adaptación

Manzana de la discordia

En el Olimpo, Eris, la diosa de la discordia y la envidia, molesta por no haber sido invitada a la boda del héroe griego Peleo y la ninfa Tetis, decidió ir al banquete y dejar una manzana dorada con la frase para la más bella’. Tres de las diosas presentes, Hera (diosa del poder, esposa de Zeus), Afrodita (diosa del amor), y Atenea (diosa de la sabiduría) se empezaron a pelear la dichosa manzana. Para detener el conflicto, Zeus, el padre de los dioses, no encontró mejor solución que encomendar el juicio de la belleza de estas tres diosas a un joven mortal: Paris, el príncipe de Troya.

Darío Sztajnszrajber, en Filosofía a Martillazos, comenta que cuando Paris se disponía a tomar su decisión, Atenea se adelantó y le dijo: elígeme a mí y te daré toda la sabiduría del mundoParis, quedó encantado con la oferta de Atenea y cuando estaba a punto de escogerla, Hera interrumpió y le dijo: elígeme a mí y te daré todo el poder sobre el universo. Paris cambió su decisión por Hera, pero entonces irrumpió Afrodita y le dijo a Paris: elígeme a mí y te daré a la mujer más bella del mundo. ¿Qué podía hacer el muchacho?, obviamente eligió a Afrodita, la que muy tranquila le dijo: perfecto, te daré a la mujer más bella del mundo, que se llama Helena. Ah, pero hay algo que no te dije, está casada con Menelao que es el rey más poderoso de toda Grecia. Ya no había nada que hacer, nada podía cambiar la decisión de Paris. Se enamoró perdidamente de Helena, la raptó, se la llevó a Troya, y se dio comienzo a la guerra mítica más sangrienta de la Antigüedad.

¿Qué es más importante? ¿el poder, el amor o el saber? Los griegos entendían lo complejo de las necesidades, motivaciones y decisiones humanas. Hoy la investigación sobre la motivación humana continúa averiguando: ¿Por qué hacemos lo que hacemos y queremos lo que hacemos?, es decir, comprender las condiciones internas y externas que inician y dirigen el comportamiento humano. Daniel Pink, en su libro Drive: The Surprising Truth About What Motivates Us, sintetiza la investigación sobre la motivación humana, destacando que la motivación intrínseca es más eficaz que la motivación extrínseca:

  • Motivación Intrínseca: Se refiere a realizar una actividad por el interés y disfrute inherente a la actividad misma, sin depender de recompensas externas.
  • Motivación Extrínseca: Surge cuando nuestra acción está dirigida a obtener resultados o beneficios que no están directamente relacionados con la actividad en sí, tales como premios materiales o reconocimiento social.

La evidencia práctica y académica confirma que frente a tareas complejas que involucran calidad y creatividad, la motivación intrínseca tiene casi seis veces más impacto que la motivación extrínseca como predictor del desempeño. Edward Deci y Richard Ryan en Self-Determination Theory: Basic Psychological Needs in Motivation, Development, and Wellness, han identificado que para lograr esta motivación intrínseca las personas requerimos satisfacer tres necesidades básicas:

  • Autonomía: Alude a la capacidad de sentirse libres y competentes para establecer metas personales, avanzar hacia ellas y autorregular el progreso, realizando ajustes según sea necesario para alcanzarlas. Este concepto destaca la importancia de poder tomar decisiones propias y gestionar de manera efectiva el camino hacia la realización de objetivos personales.
  • Competencia: Se refiere a la necesidad fundamental de sentirse eficaz y capaz de interactuar exitosamente con el entorno. Esta necesidad impulsa el deseo de adquirir nuevas habilidades y mejorar las existentes, permitiendo que las personas experimenten un sentido de maestría y valor.
  • Relaciones: Esta necesidad esencial refleja el deseo de establecer y mantener relaciones significativas y enriquecedoras. Como seres sociales, buscamos integrarnos y contribuir a comunidades donde nos sintamos comprendidos, apreciados y respetados. Esta necesidad no solo implica recibir cuidado y apoyo, sino también ofrecerlos, creando un intercambio recíproco que fomenta la seguridad emocional y el sentido de pertenencia.

Manfred Kets de Vries, académico y psicoanalista holandés en su libro The Happiness Equation explica que una vida equilibrada, que incluya una actividad significativa, relaciones sólidas y un futuro esperanzador, es fundamental para el bienestar y la efectividad, tanto en la vida personal como en la profesional. Estas tres dimensiones no son excluyentes, sino que se entrelazan y afectan cómo las personas se comportan y se motivan en diferentes contextos, especialmente en ambientes laborales y organizacionales. Kets de Vries resume su ecuación de la felicidad citando el proverbio chino:

“La felicidad es tener algo que hacer, alguien a quien amar y algo que esperar”.

