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Raíces de liderazgo

Joseph Torigian, en su reciente libro The Party’s Interests Come First, ofrece una biografía profunda de Xi Zhongxun, el padre de Xi Jinping, que ayuda a comprender mejor las raíces del liderazgo del actual líder supremo de la República Popular China. En este análisis combinamos la investigación de Torigian junto con otras fuentes relevantes bajo el marco del modelo de madurez propuesto por el profesor de Harvard Robert Kegan, para explorar la evolución psicológica de Xi Jinping. Según Kegan la esencia de nuestra vida es dar significado a nuestras experiencias.El crecimiento es posible cuando somos capaces de reflexionar sobre algo bajo una nueva luz y posteriormente llegar a comprenderlo de una manera diferente. En Immunity to Change Kegan escribe:

Para funcionar con éxito en una sociedad con diversos valores, tradiciones y estilos de vida, es necesario que nos relacionemos con nuestras propias reacciones en lugar de ser cautivos de ellas. Resistir nuestra tendencia a considerar correcto o verdadero, lo que nos resulta casi familiar, e incorrecto o falso, lo que simplemente nos resulta extraño.

Kegan identifica que la creación de significado progresa a través de cinco órdenes mentales. Estos niveles sucesivos representan evoluciones en nuestro desarrollo cognitivo y, por lo tanto, definen la complejidad con que construimos nuestra realidad y la capacidad de lidiar con los conflictos y la ambigüedad. Cada nivel, es un cambio cualitativo en la creación de significado del nivel anterior. No renunciamos a lo aprendido en los niveles anteriores; sino que los transformamos, es decir, cambiamos la forma en que comprendemos el mundo. Kegan describe un progreso desde una mente impulsiva en la niñez, pasando por una mente imperial (instrumental) en la adolescencia y luego una mente socializada en la juventud, hacia una mente autocreadora en la adultez, culminando potencialmente en una mente autotransformadora en los individuos más desarrollados. Este marco teórico nos permite examinar cómo las experiencias vitales de Xi Jinping, desde ser un privilegiado ‘príncipe rojo’ hasta sobrevivir a la Revolución Cultural, forjar su carrera política y concentrar el poder en sus manos, han moldeado gradualmente su forma de entenderse a sí mismo y al mundo. Torigian destaca cómo la vida emocional del padre, marcada por el sufrimiento y tragedias personales, moldeó sus convicciones políticas y ‘pudo haber agudizado las de su hijo’. En palabras de Torigian:

Al igual que su padre, Xi también es producto de múltiples influencias y es un político que, a menudo, creo, reacciona según las circunstancias específicas de la situación.

Etapa 1: Mente impulsiva. Según Kegan, en nuestra primera infancia operamos con una mente impulsiva, centrados en nuestras necesidades inmediatas y emociones, sin aún diferenciar claramente entre uno mismo y el entorno. En el caso de Xi Jinping, nacido en 1953, sus primeros años transcurrieron en un ambiente privilegiado y muy politizado. Su padre, era un veterano revolucionario comunista y alto funcionario del régimen de Mao, así que Xi era un ‘príncipe rojo’ inserto en la élite gobernante de la recién fundada República Popular China. Vivió en Pekín y asistió a la exclusiva Escuela 1° de Agosto, conocida como la ‘cuna de líderes’. Desde muy pequeño, Xi escuchó a su padre relatar cómo se unió a la revolución de joven y les decía a él y a sus hermanos: ‘ustedes sin duda harán la revolución en el futuro’. Recuerda Xi en su biografía, que estos discursos repetidos ‘hasta que los oídos nos echaron callos’, le inculcaron valores maoístas, como la idea de servir al pueblo, la glorificación de la austeridad y el deber socialista. No obstante, cuando Xi tenía 9 años, su padre fue acusado de actividades ‘anti-Partido’, por apoyar una novela que Mao rechazaba. Cayó en desgracia y fue purgado abruptamente de su cargo. Para el pequeño Xi, esto significó la pérdida súbita de la protección paterna y del estatus familiar: su padre fue enviado a una remota fábrica lejos de Pekín, su madre fue desterrada a trabajos forzados agrícolas y su hermana ‘perseguida hasta la muerte’. Evan Osnos, en su artículo Born Red publicado en The New Yorker, relata:

Xi y los hijos de otros funcionarios atacados permanecieron juntos, enzarzándose en peleas callejeras y robando libros de bibliotecas cerradas. Más tarde, Xi describió ese período como un colapso distópico del control. Fue detenido ‘tres o cuatro veces’ por grupos de guardias rojos y obligado a denunciar a su padre.

