adaptación

Cuatro impulsos

La muerte revela verdades profundas. El caso de Kirk Bains, un arrogante inversionista de Wall Street enfrentado a un cáncer terminal ilustra dramáticamente esta premisa. Bains, tras ser rechazado por múltiples instituciones médicas, acudió a la consulta del doctor Jerome Groopman, como su ‘última esperanza’. Su cuerpo presentaba metástasis generalizadas, pero Bains se negaba a aceptar la muerte:‘Tengo cincuenta y cuatro años. No estoy listo para rendirme. Soy un luchador. Conviértame en un conejillo de indias. Los peores efectos secundarios no pueden ser más malos que estar muerto’. Groopman, médico e investigador especializado en oncología, relata este episodio en su obra The Measure of Our Days (1998). Ante el pronóstico desfavorable de Bains, el médico diseñó, entre consideraciones éticas y compasivas, un tratamiento experimental de quimioterapia extremo. Contra toda expectativa, el cáncer entró en remisión completa. Tras dos meses de recuperación, al ser interrogado sobre su regreso a la vida cotidiana, Bains respondió: ‘supongo que sí’Esta ambivalencia fue la primera señal de una verdad más profunda. Su esposa Cathy pronto notó cambios: ‘ya no lee los periódicos; antes los devoraba’. El propio Bains admitió: ‘no es depresión, doctor. Simplemente… la información parece irrelevante’. Aunque la recuperación física avanzaba sin complicaciones, Groopman observó desánimo en Bains. Tres meses después, el cáncer reapareció. Cuando el médico propuso un nuevo tratamiento, Bains rechazó la opción: ‘La remisión no significó nada; era demasiado tarde para revivir mi vida’. Ante la pregunta de si compartiría estas reflexiones con su familia, respondió: ‘¿Para qué? Cathy y mis hijos ya saben que fui un egoísta indiferente. Estarán mejor sin mí’. Bains falleció en un hospicio. Cathy informó a Groopman que el funeral sería privado. La tragedia, reflexiona el médico, radica en que Bains dedicó su existencia al éxito financiero, librando una batalla feroz por preservar ese estilo de vida, solo para descubrir demasiado tarde el vacío de una existencia desprovista de otras dimensiones. Groopman reflexiona, citando a Kierkegaard:

Es perfectamente cierto, como dicen los filósofos, que la vida debe entenderse hacia atrás. Pero olvidan la otra proposición, que debe vivirse hacia adelante.

La lucidez tardía de Bains plantea una pregunta esencial: ¿Qué impulsa realmente una vida con sentido? Este interrogante se vuelve aún más apremiante en esta era de cambio social acelerado y transformaciones tecnológicas profundas. Para abordar esta pregunta sobre los pilares fundamentales de la naturaleza humana, resulta invaluable la teoría de los ‘cuatro impulsos’Adquirir, Vincularse, Aprender y Defender propuesta por los profesores de Harvard Paul Lawrence y Nitin Nohria en su libro Driven (2002). A partir de estudios organizacionales y síntesis interdisciplinar, concluyen que la conducta humana emerge de la interacción de estos cuatro impulsos biológicos profundamente arraigados e interdependientes, resultado evolutivo destinado a asegurar la supervivencia y adaptación humana: Adquirir objetos, experiencias y estatus, Vincularse con otros en relaciones a largo plazo de compromiso mutuo, Aprender y dar sentido al mundo y a sí mismos y Defenderse personalmente como a sus seres queridos, sus creencias y recursos. Estos impulsos, operan constantemente; una vida plena requiere atenderlos a todos, aunque su peso relativo varíe. La negligencia prolongada de cualquier impulso tiene un costo existencial. Los autores llegaron a esta conclusión tras décadas de estudiar el comportamiento humano en organizaciones laborales, un microcosmos excepcionalmente rico donde confluyen motivaciones complejas. La tragedia de Bains ejemplifica dramáticamente las consecuencias de una vida dominada casi exclusivamente por el impulso de Adquirir éxito financiero y estatus, descuidando por completo los impulsos igualmente esenciales de Vincularse profundamente con su familia y seres queridos, Aprender más allá de lo utilitario y Defender su bienestar integral y sus relaciones. Partiendo de la trágica lección de Kirk Bains y utilizando el marco analítico de los Cuatro Impulsos, este ensayo explorará la relevancia de equilibrar estas fuerzas fundamentales para construir una vida con sentido. Además, examinará cómo este equilibrio es también la base para fomentar la cooperación y la resiliencia colectiva en nuestra era de cambios vertiginosos.