De esta forma, la motivación intrínseca surge cuando logramos que Hera, Afrodita y Atenea, dialoguen armoniosamente dentro de nuestro ser. Tres lenguajes, tres dimensiones interrelacionadas que con sus respectivas necesidades, pasiones e intuiciones interactúan y se retroalimentan para dar forma a nuestra voluntad y determinación. El filósofo francés Antoine Fabre d’Olivet, en Histoire philosophique du genre humain, ou l’homme describió esta dinámica:

“El hombre pertenece a una triple naturaleza; por tanto, puede vivir una triple vida: instintiva, emocional o intelectual. Cuando se desarrollan estas tres vidas, se mezclan en una cuarta que es la vida individual y volitiva de este ser maravilloso cuya fuente inmortal está en la vida y la voluntad divina”.

Para d´Olivet, la voluntad humana, se expresa en la acción. Es la determinación consciente de modificar lo existente, crear nuevas oportunidades y prepararse para el futuro. Para d´Olivet es un error confundir una idea con un pensamiento, una idea es un simple estímulo, una intuición. Sin embargo, un pensamiento es resultado de un proceso voluntario. En sus palabras:

“Tener ideas es sentir; tener pensamientos es actuar”.

La motivación entonces es la raíz dinámica del comportamiento, es la fuente de energía, que nos da el impulso necesario para movernos y actuar. Sin embargo, Robert Kegan y Lisa Laskow Lahey en su libro Immunity to Change explican que muchas veces las personas y organizaciones no logran realizar cambios, incluso cuando tienen claros objetivos y motivación, debido a una ‘inmunidad al cambio’. Esta inmunidad es una forma de auto-protección que nos mantiene atados a comportamientos limitantes. Para superar las tendencias reactivas que impiden el despliegue de las capacidades creativas Kegan y Lahey proponen los siguientes cuatro pasos:

  • Identificar un objetivo de mejora: El primer paso consiste en identificar un objetivo de cambio o mejora que sea importante para la persona o la organización. Este debe ser un objetivo que realmente se desee alcanzar, pero que por alguna razón no se ha logrado. Kegan y Lahey sugieren que debe ser algo más sustancial que un simple ajuste; debe ser un cambio que pueda tener un impacto significativo.
  • Descubrir los comportamientos que impiden alcanzar ese objetivo: El siguiente paso consiste en hacer una lista de los comportamientos actuales que impiden alcanzar el objetivo deseado. Esto requiere autoobservación y honestidad para reconocer las acciones (o inacciones) que están en conflicto con el objetivo declarado.
  • Identificar las creencias subyacentes: El tercer paso es explorar las creencias subyacentes que sostienen los comportamientos problemáticos. Estas creencias son las suposiciones y convicciones personales muchas veces inconscientes que justifican y perpetúan las tendencias reactivas. Kegan y Lahey destacan que estas creencias subyacentes a menudo sirven para protegernos de temores o preocupaciones más profundas, actuando como una ‘inmunidad’ contra el cambio’.
  • Diseñar experimentos para probar nuevas formas de pensar y actuar: El cuarto paso es diseñar y llevar a cabo experimentos acotados pero reveladores para desafiar las creencias subyacentes de manera controlada, permitiendo experimentar con comportamientos alternativos y observar los resultados.

Nuestra complejidad psíquica requiere que invirtamos energía en desarrollar cualquier habilidad con la que hallamos nacido, llegando a ser autónomos, capaces, conscientes de nuestra originalidad y de nuestras limitaciones. A la vez debemos invertir energía en reconocer, comprender y hallar la manera de adaptarnos a las fuerzas más allá de los límites de nuestra individualidad. Por supuesto no tenemos obligación de emprender ninguna de estas tareas. Pero la satisfacción y realización que producen al parecer valen el esfuerzo. Nos guste o no reconocerlo, somos seres programados biológicamente para conservar la vida y reproducirnos, lo que implica ajustes y desajustes permanentes entre necesidades, pasiones y pensamientos que no siempre resolvemos bien. Reflexionar sobre lo que nos motiva es inspirador, pero también entender que debemos tomarnos un momento para apreciar la belleza de existir, a través, de las pequeñas cosas de la vida, esas que también nos traen felicidad sin necesidad de ser demasiado complejas. Mo Gawdat en su libro Solve for Happy escribe:

“Si priorizamos nuestra felicidad, recordaremos que la felicidad es una decisión que tomamos cada día. Descubriremos hasta qué punto hemos desperdiciado nuestra vida persiguiendo falsos objetivos que nunca nos han hecho felices. Entonces, y solo entonces, haremos del mundo un lugar mejor, porque lo único que seremos capaces de cambiar es a nosotros mismos, y la única forma de cambiar el mundo consistirá en que nosotros, tú y yo, cambiemos”.

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