Etapa 2: Mente imperial. La segunda etapa definida por Kegan, es la mente imperial (o instrumental), que se caracteriza porque el individuo comienza a comprender relaciones de causa y efecto y persigue sus propios intereses de forma egocéntrica. La moral es concebida en función de reglas y conveniencias personales. Para Xi Jinping, esta etapa abarcó los años en que su vida dio un vuelco drástico: de ‘príncipe rojo’ pasó a ser hijo de un ‘derechista’ caído en desgracia. Xi tuvo que adaptarse a esta nueva realidad. Ya no podía dar por sentados sus privilegios, y aprendió por la vía dura a sobrevivir usando su ingenio y terquedad.Tuvo que desarrollar una mentalidad de ‘sálvese quien pueda’. En sus memorias, Xi reconoce que ‘no soportaba que lo humillaran’ y solía resistirse a los matones de la Guardia Roja. En Beijing, proclamaban consignas como ‘Si el padre es héroe, el hijo es héroe; si el padre es un reaccionario, el hijo es un bastardo’. Xi, era etiquetado como ‘hijo de bastardo’. Cuando tenía 15 años, logró escapar de un centro de detención para hijos de ‘elementos negros’ y corrió de vuelta a su casa. Sin embargo, su propia madre, lo entregó de nuevo a las autoridades para no ser acusada de encubridora. Xi se había convertido en un adolescente endurecido: había visto la crueldad del poder y la inconstancia de las lealtades humanas. Paradójicamente, estos años salvajes también despertaron en él una necesidad de orden y pertenencia. Xi en una entrevista señaló que a los 14 años fue capturado por un grupo de Guardias Rojos que le dijeron ‘Podemos ejecutarte cien veces’. En palabras de Xi:

En mi opinión, no había diferencia entre ser ejecutado cien veces o una vez, así que ¿por qué tener miedo de cien veces? Los guardias rojos querían asustarme, diciéndome que ahora iba a sentir la dictadura democrática del pueblo, y que sólo me quedaban cinco minutos. Pero al final, me dijeron, en cambio, que leyera citas del presidente Mao todos los días hasta altas horas de la noche.

Etapa 3: Mente socializada. La tercera etapa de desarrollo que describe Kegan es la mente socializada, en la cual el individuo internaliza los valores y expectativas de su entorno o comunidad. En esta etapa la identidad se define principalmente en función de pertenecer y contribuir a un colectivo más grande, buscando aprobación externa. En la vida de Xi Jinping, esta fase comienza a fines de los 60. El régimen promovía la idea de que los jóvenes urbanos debían ‘fundirse con las masas campesinas’ para templar su carácter. Xi, con 15 años, se convirtió en uno de esos ‘jóvenes enviados al campo’: en 1969 partió a Liangjiahe, una remota aldea, para trabajar como campesino. Verna Yu y Emma Graham-Harrison en el artículo Xi Jinping: from ‘counter-revolutionary’ to absolute power, publicado en The Guardian, escriben que, si bien al principio fue confuso y difícil, con el tiempo Xi internalizó activamente la ética de trabajo y la humildad rural. Según su propio testimonio, tras siete años cavando zanjas, criando cerdos, durmiendo en cuevas infestadas de pulgas y cargando estiércolemergió transformado. ‘Cuando me fui a los 22 años, tenía un objetivo claro en la vida y estaba lleno de confianza’. Esta ‘transformación’ fue posible porque Xi en lugar de rebelarse contra el sistema que destruyó a su familia, eligió: ‘sobrevivir volviéndose más rojo que los rojos’. Así, solicitó ingresar en la Liga de la Juventud Comunista y luego en el Partido con insistencia incansable, persiguiendo ser aceptado en la colectividad a toda costa. De hecho, presentó solicitudes de ingreso al Partido Comunista una y otra vez a pesar de ser rechazado siete veces por su origen familiar. Tuvo que esperar hasta que un nuevo secretario comunal reconociera sus capacidades. A los 20 años, fue admitido como miembro pleno del Partido Comunista. Xi abrazó con convicción su nueva identidad de fiel servidor del Partido y del pueblo. En vez de guardar rencor por el sufrimiento padecido, Xi, lo consideró una oportunidad de demostrar su compromiso. Escribe Torigian:

Sufrir se consideraba forjarse; preocuparse demasiado por uno mismo era visto como individualismo burgués.