El impulso de Adquirir: Esta es una necesidad humana fundamental que motiva la obtención, acumulación y control de recursos tangibles e intangibles, con el objetivo primario de elevar el estatus personal. Este mecanismo motiva a las personas a perseguir bienes percibidos como escasos o valiosos, desde dinero y propiedades hasta experiencias, logros o reconocimientos. La frustración emerge cuando estos esfuerzos se ven obstaculizados. Sus características clave son:

  • Naturaleza comparativa: Los individuos evalúan constantemente sus posesiones frente a las de su grupo de referencia (colegas, pares, sociedad).
  • Insaciabilidad: La consecución de un objetivo frecuentemente establece la base para desear el siguiente nivel de adquisición o estatus (‘siempre se quiere más’).
  • Amplio alcance: Incluye tanto bienes materiales (propiedades, vestimenta) como intangibles (viajes, ascensos, liderazgo, prestigio).

Como vimos, este era el impulso dominante y definitorio de la identidad de Bains. Su vida giraba en torno a obtener ganancias rápidas, cerrar tratos y ver el mundo en términos puramente transaccionales. En el caso de las organizaciones, este impulso explica la preocupación de los empleados no solo por su compensación (salarios, beneficios), sino también por la de sus colegas. Este mismo impulso subyace en fenómenos sociales críticos, como la extrema desigualdad y la creciente concentración de poder. Daron Acemoğlu, Premio Nobel de Economía, afirma en El País:

Necesitamos empezar a tener una conversación seria sobre lo que deberíamos valorar, y cómo podemos reconocer y recompensar los aportes de quienes no manejan fortunas gigantescas.

El impulso de Vincularse: El segundo impulso primario humano es la predisposición biológica para formar vínculos recíprocos de largo plazo. Un aspecto clave es que, a diferencia de otras especies, los humanos extendemos estos compromisos a entidades abstractas: organizaciones, comunidades políticas, ideologías e incluso naciones. Esta capacidad única surge de nuestro potencial para antropomorfizar colectivos, atribuyéndoles expectativas de beneficio mutuo, lealtad y cuidado. La satisfacción de este impulso genera emociones prosociales intensas (confianza, amor filial, solidaridad), mientras que su frustración desencadena una profunda disonancia afectiva (soledad, anomia, sensación de traición). Harvey Whitehouse, en su libro Inheritance (2024), identifica tres ‘fuerzas primarias’ que fueron fundamentales para nuestra supervivencia en pequeños grupos de cazadores-recolectores, pero que hoy generan disfunciones sistémicas en nuestra sociedad globalizada:

  • El Conformismo: Garantizaba cooperación interna, pero a escala masiva puede perpetuar ideologías dañinas y difundir falsedades.
  • La Religiosidad Ritual: Cohesionaba al grupo mediante creencias compartidas, pero ahora puede exacerbar sectarismos y fanatismos.
  • El Tribalismo: Fomentaba lealtad interna y defensa frente a amenazas, pero su versión tóxica alimenta hoy nacionalismos extremos, polarización política y conflictos étnicos.

Estas fuerzas impactan también en la capacidad de formar vínculos íntimos y significativos como los que Bains descuidó. Sus vínculos no fueron lo suficientemente sólidos para proporcionarle un sentido de propósito o pertenencia una vez superada su enfermedad. Su frase ‘Estarán bien sin mí’ refleja su conformismo y desconexión fundamental. De forma similar, las élites políticas y económicas a menudo explotan estas tendencias humanas para dividir y mantener su poder, desincentivando activamente la unidad global. Whitehouse, propone orientar estas fuerzas primarias heredadas hacia valores compartidos para evitar la autodestrucción colectiva. Advierte:

A medida que los avances tecnológicos superan a nuestros instintos sociales, el futuro de nuestro planeta pende de un hilo. ¿Podrán nuestras capacidades de cohesión y cooperación a gran escala plantarles cara a nuestros impulsos destructivos de saqueo y devastación?

El Impulso de Aprender: Este tercer impulso fundamental describe nuestra necesidad innata de comprender, dar sentido al entorno y a nosotros mismos. Es un mecanismo evolutivo que nos motiva a construir modelos mentales coherentes, teorías científicas, narrativas y sistemas culturales para explicarnos, explicar el mundo y guiar nuestras acciones. Su manifestación más evidente es la curiosidad insaciable, activada por incongruencias cognitivas. En el caso de Bains su curiosidad y aprendizaje estaban casi exclusivamente al servicio de los negocios. Perdió la oportunidad de usar su enfermedad como catalizador para un aprendizaje existencial profundo, sus valores o el significado de la vida. Su toma de conciencia llegó tarde, fue amarga y no condujo a un cambio transformador, solo a la resignación. Consecuentemente, en el ámbito laboral, este impulso se traduce en:

  • Motivación intrínseca: Los desafíos intelectuales y el crecimiento profesional activan recompensas cerebrales al resolver incógnitas y cerrar brechas de conocimiento.
  • Alienación: Entornos monótonos que inhiben el aprendizaje generan desmotivación, frustración y caída de la productividad.
  • Fuga de talento: El 78% de los profesionales que cambian de empleo señalan la ‘falta de oportunidades de aprendizaje’ como causa principal (LinkedIn, 2023).

