
No hay partes malas
Charlie Mackesy es un artista que nació en 1962 en Northumberland, Inglaterra. Creció en el campo, donde desarrolló un profundo amor por la naturaleza y los animales. Aunque asistió a la Universidad de Newcastle para estudiar Bellas Artes, la dejó para dedicarse a viajar y explorar diferentes formas de expresión artística. A los 18 años murió su mejor amigo, eso marcó un antes y un después. Comenzó a ‘dibujar de verdad’. En una charla TED dijo:
“Dibujé en Londres durante mucho tiempo en las calles. Recuerdo que una mujer se me acercó con tres niños, se detuvo y miró lo que estaba haciendo durante un rato, no dijo nada y se fue. Escuché que les decía a los niños que eso les pasaría si no hacían sus tareas”.
Mackesy trabajó como dibujante para The Spectator y como ilustrador de libros para Oxford University Press. Ha colaborado con numerosas organizaciones benéficas y campañas sociales, usando su arte para apoyar causas como la salud mental, la pobreza, y la conservación del medio ambiente. Con su estilo minimalista, a menudo utiliza tinta simple sobre papel para crear figuras y escenas en las que a veces incluye textos. En una entrevista comentó:
“Recuerdo que un buen amigo me habló sobre lo que él pensaba que era la valentía y lo que dijo me molestó, así que dibujé a un niño preguntándole a un caballo: ‘¿Qué es lo más valiente que has dicho?’ y el caballo respondió: ‘Ayuda’. Lo subí a Instagram y lo olvidé, y lo siguiente que supe fue que hospitales e instituciones lo estaban usando. El ejército también lo estaba usando para el trastorno de estrés postraumático, era una locura. Recibía correos electrónicos que decían: ‘Espero que no le importe que lo usemos en nuestra unidad de terapia, está ayudando a la gente a darse cuenta de que es un acto de valentía mostrar debilidad’”.
Un editor descubrió el dibujo en Instagram y como resultado surgió el mundialmente famoso libro de dibujos y frases a tinta ‘El niño, el topo, el zorro y el caballo’, publicado en octubre de 2019. La historia sigue la improbable amistad entre estos cuatro personajes mientras viajan juntos en busca de un hogar. Luego del impacto del libro, Mackesy se dedicó a adaptarlo para un cortometraje. Después de dos años, el trabajo dio frutos. La película de 35 minutos ganó un BAFTA al mejor cortometraje de animación británico y el Oscar 2023 al mejor cortometraje de animación. Sin embargo, luego de todos estos éxitos, el mayor cambio personal para Mackesy, que vive solo con su perro, es el incremento de conexiones e interacciones humanas que ha tenido. Comenta:
“Alguien se me acercó y me dijo: ‘Sólo quiero que sepas que decidí quedarme, que todavía estoy aquí gracias a este libro’. Alguien más me dijo que le he dado a la gente licencia para ser amable. La pura energía y apoyo me han ayudado a lo largo de los últimos años”.
Para Mackesy, este libro podría considerarse un reflejo de su vida. Ha sufrido ansiedad y depresión, por lo tanto, su libro representa como las diferentes partes de su propio ser han ido evolucionando e integrándose a medida que avanza. En sus palabras:
“Los cuatro personajes representan diferentes partes de la misma persona. El niño curioso, el topo entusiasta pero un poco codicioso, el zorro que ha sido herido y está apartado de la vida, lento para confiar, pero quiere ser parte del grupo, y el caballo que es el más sabio, la parte más profunda de ti, el alma”.
El filósofo y lingüista Jerry Fodor, en su libro ´The Modularity of Mind’, propuso que nuestra mente estaba formada por un conjunto de módulos especializados independientes e interconectados. Según Fodor, cada módulo produce resultados que luego convergen con los resultados de los otros módulos. Esto permite una distribución eficaz y segregada de las subfunciones mentales, que, a su vez, colaboran con la optimización de los procesos del cerebro. Este diseño ofrece grandes ventajas porque percibimos la realidad desde diferentes perspectivas. El problema es que con frecuencia entran en conflicto porque operan con reglas y objetivos diferentes. Richard Schwartz, desarrolló en los 80, el modelo de sistemas de familia interna. Este enfoque combina el pensamiento sistémico con la perspectiva de que al igual que una familia, una empresa o una sociedad, nuestra mente está compuesta por subpersonalidades relativamente distintas, cada una con su propio punto de vista y cualidades singulares. En su libro ´No hay partes malas’ Schwartz señala:
“Por motivos de eficacia, el cerebro está diseñado para formar estos grupos, enlazando ciertos recuerdos, emociones, formas de percibir el mundo y comportamientos, que se conservan juntos como unidades internas que pueden activarse cuando sea necesario”.