Etapa 4: Mente autocreadora. Kegan denomina a la cuarta etapa como mente autocreadora o institucional, en la cual el individuo desarrolla un sentido de identidad independiente de la aprobación externa, define sus propios valores o agenda y es capaz de coordinar y criticar los distintos sistemas a los que pertenece. Para Xi Jinping, su adultez desde inicios de 1980 hasta cerca de 2012 se caracterizó por la construcción deliberada de su carrera política y la consolidación de su propia visión de cómo debe gobernarse China. Una de las determinaciones estratégicas más importantes que tomó fue forjar una carrera demostrando méritos en provincias. Xi solicitó voluntariamente en 1982 ser transferido a trabajar en un remoto condado rural de la provincia de Hebei. Formuló un plan a largo plazo para escalar posiciones. Xi quería ser visto como un líder trabajador, incorruptible y resolutivo. Incluso el matrimonio con Peng Liyuan, una famosa cantante de la armada fue una decisión personal con impacto político, cuya impecable reputación complementó la imagen de Xi. Luego de 30 años de experiencia, tenía una idea clara de qué China debía evitar la fragmentación del poder, la corrupción descontrolada, la apertura política estilo soviético y qué debía impulsar el desarrollo económico, fortalecimiento del Partido y el nacionalismo. El 15 de noviembre de 2012, Xi asumió el cargo de secretario general del partido y empezó a articular su propio proyecto:

El Sueño Chino, la gran revitalización de la nación.

Etapa 5: Mente autotransformadora. La quinta y última etapa que define Kegan, es la mente autotransformadora. Es alcanzada por una minoría de adultos y se caracteriza por la capacidad de integrar sistemas de pensamiento, relativizar la propia ideología y vivir con paradojas, transformándose continuamente. Es debatible si Xi Jinping ha llegado a encarnar plenamente esta etapa, dado que su liderazgo ha sido marcado por una firmeza ideológica más que por la flexibilidad. Sin embargo, en el contexto de su rol como máximo líder de China, puede argumentarse que Xi ha manifestado algunos elementos de mentalidad transformadora en el sentido de que ha reconfigurado el sistema político e institucional chino conforme a su visión personal, convirtiéndose él mismo en el eje integrador del Partido, Estado, Ejército y economía. Xi ha trascendido el molde de ‘líder colectivo’ característico de sus predecesores e impuso un estilo de liderazgo unipersonal reminiscente de Mao, justificándolo como necesario para la supervivencia y grandeza de China. En este proceso, ha debido reconciliar lecciones de distintas épocas: la de su padre, la maoísta, la reformista y transformarlas en una nueva síntesis doctrinal llamada ‘Pensamiento de Xi Jinping’, ahora inscrito en la constitución china. Xi se posiciona como el agente de cambio histórico que integra el pasado y el futuro de China fusionando su identidad personal y la institucional. La conjunción de un entorno externo desafiante y un entorno interno propicio al centralismo ha afianzado en Xi la convicción de que su modo de gobierno autoritario, personalista y nacionalista es justificable y necesario. En 2018 el Comité Central del Partido Comunista de China votó a favor de la reforma de la Constitución que permitirá a Xi Jinping presentarse indefinidamente a la reelección, acabando con el límite de dos mandatos que se encontraba en vigor. En marzo de 2023 Xi Jinping fue reelegido para un tercer mandato, por lo que por ahora será presidente de China hasta 2028. Xi está convencido de que solo un liderazgo fuerte y vigilante evitará la disolución de la nación. Michel Bonnin, profesor de la École des Hautes Études en Sciences Sociales en París señala:

La lección que Xi aprendió es que siendo un buen y obediente comunista se podía sobrevivir e incluso prosperar, aunque eso significara olvidar el trato que el Partido dio a su padre.

El marco de Kegan permite apreciar cómo Xi Jinping ha pasado de ser un niño privilegiado y luego traumatizado, a un joven adoctrinado y ambicioso, a un político calculador y finalmente a un líder autocrático convencido de su papel histórico. Cada fase de su desarrollo ha estado marcada por grandes fuerzas en conflicto, que ha sido capaz de trascender para evolucionar. Como sugiere Torigian, entender la vida de su padre y las cicatrices que dejó en Xi es clave para desentrañar su psicología: ‘Xi Zhongxun le transmitió que la lealtad al Partido estaba por encima de todo y que el sufrimiento por la causa era un honor’. Xi Jinping ha llevado esa máxima a su extremo: consolidó un poder personal sin precedentes, convencido de que ‘los intereses del Partido van primero’ y de que él encarna dichos intereses. En las raíces del liderazgo de Xi Jinping convergen conflictos históricos y personales sublimados por una voluntad férrea de liderar el futuro de una nación de 1.400 millones de personas. Si esta transformación tendrá resultados positivos o negativos a largo plazo es tema de debate, pero revela a un líder comprometido en convertir sus convicciones en realidades concretas. En una entrevista publicada en Chinese Times, Xi señaló:

La gente que tiene poca experiencia con el poder, los que han estado lejos de él, tienden a considerar estas cosas como misteriosas y novedosas. Pero miro más allá de las cosas superficiales: el poder, las flores, la gloria y los aplausos. Veo los centros de detención, la inconstancia de las relaciones humanas. Entiendo la política a un nivel más profundo.

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