Si bien el avance tecnológico impulsa la eficiencia y el crecimiento económico, el reemplazo acelerado de trabajos humanos genera desafíos alarmantes: desempleo y desigualdad crecientes. Desde una perspectiva tecnológica, no hay nada que pueda evitar que las máquinas hagan todo.Si esta tendencia persiste, se cumplirá la profecía de Warren Bennis sobre la fábrica del futuro:

Solo tendrá dos empleados: un hombre y un perro. El hombre estará para alimentar al perro. El perro estará para evitar que el hombre toque las máquinas.

El impulso de Defender: Este cuarto impulso esencial representa un mecanismo evolutivo primordial que moviliza a los individuos para proteger su integridad física, seres queridos, recursos, ideas, valores y logros ante amenazas. En los humanos este impulso se manifiesta a través de conductas defensivas, negacionismo ante cuestionamientos de creencias arraigadas e incluso la creación de instituciones diseñadas para salvaguardar la justicia, la autonomía y la identidad colectiva. En el caso de Bains, este impulso era la extensión de su identidad competitiva aplicada a la supervivencia. Sin embargo, la falta de una motivación que defender más allá que el dinero hizo que su lucha por vivir perdiera todo sentido. Cuando se canaliza constructivamente, el impulso de Defender genera seguridad mediante estructuras y relaciones estables. Su satisfacción fomenta la confianza; su frustración, en cambio, puede desembocar en miedo o ira patológica. De hecho, el miedo y la ansiedad definen nuestra época. Nos asedian múltiples formas de inquietud: política, económica, laboral, tecnológica, social, climática, relacional y personal. Esta ansiedad persistente encuentra un marco explicativo en la teoría de la ‘modernidad líquida’, desarrollada por el sociólogo Zygmunt Bauman. Factores como la escasez creciente de empleos estables, la fragilidad de las posiciones sociales, la volatilidad de los logros vitales y la creciente brecha entre nuestros recursos disponibles y la magnitud de los desafíos que enfrentamos, no hacen más que exacerbar este miedo colectivo. En un contexto líquido el impulso de defender se manifiesta en el nacionalismo exacerbado, cultos a líderes políticos y empresariales y teorías conspirativas. El individuo contemporáneo navega en un estado crónico de desorientación, inseguridad y ansiedad respecto de su presente y futuro. Como reflexionó Bauman en su ensayo Síntomas en busca de objeto y nombre (2017):

A diferencia de nuestros antepasados recientes, para quienes el futuro era el espacio más seguro y prometedor donde depositar sus esperanzas, nosotros tendemos a proyectar en él, principalmente, nuestros múltiples miedos, ansiedades y aprensiones.

La trágica historia de Kirk Bains no es solo un drama individual; es un reflejo de la crisis colectiva que actualmente vivimos como sociedad. Bains vivió con un impulso de Adquirir hipertrofiado pero vacío, un Vincularse deficiente, un Aprender instrumental y un Defenderse inicialmente feroz pero carente de un propósito trascendente. El marco analítico de los Cuatro Impulsos, propuesto por Lawrence y Nohria, proporciona un fundamento sólido para descifrar y abordar los desafíos individuales y colectivos de nuestra época. Somos criaturas complejas cuya supervivencia y su sentido dependen de atender la totalidad de nuestra naturaleza. El camino hacia vidas individuales significativas y una resiliencia colectiva sostenible pasa, inevitablemente, por reconocer, comprender y armonizar conscientemente nuestros Cuatro Impulsos fundamentales. Como reflexionó Groopman citando a Kierkegaard, debemos vivir hacia adelante, pero solo podremos hacerlo con sabiduría si entendemos hacia atrás la necesidad imperiosa de equilibrar lo que biológicamente nos constituye. La tarea es llevar esta comprensión a la práctica cotidiana individual y colectiva. Escriben Lawrence y Nohria:

Los cuatro impulsos de nuestra naturaleza humana en acción en nuestra vida cotidiana pueden, cuando están en equilibrio, ayudarnos a encontrar el camino correcto a seguir. Y encontrar el camino correcto debe estar en el corazón del significado, el propósito de la vida humana.

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