Según Schwartz nuestra mente está compuesta por múltiples partes, y en la base, reside el núcleo de la persona, la conciencia o el ser. Como una familia, a veces armónica otras disfuncional, nuestras partes internas pueden asumir roles diferentes. Cada parte tiene una personalidad, perspectiva, intereses, recuerdos y un punto de vista propio. Un principio central de este enfoque es que toda parte tiene una intención positiva, aunque sus acciones sean contraproducentes y/o generen una disfunción. No tiene sentido luchar contra nuestras partes, forzarlas ni eliminarlas, porque son nuestras. El objetivo es integrarlas. Fomentar la conexión y la armonía interna permite que la mente retorne a su equilibrio. El propósito de este enfoque apunta a sanar nuestra familia interna para mejorar nuestra experiencia vital. Gabor Maté, en su libro ‘El mito de lo normal’ afirma:
“La culpa paralizante; el odio hacia uno mismo y sus primos hermanos: el autorrechazo, el autosabotaje y los impulsos autodestructivos, son mucho más que pensamientos; viven en nuestra neurofisiología y en nuestra mente como ‘grupos discretos de procesos mentales relacionados’.
En una entrevista, Mackesy explicó que el niño se basa libremente en él, para el topo se inspiró en su viejo y codicioso perro Barney, el zorro es la parte ansiosa de él mismo y el caballo es un alma sabia. En sus palabras:
“Para mí, el niño siempre se sintió bastante solo, así que lo coloqué en un paisaje diminuto con nieve cayendo. Sentí que debería simplemente sentarse en la nieve bajo su propia sombra, casi como una protesta por sentirse tan perdido. Los seres humanos necesitamos conexión y llega el topo, que es el más valiente socialmente, siempre saluda primero. El zorro tiene el arco más grande de la historia, con la frase sobre ser amado. Cuando somos vulnerables unos con otros, somos fuertes. Se atrevieron a mostrar su lado débil, se unieron y encontraron su hogar el uno en el otro”.
Tratar de comprender el origen y sobre todo el propósito de nuestras subpersonalidades, nos lleva al principio de la autoindagación, al consejo del oráculo de Delfos conócete a ti mismo. Maté afirma que todo lo que llevamos dentro, por angustioso que sea, existe con un propósito; no hay nada que no deba estar, por problemático e incluso debilitante que pueda ser. En sus palabras:
“Primero nos esforzamos por conocer estos aspectos molestos de nosotros mismos para, después, convertir a los enemigos en amigos, de la mejor forma que podamos”.
Estos aspectos perturbadores de nuestra personalidad siempre han sido amigos, por extraño que suene. Sus orígenes eran protectores y benéficos, y ese sigue siendo su objetivo actual, aunque parezcan equivocarse en las formas. No debemos temer, evitar, rechazar ni reprimir a estos ‘indeseables’. Cuando reconocemos los motivos de estos aparentes antagonistas internos y los integramos, tienden a calmarse. La cantante canadiense Alanis Morissette en el prólogo del libro de Schwartz, escribe:
“En mi mundo interior, encontré mi propia rabia asesina, mi vergüenza, pánico, depresión, dolores y anhelos, mis humillaciones y penas. Además de estas partes ‘oscuras’ o ‘malas’ que parecían querer condenarme a patrones reiterados y hábitos dolorosos, también había partes ‘claras’ o ‘buenas’ que precisaban mi valor para abrirme a las partes visionarias; las partes generosas; las partes inteligentes; las partes de liderazgo; las partes virtuosas, sensibles, empáticas”.
Schwartz plantea que tenemos tres tipos de partes:
- Los exiliados: Representan un trauma psicológico, a menudo de la infancia, que cargan el dolor y el miedo. Los exiliados pueden llegar a aislarse de las otras partes y polarizar el sistema. Mackesy en su cuento, representa en el niño la soledad, vulnerabilidad y experiencias dolorosas, que se mantienen ocultas del resto del sistema interno para protegerse. Estas partes infantiles de inocencia, curiosidad y una apertura genuina hacia el mundo, son características comunes de las partes exiliadas que mantienen la capacidad de sentir profundamente, incluido el amor y la esperanza.
