta nada Scott y lo tiraría todo por la borda si no fuera porque somos una expedición británica… Scott no actúa con rectitud, su primera preocupación es él mismo, el resto no le importa…

La expedición de Amundsen estaba conformada por cinco personas que llegaron al polo sur. Los otros 27 (científicos y oficiales navales) se quedaron en el campamento base para realizar actividades científicas. Edward Larson, en su libro An empire of ice, indica que Scott mezcló los objetivos de su grupo y puso la ciencia como prioridad. El grupo de Scott ocupaba tiempo adicional en tomar muestras geológicas, meteorológicas y biológicas. El 19 de marzo, los tres miembros que quedaban vivos montaron su último campamento, a unos 19 kilómetros de un depósito de suministros, que no pudieron alcanzar dadas las condiciones climáticas y la mala planificación. Scott dejó cartas dirigidas a las madres de sus compañeros, a varias personas, a su propia madre y a su esposa. También escribió su Mensaje al público, una defensa de la organización y conducta de la expedición en la que atribuía el fracaso al mal tiempo y otras desgracias. Dice:

Tomamos riesgos, lo sabíamos, las cosas han ido en nuestra contra y por lo tanto no tenemos motivo de queja, sino solo someternos a la voluntad de la Providencia, determinados todavía a hacer lo mejor hasta el final… Si hubiéramos vivido, debería haber contado la historia de la audacia, resistencia y coraje de mis compañeros, que han llenado el corazón de todos los ingleses. Estas ásperas notas y nuestros cadáveres deberán contar la historia. Sin duda, un gran país como el nuestro se encargará de que todos los que dependen de nosotros estén adecuadamente provistos.

Se presume que Scott murió el 29 de marzo de 1912. Los cuerpos fueron descubiertos luego de ocho meses. Amundsen, tenía un propósito claro, siguió la sabiduría nativa, llevó a su equipo de 5 hombres al polo sur en un viaje agotador de 3.300 kilómetros a -30 °C, con un ritmo que le permitió llegar en sólo 99 días y regresar todos sanos y salvos. En su libro The South Pole: An Account of the Norwegian Antartic Expedition in the Fram, escribió:

La victoria espera al que tiene todo en orden: la gente lo llama suerte. La derrota es segura para aquel que no ha tomado las precauciones necesarias a tiempo; a esto le llaman mala suerte.

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