- Los bomberos: Son partes que emergen cuando los exiliados se escapan y demandan atención. Trabajan para desviar la atención del daño y la vergüenza del exiliado, lo cual lleva a conductas impulsivas y/o inadecuadas, como comer en exceso, el consumo de drogas o la violencia. También pueden distraer a la persona del dolor enfocando excesivamente la atención en actividades más sutiles, como trabajar demasiado o sobremedicarse. En el cuento de Mackesy, cuando el topo sale de la nieve, pregunta al niño qué hace y el niño le indica que está perdido. Aunque preocupado, el topo piensa ver un pastel a la distancia, pero luego se da cuenta que es un árbol. La adicción del topo por los pasteles distrae la atención del problema que necesita atención.
- Los protectores: Asumen un papel preventivo y protector. Influyen en el modo en que una persona interactúa con el mundo externo, protegiéndonos de daños y evitando que las experiencias dolorosas o traumáticas afloren a la conciencia. En el cuento de Mackesy, cuando el niño con el topo, notan que está oscureciendo, conversan sobre los miedos y los sueños. Un zorro empieza a merodear. Poco después escuchan un gemido a lo lejos, van a ver y es el zorro que está atrapado en una trampa. Este se muestra intimidante y agresivo y los amenaza con matarlos si no estuviera atrapado. Las partes protectoras a menudo arrastran el dolor de experiencias pasadas protegiendo al sistema interno de potenciales peligros. La gradual apertura y confianza del zorro en el grupo refleja el proceso de sanación donde las partes que han estado protegiendo comienzan a permitir vulnerabilidad y conexión.
En el sistema de familia interna de Schwartz, hay un cuarto componente que denomina el ‘Self’, el Ser o el Yo. No es una parte como tal, sino que representa el núcleo o espíritu de la persona, que es intrínsecamente bueno y sabio. Todas las partes tienen acceso a este proporcionando un centro de conciencia y compasión. Este concepto es similar a lo que en otras tradiciones se podría llamar el ‘alma’ o la ‘esencia’. El ‘Self’ se caracteriza por las siguientes cualidades:
- Calma: Capacidad de permanecer en paz y sereno frente al comportamiento y reacciones de las partes.
- Curiosidad: Interés de no juzgar para comprender las partes.
- Claridad: Visión profunda de la naturaleza del Yo y sus partes.
- Compasión: Comprensión empática de las experiencias de las partes.
- Confianza: Certeza interna en la capacidad del Yo para que las partes se integren, cooperen y trabajen juntas para el bienestar de la persona.
- Creatividad: Pensamiento innovador y flexible para encontrar soluciones y formas de manejo efectivas y saludables entre las partes.
- Coraje: Valentía para enfrentar emociones, recuerdos dolorosos y hacer cambios necesarios.
- Conexión: Sentido de unidad y armonía con todas las partes del sistema interno.
En el cuento de Mackesy, el caballo con su sabiduría se presenta como una encarnación del ‘Self’. Es el más grande del grupo y se posiciona como un guía sereno y empático, ofreciendo apoyo y orientación a los demás personajes de la historia. A través de su enfoque considerado y sus palabras alentadoras, el caballo ayuda a los otros personajes a enfrentar sus desafíos, a entenderse mejor a sí mismos y a fortalecer sus vínculos. Schwartz escribe:
“Nuestro mundo interior es real. Las partes no son productos de la imaginación o símbolos de nuestra psique; tampoco son metáforas de significado más profundo. Son seres internos que existen en familias o sociedades internas, y lo que sucede en esas esferas internas influye en gran medida en cómo sentimos y vivimos la vida”.
El libro y cortometraje ‘El niño, el topo, el zorro y el caballo’ realiza una crítica profunda de la cultura materialista e individualista orientada al éxito en la que todos hemos crecido. Pero también ofrece una alternativa. Amistad honesta y abierta con nosotros mismos, basada en la escucha profunda y tranquila, el respeto y la aceptación. Contiene, no sólo mucha sabiduría, sino que además demuestra que cuando podemos amar a todas nuestras partes internas, podemos amar también a los demás. Mackesy confesó que estaba asombrado por el éxito del libro y teme que la gente ’de repente se dé cuenta de que no es un libro muy bueno’. Escribe:
“A veces me despierto en medio de la noche sintiéndome increíblemente vulnerable por haber dicho estas cosas y ser tan analizadas, pero está bien. Sólo espero que siga ayudando a la gente. Algunos, estoy seguro, lo odiarán, pero para las personas a quienes anima, inspira y eleva, ¡qué privilegio!”